La evolución del petróleo cuestiona los objetivos climáticos
El combustible fósil cubre el 85% de las necesidades energéticas
La cotización del petróleo está disparada. Tanto, que ha alcanzado el nivel más alto desde 2014, por encima de los 100 dólares el barril de Brent (el de referencia en Europa). La tensión entre Ucrania y Rusia ha empujado más los precios en las últimas semanas, pero el también denominado oro negro lleva tiempo en rally: desde el mínimo que marcó al inicio de la pandemia (19,33 euros en abril de 2020) ha subido un 430%.
Cristina Noguera, profesora de EAE Business School, describe la situación: “Tras la bajada masiva del precio del petróleo por una caída sin precedentes de la demanda durante el pico más importante del Covid-19, parece claro que los principales países productores, especialmente los miembros de la OPEP, quieren recuperar la rentabilidad e incluso, en los casos más extremos, las pérdidas; contienen la producción (está en niveles inferiores a 2019) para tensionar el mercado”.
La evolución está lejos de cambiar y son varias las firmas de inversión, como JP Morgan y Goldman Sachs, que ven el Brent por encima de los 100 dólares en el corto plazo. La escalada del crudo tiene serias implicaciones para las economías y también para la transición energética.
Los países productores, especialmente los miembros de la OPEP, quieren recuperar la rentabilidad, e incluso las pérdidas de la pandemia Cristina Noguera, profesora de EAE Business School
Un informe de Carbon Tracker publicado en el arranque de 2022 (Managing Peak Oil: Why rising oil prices could create a stranded asset trap as the energy transition accelerates) señala que “las compañías de petróleo y gas pueden estar tentadas de tomar decisiones de inversión hacia la búsqueda de nuevas extracciones, un argumento contrario con las reducciones necesarias de producción para situar el calentamiento mundial por debajo de 2 °C”.
La plataforma calcula que si ejecutaran estas inversiones, el sector podría perder unos 530.000 millones de dólares de capex (gasto en capital) esta década. “Sabemos que la demanda se debilitará a medida que se acelere la respuesta política a la crisis climática y el despliegue de nuevas tecnologías.
Para que las empresas gestionen eficazmente esta transición, deben resistirse a actuar con las señales de los precios a corto plazo. Si no se reconoce el cambio radical energético, se corre el riesgo de desperdiciar enormes cantidades de capital, ofrecer bajos rendimientos a los inversores y bloquear la reducción de las emisiones más allá de los objetivos de París”, según Mike Coffin, responsable del área de petróleo y gas de Carbon Tracker y coautor del informe.
La demanda del petróleo caerá en la medida que se acelere la respuesta política a la crisis climáticay el despliegue de nuevas tecnologías
Sin embargo, el camino para la transformación aún parece largo. Cristina Noguera indica que “en la actualidad, aproximadamente un 85% de las necesidades energéticas a nivel global continúan llegando de los fósiles”.
Mans Nilsson, director ejecutivo del Instituto Medioambiental de Estocolmo, explica en el informe The Production Gap, también publicado el pasado enero, y en el que han colaborado la ONU y el Instituto Internacional para el Desarrollo Sostenible, entre otras organizaciones, que “las previsiones apuntan a una producción de más del doble de combustibles fósiles de lo que sería coherente con la limitación de calentamiento a 1,5 °C en 2030, y de un 40% más con los 2 °C para 2040”.
Nilsson llama “a la urgente necesidad de que las promesas de cero emisiones se traduzcan en acciones reales” por parte de los Gobiernos.
La previsión apunta a una producción de más del doble de energía fósil en 2030 de lo que sería coherente con limitar el calentamiento a 1,5 °C
Para Víctor Ruiz Ezpeleta, profesor de OBS Business School, “lo cierto es que aún estamos lejos de un sustituto efectivo del petróleo. Las energías limpias son irregulares y avanzan muy lentamente. Si a esto añadimos el propósito de muchos países de terminar con la energía nuclear, la dependencia del petróleo es aún más clara”.
En su opinión, “debemos solucionar rápidamente la paradoja de la energía: cada vez necesitamos más por el aumento de la población y el uso de la tecnología, pero a la vez queremos menos dependencias de los combustibles fósiles. Esto solo puede solucionarse con una apuesta clara y continuada por las renovables”.
Debemos solucionar pronto la paradoja de la energía: cada vez necesitamos más, pero a la vez queremos menos dependencia de los fósiles
El Ártico es un buen ejemplo de dicha paradoja. El deshielo por el aumento de la temperatura está favoreciendo la explotación y el tránsito de buques, y ha sido visto como una oportunidad en una crisis energética sin precedentes.
“Gran parte de los Gobiernos están en contra por la repercusión e impacto medioambiental que supone una zona de especial protección como el Ártico. Pero se prevé que la guerra continúe ya que bajo sus capas de hielo se esconden más del 20% de los depósitos de hidrocarburos mundiales”, resume Noguera.