Un país que acompaña mejor a sus emprendedores
Es importante que revisemos algunas actitudes, especialmente la visión española del fracaso
Hoy en día es habitual escuchar historias de jóvenes que dejaron de lado los estudios para construir exitosas empresas multinacionales que nacieron en un garaje y hoy facturan a doble dígito. Una hazaña que parece más complicada en nuestro país que al otro lado del charco. Y digo parece porque mi experiencia me dice que cada vez estamos más preparados para competir en igualdad de condiciones con el mercado americano en lo que a emprendimiento se refiere. Sin embargo, sí coincido en que el sector, tanto en España como en el resto de Europa, se encuentra actualmente en una fase de maduración bastante notable.
Solo tenemos que analizar los números y ver el ritmo de crecimiento de las inversiones en startups españolas. Según datos de ASCRI, la Asociación Española de Capital, Crecimiento e Inversión, el private equity nacional batirá este año el récord de inversión alcanzado en 2020, cifrado en 6.275 millones de euros. Además, por primera vez, en los primeros nueve meses del año, el volumen invertido en startups ha superado los 5.000 millones.
Observamos que en nuestro país existe un crecimiento similar al que nos encontramos en otros países de Europa en materia de emprendimiento. Atendiendo a un informe de Sifted, el portal especializado en startups de Financial Times, somos la segunda región mundial con mayor inversión y con un crecimiento año a año muy por encima de la media. De 2020 a 2021, la inversión ha aumentado 2,9 veces, hasta alcanzar los 49.000 millones de euros. Somos el continente cuyas ciudades acumulan más unicornios, ascendiendo a un total de 65 concretamente. Una cifra que es probable que aumente en las próximas semanas.
Lo que estos datos nos demuestran es que en un mundo globalizado e hiperconectado como el que vivimos, y dado el estado de maduración del sector y la tasa de crecimiento, España tiene la fuerza suficiente para jugar un papel relevante en el presente y sobre todo en el futuro de esta industria. Algo que poco a poco estamos consiguiendo, ya que, tal como apuntan datos de ASCRI y Kibo Ventures, somos la séptima región mundial en nuevos unicornios desde 2015 y la cuarta en potenciales nuevos unicornios.
España siempre ha sido cuna y hogar de grandes talentos. Echando la vista atrás, historias como las de Idealista, Edreams, o Bluemove, nos ayudan a entender cuáles fueron los primeros pasos que permitieron trazar los mimbres de la industria, sobre los que asentar las bases del emprendimiento en nuestro país y que han dado paso a tantos casos de éxito.
Nuestro informe Future in Progres, donde han sido entrevistados diez fundadores y altos directivos de grandes startups nacionales, nos ofrece información relevante para conocer mejor algunos de los principales retos a los que estos emprendedores se enfrentaron y que hoy todavía, en algunos casos, siguen vigentes. Ejemplo de ello son las críticas continuas de los fundadores a los bancos. Un sistema que consideran todavía demasiado conservador y que, de esta forma, no ha sido capaz de comprender y entender las necesidades de las nuevas y jóvenes compañías. Según apuntan los entrevistados, no solo no facilitan financiación ante la necesidad de las startups de cerrar rondas, sino que además son una fuente de problemas para la operativa diaria de sus negocios.
Por el contrario, es importante resaltar la buena percepción que tienen las startups de las administraciones públicas en las etapas más incipientes de las compañías. Mientras se reconocen incomprendidos por los bancos respecto a sus necesidades, las startups valoran muy positivamente el papel de estas instituciones en estas primeras fases, quienes actúan en la mayoría de los casos como inversores. Esto, sumado al reciente proyecto de Ley de Startups, que esperemos que se apruebe próximamente, supone un paso más en la ayuda y empuje al sector emprendedor, cargándolo de optimismo y posicionando a España como uno de los mercados más atractivos para la inversión y el talento.
Ahora, cuando pensamos en emprendedores de éxito nacionales, no tenemos dedos en las manos para contar la cantidad de startups que han nacido y crecido hasta convertirse en grandes scale ups. No debemos conformarnos. A mi parecer, todos, especialmente aquellos que como RSM trabajamos mano a mano con startups, debemos apoyar a estos valientes y darles las herramientas necesarias para ayudarles a que su proyecto crezca y consiga superar todas las etapas hasta convertirse en una empresa de éxito.
Como es lógico, el sector ha necesitado madurar, pero ahora nos encontramos con una situación privilegiada. Los venture capitals nacionales cuentan con pulmón suficiente para acompañar a los emprendedores en todo su viaje. Igualmente, los partners de las startups cada vez se han especializado más para poder ofrecer un servicio mucho más profesional y adaptado a las necesidades de estas compañías.
Llegados a este punto es importante que a nivel sociocultural revisemos y modifiquemos algunas actitudes, especialmente aquellas relacionadas con nuestra visión sobre el fracaso. Una cosa es cierta: no importa cuánto crezca una empresa; ni si se convierte o no en un unicornio: emprender y no triunfar nunca debería verse como un fracaso. Emprender es un éxito en sí mismo en cualquiera de los casos, una aventura que aporta numerosas lecciones de incalculable valor a título individual, y que suponen un auténtico máster MBA en la práctica.
En el sector reina un ambiente muy positivo y poco habitual en otros campos del que debemos hacernos eco y reflejo. El entorno es favorable y colaborativo, donde fundadores de grandes startups disfrutan inspirando a los recién llegados. En definitiva, el ecosistema está más preparado que nunca para ayudar a los emprendedores a resolver todos los desafíos a los que se enfrentan y acompañar a su compañía desde la idea, en su nacimiento hasta el éxito en su desarrollo.
Joan Ferran es socio de RSM España