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El Foco
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

2023: los bonos están de vuelta

Las economías tardan entre 12 y 24 meses en asimilar una subida o un recorte de tipos, dependiendo de cuán endeudadas estén

Las tasas de inflación ascendieron hasta sus niveles más altos en varias décadas y obligaron a los bancos centrales a subir rápidamente los tipos de interés en un plazo muy breve, lo que disparó de forma generalizada los tipos de los bonos. Este hecho apenas dio respiro a quienes buscaban diversificación frente a la renta variable, ya que las dos clases de activos sufrieron simultáneamente. Sin embargo, ahora nos estamos acercando al final del ciclo de subidas de tipos, puesto que las inquietudes en torno al crecimiento preocupan cada vez más a las autoridades. Creemos que ahí puede haber un punto de entrada interesante para los inversores en renta fija. Diríamos incluso que se trata de una oportunidad histórica.

La combinación de políticas monetaria y presupuestaria expansivas para sostener el crecimiento en el apogeo de la pandemia en 2020 y 2021, así como el fuerte incremento de los precios de la energía y las materias primas provocado por la invasión rusa de Ucrania a comienzos de este año, han tirado al alza de la inflación. EE UU por sí solo inyectó alrededor de 9,5 billones de dólares en su economía, y en muchas otras regiones se actuó de forma similar para combatir las consecuencias de la pandemia.

Sin embargo, varios indicadores adelantados muestran que el entorno de inflación está cambiando en estos momentos, aunque todavía a cierta distancia del nivel del 2% que desean las autoridades. El crecimiento de la oferta monetaria de EE UU está desplomándose, y no se veían descensos trimestrales anualizados de esta magnitud desde la Gran Depresión.

El índice de precios al consumo (IPC) de EE UU ha cedido tras tocar un máximo de cuatro décadas del 9,1% en junio, después de que los precios de las materias primas, los alimentos y el petróleo hayan dejado atrás los máximos que registraron en 2022. Los precios de producción de China han caído hasta sus niveles más bajos en dos años, lo que debería de dar aire también al IPC estadounidense. Ya no se trata de si la inflación se frenará desde el momento actual, sino con qué rapidez descenderá y dónde se asentará finalmente.

La gran pregunta que se hacen los inversores en estos momentos es si la recesión es una certeza o si un aterrizaje suave es todavía una posibilidad. El aterrizaje suave implica un crecimiento más lento y menos inflación sin provocar incrementos significativos del desempleo, daños de consideración a la economía o más debilidad en los activos de riesgo. Los bancos centrales occidentales no comenzaron a subir los tipos hasta finales del primer trimestre de 2022, pero la trayectoria ha sido ciertamente agresiva.

Generalmente, las economías tardan entre 12 y 24 meses en asimilar una subida o recorte de tipos, dependiendo de lo endeudadas que se encuentren. La historia nos enseña que es extremadamente improbable una transición inmaculada desde una inflación elevada hasta otra normalizada, manteniendo estable el crecimiento. Los bancos centrales suelen endurecer demasiado en estas condiciones debido a los retardos largos y variables de la política monetaria.

Nos adentramos en 2023 con una política monetaria muy restrictiva, con gran parte del endurecimiento histórico todavía por digerir y nuevas subidas en próximas fechas en muchos mercados. En nuestra opinión, eso provocará una fuerte desaceleración del crecimiento que está reflejándose en cierta medida en los datos recientes del índice de gestores de compras (PMI), y muchos otros indicadores adelantados están poniendo de relieve que la situación no hará sino deteriorarse en 2023.

Una consecuencia natural de la recesión será una caída acusada de la inflación. Los estudios muestran que, durante los últimos 100 años, el IPC de EE UU promedió un descenso del 7% durante las recesiones.

Los bancos centrales también estarán atentos a los riesgos para la estabilidad financiera que puedan surgir a causa de apalancamientos ocultos o subestimados que se han acumulado en algunas áreas del mercado durante los años de dinero barato.

En el pasado, una fuerte revalorización del dólar estadounidense, una escalada de los precios del petróleo o la superación de determinados umbrales por parte de los tipos de interés a largo plazo han aumentado los riesgos de accidentes financieros. En 2022, hemos visto cómo se daban los tres factores a la vez. Así, consideramos que los próximos doce meses suponen un momento de la verdad para los mercados financieros, y nos mantenemos alerta para detectar las primeras señales de inestabilidad.

Los mercados financieros se enfrentan a otros riesgos también. El conflicto entre Rusia y Ucrania continúa y la incertidumbre es elevada. Nos abstendremos de formular previsiones concretas sobre los precios del crudo o el gas natural, ya que estos dependerán esencialmente de factores impredecibles, como el final del conflicto o qué tipo de invierno nos espera. Sin embargo, parece bastante claro que las materias primas ya no son el principal motor de la inflación, y podríamos esperar cierta desinflación procedente de estas áreas en el futuro, como ya se ha visto en algunos metales básicos.

Ariel Bezalel / Harry Richards son gestor de inversiones de renta fija de Jupiter AM y gestor del fondo Dynamic Bond / gestor de fondos de renta fija de la gestora

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