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El ejecutivo de Microsoft que sigue jugando a los marcianitos

Con la anunciada compra de Activision Blizzard, Phil Spencer aspira a competir con Sony sin poner barreras a los usuarios

Phil Spencer, CEO de Microsoft Gaming.
Phil Spencer, CEO de Microsoft Gaming.reuters
Carlos Gómez Abajo

Es un ídolo de los jugadores de videojuegos, que agradecen su empeño en facilitarles la vida, permitiendo por ejemplo la compatibilidad de los programas entre las distintas consolas Xbox. Además, sigue jugando a los marcianitos, aunque ahora quizás tenga menos tiempo. Phil Spencer (Ridgefield, Washington, EE UU, 1968), vicepresidente ejecutivo de Microsoft encargado de Gaming, será ahora también consejero delegado de la filial, tras el anuncio de un acuerdo por la compra de Activision Blizzard (plataforma de Call of Duty, entre otros juegos), que colocaría al gigante fundado por Bill Gates como la tercera empresa del mundo por ingresos del sector, tras Tencent y Sony.

El martes 18, Microsoft acordó pagar 95 dólares en efectivo por cada acción de Activision, una prima del 45% sobre el precio de cierre del día 14. La plataforma de videojuegos pasa por dificultades de reputación: ha despedido desde el verano a 37 empleados, por denuncias de acoso sexual que están siendo investigadas por las autoridades. Pero la oferta es inferior al precio de hace un año, encaja en la apuesta por el metaverso y abre una puerta al negocio en móviles, gracias a Candy Crush. El problema es si llamará la atención de los organismos de competencia.

Phil Spencer se casó con su novia del instituto, y tienen dos hijas, ambas veinteañeras. Llega al trabajo temprano, pero nunca se queda más allá de la hora de la cena. Suele dedicar un par de horas a la Xbox Live antes de dormir; durante los fines de semana prefiere tocar el piano o jugar al ajedrez. Es un hábil conversador y le encanta la música, en particular el punk de toda la vida o Led Zeppelin, su banda favorita.

Mide 1,65 metros y viste ropa informal. Es una estrella en el mundo de los videojuegos, algo poco habitual en un ejecutivo del sector. Comparte públicamente su alias en Xbox, y anima a la gente a jugar con él. Es un defensor acérrimo del juego cruzado, es decir, que pueda jugarse a cualquier franquicia en cualquier plataforma o consola.

Mientras estudiaba Comunicación Técnica y Científica en la Universidad de ­Washington (costa oeste), un compañero de residencia que era hijo de un vicepresidente de Microsoft le vio programando juegos en Atari y le ofreció hacer unas prácticas veraniegas. Era 1988 y, como cuenta él mismo en el portal especializado GameSpot, no tenía ni idea de lo que eran Microsoft y Windows. Al terminar le ofrecieron quedarse, simultaneándolo con la carrera.

Tras graduarse en 1990, pasó a ser programador a tiempo completo, y a dirigir el desarrollo de productos de CD-ROM, como la enciclopedia Encarta, y el lanzamiento de MSN. En 2000, Microsoft entró oficialmente en el mercado estadounidense de videojuegos con su primera consola doméstica, la Xbox. Spencer pasó a dirigir el desarrollo de videojuegos del grupo en 2003. Trabajó varios años en Londres, y en 2008 regresó a Redmond, la ciudad de 54.000 habitantes cercana a Seattle donde tiene su sede Microsoft, ya como vicepresidente corporativo, manteniendo la jefatura de los juegos.

Mientras, las consolas del grupo no funcionaban demasiado bien. La Xbox One había intentado ampliar su uso más allá de los videojuegos, emitiendo películas y otros contenidos, al tiempo que dificultaba su uso para los jugadores, impidiendo por ejemplo compartir los programas con amigos. La PlayStation 4 de Sony cogió ventaja, y ya no la perdió. Meses después, en 2014, Spencer fue nombrado responsable de Xbox, mientras Satya Nadella, el CEO del grupo, expresaba sus dudas sobre seguir en el negocio.

Spencer dijo que la única manera de hacerlo era echar el resto. Pidió sugerencias a los usuarios y de ahí surgió la retrocompatibilidad, es decir, que los juegos nuevos pudieran ejecutarse en consolas antiguas. Al año siguiente, compró Mojang, el desarrollador sueco de Minecraft, el juego más popular del mundo por entonces, por 2.500 millones de dólares, que siguió estando disponible en todas las plataformas, incluidas las de Nintendo y Sony. En 2016 Spencer fue más allá, permitiendo el juego cruzado, es decir, que usuarios de consolas rivales se conectaran con los de Xbox Live, el servicio online que ahora se llama Xbox Network. El directivo explica esas decisiones señalando que el número de compradores de consolas no crece demasiado, y que pretender vender su consola a todos los aficionados a los juegos no es un objetivo razonable.

En 2017 ascendió a vicepresidente ejecutivo de gaming, directamente por debajo de Nadella. En ese año llegó a un acuerdo con Nintendo para seguir fomentando la compatibilidad. Sony tardó más, pero acabó sumándose a la apertura de fronteras. Más tarde, también Sony y Microsoft se aliaron, para explorar innovaciones en inteligencia artificial, la nube y el streaming. Spencer lanzó el servicio de suscripción Game Pass y un mando adaptable para jugadores con movilidad limitada, e impulsó que los juegos puedan usarse en los PC.

Por todo ello, los aficionados adoran a Spencer, incluso demasiado: tuvo que contratar seguridad privada para protegerse en los múltiples eventos de la industria a los que acude, generalmente sin avisar. Y juega en línea con sus fans: los videojuegos, dice, permiten conectar a personas de situación social muy distinta. Pero no todo es compartir, y Microsoft también desarrolla juegos exclusivos, y sigue comprando empresas de desarrollo, como Bethesda (Doom), a las que deja mucha libertad creativa.

La compañía no ha dado muchos detalles sobre las sinergias de la compra de Autovision, quizás para cubrirse de la mirada de los órganos de competencia. La operación no ha sido recibida con entusiasmo por los accionistas de Microsoft, pero ha hecho más daño bursátil a Sony. Y los de Activision no terminan de creérsela, puesto que el valor cotiza a 82 dólares, un 14% por debajo de la oferta: probablemente esperan propuestas alternativas, por ejemplo de Netflix, que ha mostrado interés por el sector. La guerra de los contenidos está abierta. Spencer tiene a los usuarios de su parte; ahora debe convencer a la Administración y al mercado.

Movimientos

La compra de Activision podría ahorrar a Microsoft, según la firma Wedbush, 1.000 millones de dólares anuales, que cubrirían solo un tercio de la prima del 45% ofertada.

El mercado de los videojuegos está movido. A principios de mes, Take-Two Interactive adquirió Zynga por 12.700 millones de dólares.

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Sobre la firma

Carlos Gómez Abajo
Licenciado en Físicas, máster en Periodismo UAM-El País y posgrado en Información Económica. Es redactor de Opinión de Cinco Días, y también ha escrito en Mercados y en la sección de ocio/lujo. Ha trabajado en el portal de noticias científicas Tendencias 21 y ha hecho traducciones, la mayoría de tipo económico.

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