La guerra también se libra en las materias primas, ¿hay peligro de cortes de suministro?
La invasión de Ucrania ha disparado los precios y aunque las sanciones excluyen la energía, su encarecimiento prevé continuar Rusia ha evitado por ahora el corte de suministro pero el colapso en la negociación en mercado ya produce interrumpciones de facto
La energía se ha convertido estos días en arma de guerra. Los ataques de Rusia sobre Ucrania apuntan de forma estratégica a las centrales nucleares, pieza clave sobre la que abordar el control del país: Moscú se aseguró ayer el control de la mayor central nuclear de Europa. La energía es además el gran terreno de juego en el que Rusia y Occidente miden sus fuerzas y encierra un elevado potencial destructor para sus respectivas economías.
Rusia es el gran proveedor de energía de Europa, sin que en los largos años de férreo gobierno de Putin la zona euro haya rebajado su gran dependencia del gas y el petróleo ruso. Al mismo tiempo, la arrolladora campaña militar rusa sobre Ucrania necesita de los ingresos de la exportación de energía, más aún cuando las severas sanciones impuestas por Estados Unidos, la UE y Reino Unido están estrangulando la economía del país. La fuga de compañías occidentales es incesante y el mercado de deuda ya considera de facto a Rusia como un país insolvente.
Por el momento, la industria energética rusa ha quedado fuera de esas sanciones de forma nada casual. El boicot desplegado por los gobiernos occidentales no incluye a las empresas energéticas rusas y la decisión de desconectar al sistema financiero ruso del sistema de pagos swift –la mensajería que facilita las transacciones bancarias a nivel mundial– ha evitado incluir a las entidades Sberbank y Gazprombank, dejando una vía abierta con Occidente para los pagos bancarios de las exportaciones de energía. La realidad del mercado de las materias primas va sin embargo por delante de las sanciones y han empezado a adelantar preocupantes cortes de suministro.
Las cifras de producción de materias primas de Rusia son abrumadoras y dan una idea de la magnitud del alcance del conflicto sobre la energía. Moscú exporta el 40% del gas y el 26% del petróleo que consume la UE. El país que gobierna Putin es de hecho el tercer país productor de petróleo, por detrás de Estados Unidos y Arabia Saudí. Además, es el segundo mayor productor de paladio, con el 37% de la producción mundial, según datos de la agencia estadounidense U S Geological Information Survey. Esta materia prima es básica para los sensores y la memoria de los ordenadores y clave para los coches eléctricos.
Rusia controla también el 13% de la producción global de esponja de titanio, un importante componente para la industria aeroespacial y tiene una cuota de producción del 7% en aluminio y níquel. En cereales, Rusia y Ucrania suman el mayor bloque de producción de trigo del mundo, con el 28% del total, y con Rusia controlando el 18% del comercio mundial. Hasta ahora. El estallido de la guerra en Ucrania ha sacudido el mercado de todas estas materias primas y catapultado sus precios, a pesar de que de hecho el suministro desde Rusia no haya cesado hasta el momento.
Según explica Andreu García Baquero, experto en materias primas de AFI, “en las últimas dos semanas el suministro de gas ruso ha aumentado en comparación con lo que llevábamos en el inicio de año. En particular está subiendo mucho la ruta del Turkstream, al ser la menos afectada geográficamente, pero también ha habido un incremento de los flujos por los gasoductos que pasan más cerca de Ucrania”. El alza de precios del gas en Europa, que alcanzó nuevos máximos esta semana en los 200 euros por megavatio hora, es un incentivo para no paralizar el bombeo.
Esa continuidad del suministro no sirve sin embargo para relajar los precios y la negociación diaria en mercado del gas y el petróleo está causando de facto interrupciones en el suministro, aunque no sea la opción política de ninguna de las dos partes. “La relación comercial entre la UE y Rusia es bidireccional, hay una necesidad de gas en Europa, y Rusia necesita los recursos que se generan de esta transacción, un corte de suministro es perjudicial para ambas partes”. Pero para los intermediarios de materias primas, el gas y en especial el petróleo rusos son ahora un activo de riesgo muy elevado.
El problema logístico
El transporte marítimo de crudo ruso se está viendo afectado estos días ante la reticencia de los operadores a negociar un activo sobre el que se pide una prima de riesgo por conflicto bélico, al tiempo que se buscan proveedores alternativos. El broker de materias primas Trafigura, un gigante a nivel mundial, exigía esta semana un descuento récord para vender el petróleo ruso, de 22,70 dólares el barril cuando los futuros del brent han llegado a rozar los 120. Goldman Sachs estima que de los 7,3 millones de barriles diarios que exporta Rusia, 6 de ellos son a través de cargueros que afrontan ahora el mayor riesgo de protagonizar ese corte de suministro por no tener salida en el mercado.
