¿Momento de unir fuerzas? La fusión como salvavidas de tu empresa
Se trata de una opción que puede resultar una solución para la organización, pero que ha de analizarse al detalle
Estamos viviendo tiempos que suponen un verdadero reto para la sociedad en general y para los empresarios en particular, pero nada que no se haya vivido antes y de lo que no se haya podido aprender. Muchos empresarios están viviendo o van a vivir en los próximos meses un auténtico drama para poder mantener sus empresas a flote debido a una inflación galopante que encarece sus costes y estrecha sus márgenes, al no poder trasladar ese incremento a sus clientes.
Asimismo, la situación de incertidumbre generalizada no ayuda al consumo, habiendo aumentado el ahorro de las familias en 22.000 millones de euros desde el inicio de la guerra de Ucrania, prácticamente en un trimestre.
Ante este panorama, existe una herramienta que puede ayudar a los empresarios a encontrar una solución que les permita conseguir beneficios para la empresa y sus socios/accionistas: una operación de fusión con una empresa complementaria.
La operación de fusión es aquella en la que dos o más empresas acuerdan unir sus activos y pasivos conformando una nueva para desarrollar una actividad conjunta. Aunque existen varios tipos de fusión (fusión por absorción, vertical, horizontal, por aportación parcial de activo, etc.), quiero centrarme aquí en la fusión entre “iguales”: aquella que se da entre dos empresas de similar valoración y con un reparto equitativo de los puestos directivos, estructura y creando una nueva cultura que integre lo mejor de ambas. Habitualmente, suele asociarse este tipo de operaciones a grandes empresas, obviando que es una herramienta muy eficaz para poder ganar tamaño, implantación geográfica y otra serie de ventajas.
Se trata de una opción para los empresarios que debe analizarse al detalle, identificando las sinergias que puede producir mediante el ahorro de costes, mejora de la operativa, aumento de crecimiento, etcétera, pero también valorando la mejor forma de realizar la integración atendiendo al factor humano.
Esto último es, sin duda, fundamental cuando se trata de empresas familiares –y nuestro tejido empresarial está repleto de ellas–, pues el factor personal del empresario es marca e identidad de todas y cada una de ellas, y no puede pasarse por alto.
Muchas veces nos encontramos operaciones de fusión en las que, a pesar de que las empresas puedan ser muy complementarias, la forma de gestión, la cultura empresarial o la personalidad de los empresarios es diametralmente opuesta.
Estos aspectos deben tratarse en profundidad durante las negociaciones para evitar cualquier problema posterior. Como ejemplo, recordar la fallida fusión de Daimler Benz-Chrysler por, entre otros motivos, la falta de integración de las culturas de ambas compañías.
Así, la fusión con una empresa complementaria, además de las sinergias señaladas, puede ser un auténtico salvavidas para muchas organizaciones y aportar la tranquilidad necesaria para sortear las incertidumbres que nos está tocando vivir y que previsiblemente se agravarán en septiembre, cuando empecemos a ver las consecuencias del fin de la moratoria concursal. Una moratoria que, debido a la multitud de extensiones sufridas, solo ha servido para desvirtuar la situación empresarial y que, una vez finalizada, mostrará con toda su crudeza una coyuntura de máxima complejidad para muchas empresas.
Por ello, quizás sea bueno que los empresarios, adelantándose a lo que está por venir, empiecen a valorar la opción de buscar un compañero de viaje con el que llevar el barco a buen puerto.
Porque siempre es mejor arribar, aunque deba repartirse el beneficio, que encallar o naufragar por empeñarse en ir solo.
Eduardo Frutos es socio de Kepler-Karst.