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Foro Económico Mundial>

World Economic Forum 2023: ¿sigue vigente el encuentro de Davos?

Este año la cita vuelve al formato presencial bajo el lema “Cooperación en un mundo fragmentado”, aunque algunos especialistas creen que sus estrategias para alcanzar nuevas audiencias pueden ser desacertadas

Los 32 principales riesgos globales en el corto plazo según el Foro Económico
Infografía: Belén Trincado
Luis Alberto Peralta

La agenda incluye la participación de jefes de Estado y de Gobierno, directores ejecutivos de empresas, líderes de la sociedad civil, medios de comunicación globales y líderes juveniles de todo el mundo. Entre los participantes que impartirán ponencias especiales se encuentran la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen; el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres; el canciller alemán, Olaf Scholz, y el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez.

España estará también representada por la vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera. Asimismo, se espera la asistencia de representantes de Telefónica, Santander, BBVA, Ferrovial, Repsol, Cepsa, Naturgy y Gamesa.

No obstante, los años del coronavirus han hecho que muchos especialistas se cuestionen la dirección que el foro está tomando: ¿es volver al modelo anterior a la pandemia lo más beneficioso? El encuentro ha sido calificado antes por sus críticos como un foco “elitista” o “demasiado influyente en la política de algunos países”. Sin embargo, para muchos expertos la principal crítica va hacia su apertura, los contenidos que se discuten y el alcance con las nuevas generaciones.

Relevancia

Jorge Onrubia, profesor de Economía Aplicada de la Universidad Complutense de Madrid e investigador asociado del think tank español Fedea, considera que el foro sigue vigente, y que su principal virtud es su capacidad y éxito para reunir a líderes, expertos, representantes gubernamentales y empresarios. No obstante, observa que su principal defecto sería la falta de articulación de las recomendaciones que emanan de los debates. “Existe una percepción, a mi juicio no demasiado real, de que los mensajes que salen a la opinión pública están en algunos casos sesgados por grupos de interés. Creo que la política de comunicación podría mejorarse. La proyección hacia la sociedad civil también sería un área de refuerzo”, explica Onrubia a CincoDías.

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Por su parte, Santiago Carbó, catedrático de Economía de la Universidad de Valencia y director de estudios financieros del think tank español Funcas, piensa que el WEF lleva un tiempo despertando menos interés. “Mucha gente lo ve como un foco elitista en una estación de esquí de Suiza, pero sirve para llegar a acuerdos, consensos y compartir visiones. Por otra parte, el modelo está perdiendo vigencia también porque hay canales mucho más modernos para las nuevas generaciones que no se están utilizando”, comenta, preguntado por este periódico.

Carbó opina que el foro no está posicionado de forma importante en la vida de las personas de a pie, y que para no caer en la irrelevancia es importante llegar a estas audiencias:”El WEF es atractivo sobre todo para las grandes empresas y los bancos. Las pymes ya desaparecieron de ese tipo de foros, porque no encuentran soluciones en ellos. Son las transnacionales, que dependen del tipo de cambio o de la imposición de los impuestos internacionales, las que se preocupan por reuniones como Davos”.

Santiago Íñiguez, presidente de IE University, coincide en que la organización se está quedando atrás en cuanto a la integración de las nuevas generaciones y audiencias, pero destaca que el Foro de Davos sigue siendo un espacio importante para la discusión de ideas: “La reunión en presencia sigue teniendo enorme vigencia para socializar y fortalecer el networking. Estos encuentros funcionan como escaparate de las grandes tendencias, pero también para que los líderes políticos, empresariales y sociales o de la sostenibilidad expresen sus opiniones”.

Íñiguez destaca que el encuentro de Davos tiene una atmósfera particular que, además, permite a los líderes empresariales expresarse de forma un poco más libre y compartir sus visiones: “Los CEO siempre se debaten entre hablar solo de los temas que afectan a sus accionistas o hablar de sus visiones personales de economía. En los últimos años, sin embargo, hemos visto que tienen la obligación moral de hablar. Lo hemos visto, por ejemplo, con Me Too y Black Lives Matter. El estar presente en Davos les da un espacio donde se sienten más seguros para hablar”. En este sentido, el presidente de IE University cuenta a este diario que, en su opinión, algo en lo que el foro podría mejorar es en incluir a líderes de ­startups, de pymes o de otros sectores que históricamente no han participado.

