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Los fabricantes de automóviles no volverán a la normalidad

Tras la pandemia, las marcas intentan que la oferta y la demanda, ahora en descenso, se ajusten. Pero no es fácil

Sede de GM en Detroit.
Sede de GM en Detroit.Reuters

Para los fabricantes de automóviles estadounidenses, en 2023 la cuestión será no salirse del carril. Las restricciones de oferta en la era de la Covid-19 pusieron los precios de los coches por las nubes, sumando 7.000 millones de dólares al beneficio de explotación de General Motors en 2021. Al irse normalizando los suministros, los fabricantes harán todo lo que esté en su mano para mantener la producción ajustada. Su problema es que la Reserva Federal y los competidores internacionales observan la maniobra desde el asiento de atrás.

Después de la pandemia, los compradores, cargados de estímulos, impulsaron las ventas de coches hasta una tasa anualizada de 18 millones en abril de 2021, el nivel más alto desde la gran crisis financiera, y el caos de la cadena de suministros hizo retroceder al sector. La escasez de todo, desde los microchips hasta los escudos ovalados azules de Ford Motor, dejaron a los fabricantes sin poder despachar sus coches. Por ese motivo, las ventas en 2021 se situaron en torno a 15 millones de unidades; las ventas totales en 2022 probablemente se queden en 13,7 millones de vehículos, según Cox Automotive.

La pérdida de volumen le costó a GM casi 5.000 millones de dólares en 2021, por lo que subió los precios a compradores desesperados, compensando esa pérdida con creces. También Ford terminó 2021 con su mayor margen de beneficio de explotación en cinco años.

El poder de fijar los precios inevitablemente se irá perdiendo según vayan solventando los problemas, desde los envíos pendientes hasta las paradas de producción. Pero, aunque la oferta vuelva a la normalidad, es posible que el sector no haga lo propio.

El hundimiento de los precios de los coches usados –el índice de precios Mannheim registró una caída del 14% en tasa interanual en noviembre– les deja menos dinero a los compradores que entregan su coche usado. La Reserva Federal está subiendo los tipos, lo cual encarece los préstamos para comprar un coche. Este doble contratiempo sin duda hará mella en la demanda.

Pero es posible que los fabricantes de automóviles tampoco recuperen sus niveles de producción. La jefa de GM, Mary Barra, ha dicho en muchas llamadas con analistas y presentaciones que su empresa está vigilando la velocidad a la que los concesionarios venden coches. En julio, dijo sin rodeos que los inventarios “nunca volverán a estar como estaban antes de la pandemia”. Tesla, el líder de los vehículos eléctricos, y que depende más de los fluctuantes mercados internacionales como China que sus rivales con sede en Detroit, también está afinando su capacidad. Bloomberg informó de que la empresa reducirá las horas de trabajo en su fábrica de Shanghái.

De todas formas, otros productores esperan para dar el salto a que los fabricantes de coches estadounidenses den un paso en falso. El auge de los fabricantes de vehículos eléctricos chinos como BYD amenaza el liderazgo global de Tesla. En el mercado nacional de Estados Unidos, Toyota Motor superó durante un corto periodo a GM durante el frenazo de 2021. Es posible que algunos fabricantes quieran una salida controlada de la pandemia, pero conseguir que todo el mundo les siga el juego es otra cuestión.

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