El retraso del INE al actualizar la cesta de la compra condicionará el IPC de todo 2022
CaixaBank asegura que el IPC cerró diciembre en el 4,7% en vez del 6,5% El cambio de metodología en el cálculo se debe realizar en enero
La escalada de la inflación debido al encarecimiento de la energía y las cifras récord con las que cerró el Índice de Precios del Consumo (IPC) en 2021 han llevado al Instituto Nacional de Estadística (INE) a plantearse un cambio de metodología a la hora de calcular el indicador. La razón se encuentra en la imprecisión actual de un cómputo que no tiene en cuenta el mercado libre (a pesar de que corresponde a más de la mitad de los hogares del país) y puede dar lugar a errores por contabilizar únicamente el mercado regulado, cuyos precios se han disparado. Esta distorsión, sugieren fuentes del INE, se mantendrá durante todo el año 2022, ya que las actualizaciones deben hacerse en el primer mes del ejercicio.
Esto pone sobre la mesa las consecuencias correspondientes que un IPC disparado puede ocasionar en la revalorización de las pensiones, en los alquileres de vivienda o en los salarios sujetos a las revisiones conforme a la inflación.
El IPC registró desde febrero de 2021 un avance sin precedentes que llevó a un crecimiento anual del 6,5% en diciembre. Los ojos estaban puestos en si el INE cambiaría la forma de cálculo en el IPC adelantado del mes de enero, publicado este lunes. Estadística explicó a este respecto que la tarea no es sencilla, por lo que seguirá trabajando con las empresas eléctricas para cuadrar “un sistema de obtención de información que se adapte a los requerimientos del IPC”.
Este nuevo cálculo, confirman estas fuentes, estaría disponible previsiblemente el próximo enero, ya que los cambios en la metodología deben operar desde el primer mes del año para no cambiar las reglas de juego en mitad del ejercicio. Esto supondrá, siempre que los precios del mercado libre sigan en cotas elevadas, que el IPC de todo el año 2022 volverá a estar condicionado por un método de cálculo que ha quedado en cierto modo desfasado.
Un estudio al respecto publicado esta semana por CaixaBank Research permite hacerse una idea del calibre que alcanzaría esta distorsión en el indicador durante este año. Según asegura el informe elaborado por el centro de estudios de la entidad, “de incorporarse los precios del mercado libre y no solo los del mercado regulado, hubiéramos cerrado el año con una inflación general del 4,7% y un promedio anual en 2021 del 2,2%”. Las cifras contrastan con el avance oficial del 6,5% con el que cerró diciembre y con el del 3,1% de la media anual.
Los cálculos de CaixaBank Research, explica Oriol Aspachs, director de Economía Española en el centro de estudios, “se basan en los datos de los recibos domiciliarios de los clientes que manejamos en la entidad”. Aspachs asegura que en años previos, cuando el coste de la energía estaba estable y no había prácticamente diferencias entre los dos grandes mercados eléctricos, los datos del IPC oficial, “décima arriba, décima abajo” no habrían variado si se hubiesen incluido los precios del mercado libre. Por eso, añade, las estimaciones del informe son “fiables”.
Según la entidad, a partir de estos datos propios, puede concluirse que el IPC “ha estado claramente sesgado al alza en 2021 debido a esta omisión” del mercado libre.
Del dato del IPC oficial dependen un sinfín de revisiones que afectan al conjunto de la economía. Una es la actualización de las pensiones según el promedio de inflación registrado entre diciembre de 2020 y noviembre de 2021 en el caso de la revalorización de cara a 2022. Lo mismo sucedería, esta vez con los datos de este año, con la actualización prevista para el ejercicio próximo.
También están ligadas al IPC las cláusulas de garantía salarial de los más de 1,2 millones de trabajadores que han negociado en sus convenios estas subidas, las actualizaciones de los contratos de alquiler de vivienda o las licitaciones públicas. El IPC, a su vez, puede servir de orientación o referencia para otro tipo de medidas como la subida del ingreso mínimo vital.
Todas estas revalorizaciones, según han alertado varios economistas y expertos, entre los que se encuentran los del servicio de estudios de CaixaBank, pueden provocar efectos de segunda ronda que terminen originando una espiral inflacionista. Según alegan, si la inflación se traslada a los salarios y a las prestaciones puede originarse una presión extra sobre los precios finales que acabe generando una espiral aún mayor.
Estadística niega sesgos
El Instituto Nacional de Estadística (INE) aseguró ayer que el Índice de Precios al Consumo (IPC) es “absolutamente correcto” y no comparte la conclusión de CaixaBank de que “sesgó al alza la inflación en 2021” por medir erróneamente el precio de la luz. En un comunicado, el INE cargó contra la metodología en la que se basa el estudio para poner en cuestión su forma de confeccionar el IPC. Estadística reconoce que la clave para una correcta medición de la evolución de los precios del mercado eléctrico es disponer de información relativa a esos precios, algo “que no ha sido posible conseguir todavía”. “Es más, las conclusiones después de estos contactos con las empresas fueron dos fundamentalmente: que los ingresos no sirven para medir la evolución de los precios, y que las facturas de los clientes no sirven para medir la inflación”, asegura el INE.