Temática

Los temas que se tocan durante el Foro en Davos a menudo están influenciados por la coyuntura mundial. Los anfitriones enfatizan que los acontecimientos recientes en todo el mundo instan a los sectores público y privado a abordar los principales riesgos sistémicos para “evitar una década de incertidumbre y fragilidad”.

En esta línea, las reu­niones del WEF de este año se centrarán en cinco temas de actualidad: crisis energética y alimentaria en el contexto de un nuevo sistema de energía, clima y naturaleza; economía de alta inflación, bajo crecimiento y alta deuda en el contexto de un nuevo sistema de inversión, comercio e infraestructura; vientos en contra de la industria en el contexto de un nuevo sistema para aprovechar las tecnologías para la innovación y la resiliencia del sector privado; vulnerabilidades sociales en el contexto de un nuevo sistema de trabajo, habilidades y cuidados; y riesgos geopolíticos en el contexto de un nuevo sistema de diálogo y cooperación en un mundo multipolar.

Por otra parte, esta semana el World Economic Forum publicó su Reporte de riesgos globales 2023, un informe anual en el que se analizan y categorizan los principales asuntos que afectan a la comunidad internacional según la opinión de sus expertos. Este documento influencia de forma trascendental las discusiones, puesto que pone el foco en los principales retos a corto y largo plazo en los campos económico, social, tecnológico, geopolítico y ambiental.

En el reporte de este año, Saadia Zahidi, directora general del Foro Económico Mundial, subraya que “las secuelas sanitarias y económicas de la pandemia se han convertido rápidamente en crisis compuestas. Las emisiones de carbono han aumentado a medida que la economía mundial pospandémica se reactiva. Comida y energía se han convertido en armas por la guerra en Ucrania, elevando la inflación a niveles no vistos en décadas, globalizando una crisis del costo de vida y alimentando malestar social”. Zahidi añade que el cambio resultante en la política monetaria marca el final de una era económica definida por el fácil acceso a deuda barata y tendrá ramificaciones para Gobiernos, empresas e individuos, ampliando la desigualdad.

Naturalmente, esta coyuntura afectará a los debates de este año. “Los temas de sostenibilidad, medio ambiente y educación también abarcan un espacio representativo, aunque se anticipa que la guerra en Ucrania y las crecientes tensiones entre China y EE UU influyan en las conversaciones. Creo que es inevitable que el entorno económico y geopolítico más desafiante domine esta parte de la agenda”, afirma el socio principal de McKinsey y delegado de la consultora para el foro de este año, Pedro Rodeia.

Cabe señalar que, en la última década, los temas tecnológicos han llegado a abarcar una considerable parte del temario de ponencias. De hecho, este año, tres de los seis temas destacados en la página web del foro son tecnológicos: inteligencia artificial, ciberseguridad y metaverso, aunque a menudo suelen abordarse de forma interdisciplinaria.

En este sentido, los expertos consultados coinciden en que la tecnología es un factor que se ha vuelto transversal y determinante en las discusiones del WEF en la última década. “La transformación tecnológica que estamos viviendo afecta no solo al sector productivo, sino prácticamente a nuestra vida en el planeta. Aquí considero que los organizadores del foro se enfrentan a un complicado reto para abordar correctamente esa transversalidad entre los temas tecnológicos y el resto de temas”, reflexiona Onrubia.

“Las empresas y los países tienen que plantearse el desarrollo de la economía digital y cómo va a afectar a nuestras vidas. Cómo van a influenciar la inteligencia artificial, el machine learning, el IoT, la realidad aumentada ¿Cómo van a cambiar los contratos de los trabajadores y las empresas? ¿Cómo va a cambiar el trabajo? ¿Cómo va a afectar esto a la educación?”, reflexiona Íñiguez.

Por su parte, Carbó cree que con la pandemia se ha perdido fe en la “excesiva digitalización”, pero que los temas siguen siendo fundamentales por el papel de la tecnología en nuestras vidas: “A pesar de que algunos de los grandes proyectos de las tecnológicas como el metaverso están fracasando, hay que seguir hablando de ellos”.

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