La cruzada por el planeta que surgió tras un naufragio
La iniciativa Smart Green España, impulsada por LG, pretende que se planten 47 millones de árboles al año El movimiento también busca la regeneración de la abeja ibérica y la posidonia
Dos lonas gigantes en la fachada de la sede de LG en Las Rozas (Madrid) dejan claro el compromiso de la filial española con el planeta. “Plantemos 47 millones de árboles cada año”, se lee. El uno de los retos de su movimiento Smart Green España. El pionero del misma es Jaime de Jaraíz, presidente de LG en España y Portugal, al que lo que pudo ser una tragedia personal le hizo darse cuenta de que tenía que hacer todo lo que estuviera en su mano para combatir el cambio climático. En verano de 2017, mientras navegaba por Formentera, una tormenta, en la que naufragaron varias embarcaciones, casi hunde el barco en el que estaba con su familia. Indagando sobre el fenómeno meteorológico, llegó a la conclusión de que era una de las muchas consecuencias del calentamiento de la tierra a consecuencia de las emisiones de CO2.
“Empezamos a ver cómo podíamos paliar los efectos del cambio climático, descubrimos que había que absorber el CO2 que hay en la atmósfera, y la mejor tecnología para ello es la plantación de vegetación”, explica Jaraíz, que añade que el “factor fundamental” para cambiar las cosas reside en las empresas, que son las que pueden marcar el camino, ya que son buenas ejecutando. Para involucrar a las compañías y hacer que se acercaran a conocer su movimiento, Jaraíz pensó que debía montar “un parque de atracciones” en la sede de LG. “Se trata de un bosque y una casa pasiva 100% libre de CO2, que se construyó únicamente para dar cobijo a la mesa, en la que estamos sentando a la gente más relevante de la sociedad civil, política y empresarial para decirle que hay que hacer algo. Es momento de acción”, cuenta.
Por dicha mesa ya han pasado 400 empresas, que prefiere no identificar, e incluso varias del Ibex han comenzado sus propios movimientos similares. Se han sentado también políticos, entre ellos la vicepresidenta tercera del Gobierno y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, el único nombre que da Jaraíz.
Cuando en LG España comenzaron con el movimiento Smart Green, los primeros árboles los plantaron a mano, pero luego han recurrido a la tecnología, en concreto a drones que esparcen semillas, para aumentar el número. De hecho, gracias a estos aparatos se pasó de 5.000 árboles a un millón y medio en un proyecto en Guadalajara. Después vino otra innovación, aunque en este caso no miraba a la tecnología, sino a la tradición. A una técnica japonesa de reforestación que lleva por nombre Nendo Dando, y que consiste en hacer bombas de semillas, de árboles, arbustos e hierbas, mezcladas con arcilla y compost, para que estén más protegidas y arraiguen más fácilmente.
Lo que pretende la iniciativa ahora es que los ayuntamientos se unan a su movimiento para plantar árboles, usando estas bombas de semillas, que se pueden hacer de una manera barata y sencilla en colegios y residencias de ancianos. Jaraíz asegura que el coste medio por municipio es de 300 euros y se podrían llegar a crear 470 millones de estas bolas, si todos participasen. “Lo que falta es que la FEMP lo adopte, que lo centralice y que lo facilite para que los ayuntamientos lo entiendan. Para que funcione tiene que ser todos los años y de una forma estructurada y organizada”, añade.
Aunque el movimiento comenzó con la idea de plantar árboles, se ha ido diversificando y ahora otra de sus patas consiste en la repoblación de 47 millones de abejas ibéricas, que se dejaron a un lado en España porque daban menos miel, pero que son mejores por su mayor compatibilidad con las especies vegetales del entorno, y su capacidad de transportar el 20% de su peso en polen.
Otra de las patas de lo que Jaraíz también llama sostenibilidad 2.0 es la regeneración del fondo marino. Por ahora han empezado con la posidonia en el Mediterráneo, que es capaz de absorber 30 veces más CO2 que los árboles. Para la plantación esperan tener la colaboración de las escuelas de buceo.
“Los proyectos de sostenibilidad 2.0 lo que pretenden es que dejemos de decir que estamos comprometidos, y hagamos una acción. Regenerar ecosistemas tan grandes o pequeños como sea una empresa, pero que se lleve a cabo de principio a fin”, explica Jaraíz, antes de añadir que luego hay que dar el paso de que la sociedad se involucre.