Silicon Valley quiere transformar el mundo con éxito empresarial
Estar entre los más ricos del planeta y ser dueños, accionistas y gestores de las compañías más grandes provee del púlpito más influyente
Todos los máximos ejecutivos de las grandes tecnológicas han sido Persona del año en la portada de Time. No serlo, hace 35 años, provocó un enfado a Steve Jobs, fundador de Apple. En cuatro décadas, Jobs protagonizó muchas otras portadas de Time, conforme Apple lanzaba al mercado “insanely cool products” (productos increíblemente guays, en sus palabras, que escuché por primera vez de su boca en Düsseldorf, 1991). Su sucesor al frente de Apple, Tim Cook, también utiliza la expresión insane (increíble, o insensato), en honor a Jobs, pero prefiere la palabra exciting (emocionante).
¿El éxito empresarial consiste en lanzar productos super cool? No, si nadie los compra. Pero si, el “iPhone es el producto más exitoso de todos los tiempos”, según Leander Kahney, autor de Tim Cook, the genious who took Apple to the next level e Inside Steve’s brain, entonces sí. ¿Habría una expresión más amplia del éxito empresarial? Sí, vender mucho y rentablemente convierte una empresa en la más valorada del mundo y, al fundador, en una de las mayores fortunas del planeta; y, si además, la empresa transforma la vida económica, empresarial, social y familiar de millones de personas, entonces, todo ello junto sería sinónimo de éxito empresarial. Al menos en Silicon Valley.
Ser persona del año en Time y fundar o dirigir una empresa como la antes descrita, es lo que tienen en común hoy Elon Musk (hombre más rico del mundo, propietario de Tesla, Space X, fundador de Paypal y a punto de comprar la red social Twitter); Jeff Bezos, fundador de Amazon, primer distribuidor mundial con el comercio electrónico más exitoso, aunque él no considera Amazon un distribuidor, sino “empresa tecnológica” (Brad Stone: The everything store: Jeff Bezos and the age of Amazon); Sergei Brin y Larry Page, fundadores de Google (Alphabet) y quien hoy les gestiona el negocio, Sundar Pichai; Satya Nadella, al frente de Microsoft; Mark Zuckerberg, fundador de Facebook (Meta). Y obviamente, Tim Cook (Apple).
Todos ellos tienen una visión y una misión que trasciende el éxito empresarial entendido como ventas, beneficios y valor en Bolsa, aunque por estos criterios se les juzga. A 29 de abril, las empresas big tech presentaron sus resultados trimestrales, con mayor o menor fortuna, según las expectativas de los analistas financieros: Facebook (Meta) obtuvo menos resultados de los esperados por el mercado, pero su acción subió en Bolsa, porque aumentó el número de usuarios: Facebook es una red social que, junto a sus hermanas Whatsapp e Instagram, supera los 5.000 millones de usuarios.
El éxito empresarial da los recursos a estos empresarios y directivos para cambiar el mundo, para hacer realidad su visión. Reitero: estar entre los más ricos del planeta y ser dueño, accionista, gestor de las empresas más exitosas del mundo, provee del púlpito con mayor influencia imaginable. Por ejemplo, Tim Cook, desde siempre, ha tenido objetivos globales que pretende conseguir desde Apple: accesibilidad de las tecnologías para todos como un derecho humano fundamental; educación de calidad para todos, cuidado del medioambiente; inclusión y diversidad, privacidad y seguridad (de los datos de los clientes) y responsabilidad social en la cadena de suministro. Apple, primera compañía del mundo por ventas, rentabilidad y valor de mercado, amén de reputación, tiene los recursos para hacer realidad esos objetivos de Cook. Lo que no es incompatible con vender iPhone, iPad, servicios (Apple Pay, Apple Store, Apple TV), etc.
Elon Musk multiplica todo por tres: tiene trillizos, tres hermanos, tres nacionalidades (sudafricano, canadiense y estadounidense), y sus objetivos para el mundo son cuidar el medio ambiente (Tesla), conocer otros mundos (Space X) e integrar inteligencia artificial con el cerebro humano (ha fundado tres compañías para ello). Ahora se ha convertido en adalid de la libertad de expresión y quiere que Twitter sea esa ágora o “public square” (plaza pública) en que cada uno diga lo que quiera, “dentro de los límites de la ley”.
Jeff Bezos (Amazon) está enfadado con Elon Musk: le ha relegado a segundo hombre más rico del mundo y le ha hurtado el discurso sobre la libertad de expresión que, pensaba, le era propio desde que compró The Washington Post. Quien empezó en 1995 vendiendo libros por internet, hoy es una empresa tecnológica líder en inteligencia artificial (Alexa), cloud computing (AWS), cine (Amazon Prime Video y la compra de MGM) y obviamente, ecommerce. Su desembarco en el mundo físico con la compra de Whole Foods y la apertura de tiendas Amazon Go, Amazon Fresh es ejemplo de omnicanalidad y de su deseo de liderar el mercado de supermercados de alimentación. Como Musk, Bezos también quiere conocer otros mundos y tiene su empresa espacial, Blue Origin.
Sundar Pichai (Google) y Satya Nadella (Microsoft) tienen negocios exitosos convergentes, como la inteligencia artificial y cloud computing y comparten su misión universal: extender y aplicar los principios ASG (ambientales, sociales y de gobernanza). Zuck (Facebook/Meta) salta de una crisis reputacional a otra y se ha zambullido en el metaverso, que, sabemos, tiene muy avanzado.
Éxito en los negocios, innovación constante inventando nuevos productos y servicios; diversificación de fuentes de ingresos y visión y misión para transformar el mundo. Por resumir, estas son algunas características que tienen en común los magnates de Silicon Valley y Seattle.
Para acabar, un apunte aclaratorio: el mito de que los fundadores y gestores de estas empresas son personas que abandonaron sus estudios universitarios para fundar un negocio en un garaje, es un mito: todos tienen menos uno– varias carreras universitarias, doctorados y una amplia y profunda formación intelectual: “Me educaron los libros y, luego, mis padres” (Elon Musk).
Jorge Díaz Cardiel es socio director de Advice Strategic Consultants, autor de El New Deal de Biden-Harris