Las carteras de hoy son las mejores de los últimos tiempos
En renta variable ya hay oportunidades muy interesantes y lo mejor de todo, que llevábamos tiempo sin ver, es que las hay en sectores muy diferentes
Inflación por las nubes, guerra en Ucrania, precios de la energía disparados, fuertes restricciones a la actividad en China, subidas de tipos de interés, bancos centrales retirando estímulos, ciclo económico agotado, presiones salariales, márgenes de las compañías en riesgo por el fuerte incremento de costes … sin ninguna duda, hoy resulta más sencillo encontrar argumentos para no invertir, que argumentos para hacerlo. Sin embargo, es en estos momentos cuando resulta más importante retirar las emociones del proceso de inversión. Eso no es contrario a tener un plan e implementarlo llegado el momento, respetando un perfil de riesgo determinado.
Por un lado, partimos del hecho de que los mercados son eficientes y el continuo ejercicio de las bolsas consiste en descontar a precios de hoy, flujos de caja futuros. Esto no es otra cosa que poner un precio hoy al impacto futuro de todas esas razones por las que hoy, de primeras, parece que invertir no es una buena idea.
Ni mucho menos puedo, ni quiero afirmar que las bolsas hayan hecho suelo esta semana, pero sí que el escenario que muchos activos de riesgo descuentan ya es excesivamente pesimista. Será raro que veamos un fuerte rebote y recuperación de las bolsas sin un catalizador concreto y hoy no resulta fácil identificar qué puede mejorar en las próximas semanas, pero la inflación ha hecho pico (lo que por ahora es solo anecdótico), China reabrirá y la guerra en Ucrania terminará, aunque sus consecuencias sean más largas en el tiempo.
El mercado funciona como un péndulo. Nunca se detiene en el punto de equilibrio, sino que tiende a sobre reaccionar en una dirección, para después volver a hacerlo en la dirección contraria. Hace solo unos meses, las bolsas parecían vivir en un estado de complacencia y alcanzaron unas valoraciones que eran difíciles de justificar a pesar de los muchos nubarrones que ya había en el horizonte. Bolsa y bonos. Vivíamos en un mundo en el que la renta variable estaba cara fuera de toda duda y la renta fija, ni tenía renta, ni era fija.
La bolsa en EEUU ha caído un 20% desde el inicio de año, la bolsa China ha perdido un 50% de su valor desde los niveles máximos de febrero de 2021 y el sector tecnológico, en esta, la era de la digitalización, el big data y la inteligencia artificial, no lo ha hecho mejor en Bolsa que el de consumo básico desde el año 2007. El arte de la inversión es muy complejo, pero se explica de forma muy sencilla: comprar barato y vender caro. Discúlpenme la simpleza, pero es algo que siempre viene bien recordar. Este inicio de año no tiene precedentes en los mercados. Las caídas de la renta variable no son ni mucho menos tan excepcionales como las pérdidas sufridas por la renta fija. El índice de bonos diversificado en euros más comúnmente utilizado acumula pérdidas del -9% en lo que llevamos de ejercicio (su peor año natural desde 1998 fue 2021, con pérdidas del -2,85%). Pero el hecho de que la Bolsa haya caído en esa magnitud, con los bonos cayendo a la vez, no tiene precedentes.
Todo negocio tiene un precio y, desde los actuales, el riesgo a la baja es menor que la capacidad de recuperación. Eso no implica que los próximos meses no puedan estar algo más baratos y ni mucho menos todo está barato, pero en renta variable ya hay oportunidades muy interesantes y lo mejor de todo, que llevamos tiempo sin ver, es que las hay en sectores muy diferentes. La bolsa de EEUU cotiza aproximadamente a 17 veces beneficios, en línea con su media histórica, pero la europea cotiza a 12x, que ya es un nivel atractivo. La valoración no será un catalizador este trimestre, pero sí nos acerca el suelo y acota el impacto de los escenarios más negativos. Existen casos extremos de sobre reacción, con muchos negocios tecnológicos incluso cotizando por debajo de su posición en liquidez, lo que implica asumir la quiebra ante la imposibilidad de financiación, incluso de compañías que hoy no tienen deuda.
No pretendo sonar excesivamente optimista en el corto plazo, pero sí creo que, en este punto de inflexión para la economía y la sociedad, los mercados están ya descontando un escenario muy negativo, todo tiene un precio y también existen riesgos al alza.
Las carteras de hoy son las mejores de los últimos tiempos. La renta fija comienza a estar correctamente remunerada, podemos comprar buenos negocios a precios razonables en renta variable y encontramos sectores que pueden beneficiarse de la situación actual, con temáticas como la transición energética, las infraestructuras y las materias primas, por ejemplo, que cuentan con viento a favor.
Pero no nos engañemos, seguimos en un punto de inflexión y vamos a un mundo con mayor inflación y menor crecimiento. Adicionalmente, dejamos atrás un ciclo alcista de casi 40 años para los bonos y damos por finalizado el experimento monetario de la última década. Con todo esto, estamos convencidos de las oportunidades, pero también de que no será un camino fácil. La volatilidad se mantendrá alta y la dispersión también.
Es en estos momentos especialmente, donde un buen asesoramiento y una gestión activa y una estrategia inteligente marcan realmente la diferencia. Así se está demostrando y así seguirá siendo durante los próximos trimestres y seguramente años.
Asesórense correctamente, construyan un plan de inversión adecuado, no se conformen con invertir en un índice, seleccionen los fondos, acciones y bonos adecuados, contemplen la posibilidad de equivocarse y además de delanteros, incluyan defensas en su cartera y, sobre todo, recuerden comprar barato y vender caro, pero para asegurarse de que lo consiguen, no traten de vender en máximos y comprar en mínimos.
Diego Fernández Elices es Director general de inversiones de A&G