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Tribuna
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La internacionalización de firmas de servicios profesionales: ¿Qué hacer ante tantas opciones?

La apertura de una oficina propia en un país extranjero es una ardua batalla que no acaba en el momento de tomar la decisión

Getty Images

Cuando decides internacionalizar tu firma de servicios profesionales comienza una ardua batalla, que además puede verse obstaculizada por la pandemia, por las diferencias entre las jurisdicciones u organismos públicos poco eficientes. A la hora de realizar el plan de negocio y para poner en funcionamiento nuestro proyecto internacional nos podemos enfrentar a una gran cuestión: ¿abrimos oficina propia, compramos un despacho existente, fortalecemos una serie de alianzas con proveedores locales…?

La primera de ellas es la apertura de una oficina propia. Este modelo se enfrenta a un elevado coste debido a que el desarrollo de una estructura internacional conlleva una inversión importante de recursos (económicos y humanos) para mantener la calidad en una jurisdicción extranjera y la reticencia de despachos locales a que su competidor sea un despacho español recién llegado al país de destino.

Sin embargo, este modelo de internacionalización apuesta por el talento interno y garantizaría la exportación de los valores de la firma a tierras extranjeras. De igual manera, este modelo de negocio, sin necesidad de ejercer derecho local, permite la atracción de inversores a España o prestar soporte en tramitaciones a realizar en España con componente extranjero como la obtención de un Número de Identificación Fiscal de una Sociedad extranjera en la que necesitaremos un poder notarial apostillado en el Estado de origen.

Otra de las opciones es la creación de una red de despachos Best Friends. Sin embargo, esta alternativa puede no resultar convincente por el desconocimiento de la firma con la que te puedes asociar, ni por dónde empezar en una amplia lista de proveedores de servicios. Posiblemente, en una fase muy primitiva y para alguna tramitación en concreto podría funcionar, pero, en este punto, recomendamos, bajo nuestra propia experiencia en Afiens, valorar si esta forma de internacionalizar cumple con los principios, valores y estándares de calidad de tu firma.

La compra de un despacho ya existente en un mercado extranjero supone una inversión elevada y arriesgada, puesto que no se tiene conocimiento de la tipología del cliente en relación con los servicios ofrecidos, antigüedad de deuda, etc. , pero permite no comenzar de cero, ya que en el mercado el nombre del despacho comprador comenzaría a hacer ruido.

La última de las opciones es la vía de la colaboración. Sin llegar a firmar una alianza y teniendo una red de contactos internacionales se puede plantear una cartera de servicios con diferentes proveedores en función de la tipología de las tareas encomendadas o del tipo de cliente. No obstante, desde el principio esta opción puede no funcionar si consideramos que, en ese caso en concreto, se corre el riesgo de no proveer servicios de alta calidad y se pierde el seguimiento en el transcurso del trabajo.

En definitiva, ante escenarios tan complejos y países compitiendo para ser el atractivo de la innovación y la inversión, es difícil optar por la apertura de una oficina propia en un país extranjero, digamos que es una ardua batalla que no acaba en el momento de tomar la decisión y en que, en mi opinión, solo puede conducir al éxito apostando por el talento y la inversión interna para mantener la alta calidad del servicio y exportando sí o sí los valores de la firma.

Álvaro Hernández Corro, International Client Relationship Leader en Afiens Legal.

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