Hacia un marco de condiciones de financiación más exigente
Las coberturas de tipos con derivados financieros ofrecen a las empresas la opción de reducir la incertidumbre del mercado
En los últimos años hemos disfrutado de un contexto de tipos de interés históricamente bajo, amplia liquidez y apenas shocks de mercado. Sin embargo, ya desde finales del pasado año comenzábamos a detectar las primeras señales que apuntaban a que esta situación podría estar llegando a su fin. A lo largo del presente año hemos visto como esas señales se han ido intensificando por diferentes factores, desde el conflicto de Ucrania hasta el repunte de las presiones inflacionistas, pasando por las dudas relativas a la evolución del crecimiento económico, el coste de la energía, la persistencia en los problemas en la cadena de suministro, entre otros elementos; pero no ha sido hasta la vuelta del verano cuando las principales referencias de tipos de interés, a corto y largo plazo, han experimentado una subida sin precedentes.
De este modo, en estas fechas y partiendo de unos niveles en el entorno del 0%, la curva del Euribor como referencia de corto plazo ha situado el periodo a 12 meses en niveles próximos al 3%, mientras que en la curva de Interest Rate Swap (IRS) los plazos a 5 y 10 años alcanzaban niveles similares con unas previsiones que presentan un marcada presión alcista. Habría que destacar que toda esta tendencia ha venido acompañada de una elevada volatilidad con movimientos alcistas y correcciones en todos los plazos de la curva.
Un claro efecto producto de la subida de tipos es el retorno de la percepción de riesgo por tipo de interés. Durante el periodo monetariamente expansivo dicha percepción del riesgo prácticamente desapareció, tanto el acceso como el coste del crédito en la gran mayoría de los casos no solo era barato y de fácil ejecución, sino que no se consideraba un problema, se daba por hecho.
Para la gran mayoría de las empresas predominaba la financiación bancaria a tipo variable y no se planteaban otra tipología de productos como el tipo fijo, en muchos casos en niveles muy inferiores a 1% a plazo, ni tampoco se contrataban coberturas de tipos interés, ya que se consideraba que el contexto no era suficientemente adverso, ni por condiciones presentes ni por perspectivas, como para justificar el carry negativo de las coberturas.
Pero tal y como hemos argumentado anteriormente, parece que todo este contexto ha llegado a su fin y las previsiones apuntan a que entramos en una era de tipos de interés similar a la que precedió a la gran crisis financiera.
¿Y cuál ha sido la respuesta en los mercados de crédito? Por el lado de la oferta, hemos visto en los últimos meses cómo el coste de financiación prácticamente se ha duplicado. El componente variable capitaliza todas las subidas mencionadas anteriormente, mientras que los diferenciales de crédito se endurecen incorporando todas las incertidumbres del actual contexto. En este sentido es relevante cómo el diferencial sobre el mid swap para un BBB/BB prácticamente se ha duplicado desde enero y todo esto acompañado de procesos más exigentes desde las áreas de riesgo. En definitiva, financiación más cara y acceso más selectivo.
Por el lado de la demanda, hemos visto cómo algunas compañías volvían a poner encima de la mesa reflexiones sobre los niveles de las curvas y la contratación de coberturas en diferentes contextos de financiación, deuda existente a tipo variable, deuda nueva o refinanciaciones. Un buen número de ellas han acelerado o adelantado las decisiones sobre las operaciones para capturar los mejores niveles posibles y /o situarse en los primeros puestos de la fila de cara a las entidades financieras.
Con todo esto, se hace obligatoria una profunda reflexión sobre el contexto de los mercados y el riesgo actual. Ya no nos encontramos ante un mero cambio en la percepción del riesgo, sino que con las actuales condiciones el escepticismo sobre hasta donde llegarán los tipos o cuánto tiempo estarán situados en niveles elevados es todo un lujo que las compañías no se pueden permitir y deberían retomar todas las buenas prácticas de gestión del riesgo de los tipos de interés.
Las coberturas de tipos de interés con derivados financieros ofrecen a las compañías la posibilidad de reducir o mitigar la incertidumbre del mercado. Bien empleados son sin duda una herramienta muy útil en la gestión de los riesgos, pero su uso ha de ser analizado en detalle y no solo desde un punto de vista de coste financiero. Es fundamental elevar el análisis a toda la duración del instrumento, es decir, tener en cuenta si se van a producir refinanciaciones o eventos corporativos, efectos sobre la tesorería del grupo, impactos contables de la estrategia y cualquier otra situación o contingencia que pudiese alterar la naturaleza de la cobertura.
En la actualidad, hay disponibles diferentes alternativas para realizar las coberturas que dan respuesta a las problemáticas de las compañías. El instrumento más extendido son los swaps plain vanilla que responden a perfiles de carácter conservador. También disponemos de las opciones que se pueden estructurar de manera simple o combinaciones de las mismas accediendo así a perfiles de riesgo superiores.
En definitiva, atravesamos un contexto con elevadas dosis de volatilidad e incertidumbre proveniente de numerosos factores, en el que la posibilidad de estabilizar flujos a través de mecanismos de cobertura supone la puesta en marcha de una serie de acciones que permitan alcanzar determinados niveles de certidumbre y, por ende, de mejoras en la gestión de las compañías.
Alejandro González de Aguilar es Socio de Financial Advisory de Deloitte