“Los mercados están yendo más allá de las sanciones, ya sea por miedo o por convicción. Los intermediarios rechazan la negociación del petróleo ruso”, señala Julián Cubero, experto de BBVA Research. Pese a la máxima incertidumbre que rodea la guerra en Ucrania y sus consecuencias económicas, el escenario central que maneja la firma es el de un alza sostenida de los precios del petróleo y el gas, pero no un corte del suministro. “Si no se ha emprendido ya ese camino es porque los efectos son muy negativos”, explica Cubero.
La decisión política de interrumpir el suministro energético se ha evitado por el momento. Incluso Estados Unidos ha reconocido que no plantea extender las sanciones a las importaciones de gas ruso, que apenas suponen el 7% del total. Ello a pesar de que Washington está muy lejos de la dependencia energética que tiene la UE de Rusia. EE UU produce crudo pero también lo importa, principalmente de canadá, por el 52% del total, junto a otro 10% de México, según datos del Departamento de Energía de EE UU.
En todo caso, aunque Europa logre conjurar el peligro de apagón energético –con Alemania y Austria como los países más expuestos–, no va a librarse de un entorno de precios del gas y el petróleo muy elevados, que van a disparar el coste de la electricidad y a engordar aún más la inflación. El conflicto ha pulverizado las previsiones de precios que se estimaban para este año. En un escenario en que Rusia llegara a reducir sus exportaciones a Europa como medida de presión, podría alcanzar los 150 dólares, según Moody’s.
Goldman Sachs reconoce que su previsión de 115 dólares está en entredicho y cree que los precios del petróleo van a ser elevados de forma estructural. “Solo la destrucción de demanda, a raíz de nuevas alzas de precios, es ahora probablemente la única forma de dar estabilidad a los precios. La elasticidad de la oferta no es lo bastante relevante ante un potencial e inmediato shock de suministro”, aseguraba esta semana en un informe. En el caso del trigo, en Citi aseguran que un cierre de las exportaciones por el mar Negro podrían encarecerlo otro 35%.
Fuerte dependencia
La Agencia Internacional de la Energía anunció esta semana su decisión de liberar 60 millones de barriles de petróleo diarios de sus reservas estratégicas, en un intento por contener el alza de precios. El alivio no será suficiente, según apunta Goldman Sachs, que recuerda que esa cuantía solo equivale a la pérdida de 10 días de exportaciones de petróleo ruso. El banco recuerda que más de 80 millones de barriles diarios se han liberado de las reservas estratégicas desde principios de 2021 sin que ello haya impedido que se duplicaran los precios.
En su opinión, la única respuesta en el corto plazo para abaratar el crudo podría venir de un incremento de la producción de la OPEP, a la que el cártel se resiste, y del regreso al mercado del crudo iraní. “Sin embargo, las actuales sanciones en la sombra sobre las materias primas rusas, con cargueros y compradores reacios a transportar los barriles, ha creado una gran disrupción en la producción”
En los próximo meses, el escenario geopolítico radicalmente distinto que impone la guerra de Ucrania difícilmente augura caídas de precios en las materias primas. Y para el medio plazo, la UE afronta el reto de cómo reducir su dependencia energética de Rusia. Según la AIE, en solo un año podría rebajar en un tercio sus importaciones de gas si pone en marcha medidas como recurrir a otros proveedores, comprar más gas licuado o potenciar con más intensidad las renovables.
Citi señala que “reforzar las renovables será parte de la estrategia, pero los políticos no pueden ser tan ingenuos de pensar que pueden vivir sin ningún tipo de energía fósil de Rusia”. Y apunta a la oportunidad que suponen las seis plantas de gas licuado que están en marcha en EE UU y que asegura podrían en 2026 reemplazar las importaciones de gas ruso.
Mientras se consolida la transición energética, en un proceso cada vez más costoso que llevará años, el gas natural licuado es la gran baza para Europa, donde destaca España, con el 25% de capacidad europea de regasificación. “España es uno de los países del mundo con mayor diversificación para la entrada de gas desde cualquier punto del mercado internacional”, destaca Carlos Solé, socio responsable de Energía y Recursos Naturales de KPMG en España. El país está por tanto muy lejos del riesgo de apagón energético de Alemania, aunque la guerra esté dejando nuevos máximos en el precio de la luz.