Livall, el casco inteligente español en el que invierten exdirectivos de BBVA, Accenture, Google y BMW
La compañía, que ha captado 4,2 millones, trasladará la fabricación de sus cascos para bicis y patinetes de China a España. También planea lanzar un casco para motos y una plataforma de servicios digitales ligados a deporte y turismo
La startup Livall, empresa fundada y dirigida por el experto en Ciencias de la Computación Manu Marín, lanzó a principios de 2019 un casco inteligente para patinetes y bicicletas que ahora ha atraído como inversores al ex presidente de Accenture España, Juan Pedro Moreno; al fondo Sevenzonic, conformado por antiguos altos directivos del BBVA y BMW (Ángel Cano, Domingo Caamaño, Ricardo Gómez Barredo o Manuel Galatas), al ex director de Google España y presidente de ISDI, Javier Rodríguez Zapatero, y a ex directivos de JP Morgan y Citibank, entre otros. La compañía ha captado 4,2 millones de euros.
Todos ellos confían en el potencial de esta empresa, que ha diseñado un casco que, a diferencia de los tradicionales que buscan minimizar las lesiones en caso de accidente, ayuda a prevenir que este suceda. Esto se consigue gracias a que se ilumina cuando el usuario frena e incluye un mando que se coloca en el manillar y que activa las luces led del casco para indicar que se va a girar a la izquierda o a la derecha.
También incluyen un sistema de altavoces y micrófono para atender llamadas sin soltarse del manillar, y una función SOS automática. El sensor de movimiento del casco detecta si el usuario se ha caído y está inmóvil o inconsciente y envía una señal de socorro a sus contactos de emergencia establecidos o a la empresa de seguro con quien tenga contratado el servicio de asistencia, con la ubicación GPS exacta del accidente para su auxilio.
La compañía ya ha vendido unos 60.000 cascos, un 70% en España y Portugal y el resto en Noruega, Finlandia, Rumania y Chipre. Ahora está abriendo mercado en Francia e Italia y su objetivo es expandirse a toda Europa, como explica a CincoDías, Manu Marín, fundador y CEO de la startup. Sus cascos (para patinetes, bicicletas de montaña y carretera y también para esquí) cuestan entre 49 y 139 euros. Marín asegura que tienen ya cerrados contratos por valor de 18 millones para los próximos años y que su previsión es alcanzar los tres millones en ventas este año y llegar a los ocho millones en 2023.
El plan de negocio de Livall, que ha sido valorada con esta ronda en 20 millones, es ambicioso. Planea lanzar para después de verano un casco para motos, con tecnología capaz de proyectar información útil para la conducción en el visor, y un maletín inteligente para guardar sus cascos en patinetes y bicicletas compartidas, que dispone de tecnología antirrobo y de desinfección del casco. Se trata de un dispositivo con el que Livall pretende dar una solución a la obligatoriedad del uso del casco en estos vehículos de micromovilidad.
“Con esta inyección de capital buscamos dar el salto para traer la fabricación a España, uno de nuestros objetivos pilares, así como la creación de una plataforma de inteligencia artificial para desarrollar servicios digitales para nuestros cascos”, continúa Marín. Uno de estos servicios será un entrenador personal que dirá al usuario cuando salga con su bici a carretera cuándo debe beber y comer para evitar las temidas pájaras. Otro será un asistente turístico, que mandará una notificación a la persona cuando vaya por la ciudad y pase ante un monumento para que pare si quiere escuchar la historia sobre el mismo. La locución solo se activará cuando el vehículo esté parado.
Los 4,2 millones conseguidos en esta ronda ha sido en cuentas de participación, un modelo novedoso en España pero habitual en Silicon Valley, según explica el CEO de Livall. Este aclara que se trata de una a aportación económica “no por el equity sino por un porcentaje del beneficio de la compañía, lo que demuestra la confianza de estos inversores en el potencial de la compañía”.
El dinero captado les ha permitido stockar producto (30.000 cascos, “suficiente para cumplir el objetivo de este año”) para combatir los problemas de logística que tienen con China (donde se fabrican los cascos y “donde están subiendo los precios”) y el encarecimiento de la materia prima.
Pero la compañía ya planea cerrar otra ronda de financiación de entre 6 y 8 millones para final de este año o principio de 2023, donde la cuenta en participación se convertirá en equity y “daremos entrada a un gran socio industrial español del que todavía no puedo revelar el nombre”, dice Marín.
Con esta nueva ronda, esperan alcanzar una valoración de 50 millones. “Para entonces las piezas del casco serán fabricadas en las instalaciones de este socio -será especie por equity- y nosotros las ensamblaremos en nuestra planta de Albacete, donde tenemos el centro de distribución y hay suficiente espacio para montar la línea de ensamblaje”, dice Marín, que tras esa próxima operación prevé controlar el 72% del capital de la compañía.
Livall vende sus cascos en todos los canales mayoristas, en su propia tienda física en San Sebastián de los Reyes (en Madrid), en tiendas especializadas, en empresas de seguro (tiene acuerdos con Zurich Seguros y Axa) y se están abriendo ahora al canal telco. También han cerrado ventas con ayuntamientos (la policía de Madrid, de Elche y Castellón utilizan sus cascos) y planean impulsar su negocio con ventas cruzadas, vendiendo seguros, bicicletas o ropa, llevándose una comisión.
La startup también está cerrando alianzas estratégicas industriales, como el Automotive Innovation Lab, donde empresas como Iberdrola, Seat, Grupo Antolín y Google trabajan con ella para crear un lenguaje de comunicación digital universal para la comunicación coches-bicicletas, que podría ser una pieza clave en las ciudades del futuro.