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La SPAC de Trump es una clase magistral de soluciones alternativas

Si su plan funciona, sus partidarios podrían financiar su campaña sin las restricciones habituales

Donald Trump, ex presidente de EE UU.
Donald Trump, ex presidente de EE UU.Shannon Stapleton (REUTERS)

Donald Trump ya difuminó la línea entre el entretenimiento y la política. Una fusión entre una empresa cheque en blanco y su nuevo proyecto de red social añade las finanzas a la mezcla. Si el plan llega a buen puerto, sus partidarios podrían tener una nueva forma de apoyar la agenda del expresidente –y de promover las perspectivas de los candidatos que le gustan– sin las habituales restricciones de financiación de las campañas, y con la perspectiva de obtener un beneficio.

Trump Media & Technology dijo el día 4 que había recaudado 1.000 millones de dólares de un grupo de inversores no identificado, además de los 250 millones que obtendrá de la fusión con la SPAC Digital World Acquisition. Trump planea utilizar este botín para financiar una empresa de redes sociales llamada Truth Social, que se presenta como una plataforma que no discrimina en función de la ideología política.

En sentido estricto, Trump Media no es un vehículo de campaña. De hecho, como empresa con ánimo de lucro constituida en Delaware, estará obligada a servir a los accionistas. Pero no hay duda de que la visión del mundo de Truth Social será cercana a la del propio Trump. El día 6, el expresentador de realities nombró CEO de Trump Media al excongresista Devin Nunes, un ferviente partidario que votó en contra de certificar la victoria de Joe Biden en las elecciones de 2020.

Trump tiene mucha experiencia en recaudar dinero de partidarios ricos, por lo que su capacidad para conseguir sumas considerables no es nada nuevo. Pero canalizar las inversiones en una empresa cotizada y que puede facilitar y participar en el debate político, y en la que Trump actúa como presidente y “director de la empresa”, podría suponer un salto adelante en las estrategias de financiación de campañas.

Consideremos las formas tradicionales mediante las que un individuo rico de EE UU puede ayudar a un aspirante a político a llegar al cargo. Son muchas y variadas, pero la mayoría tienen inconvenientes. Un plutócrata solidario puede donar a un llamado “super PAC”, o comité de acción política, sin límite. Pero este debe revelar la identidad de sus donantes. Por otro lado, los simpatizantes pueden poner dinero en un vehículo sin ánimo de lucro llamado 501c, que puede ser anónimo, pero está restringido en el alcance de su actividad política. Los donantes suelen eludir estas normas, pero no sin esfuerzo. Durante las elecciones de 2020 se gastaron alrededor de 1.000 millones de dólares de ese “dinero oscuro”, según OpenSecrets.org. Eso es menos de lo que tendrá Trump Media tras su fusión con Digital World.

Trump no ha revelado la identidad de sus nuevos inversores y, según las normas de la SEC, permanecerán fuera del radar mientras tengan menos del 5% de la empresa, lo que equivale a más de 100 millones de dólares según la valoración con la que se cerró el acuerdo con Digital World. Desde fuera no hay forma de saber si los pequeños accionistas de una cotizada son estadounidenses o extranjeros, gubernamentales o privados. Trump no puede utilizar el dinero para sus campañas políticas, pero ­Truth­ Social podría crear una plataforma duradera que aumentaría la visibilidad y la suerte electoral de los candidatos presentes y futuros.

Es poco probable que la Comisión Federal de Elecciones, que supervisa la financiación de las campañas, se oponga. Una de las razones es que ha concedido excepciones a las empresas de medios. El organismo dictaminó recientemente que la red social Snapchat no impulsó injustamente a Biden cuando vetó a Trump de su página de noticias, ya que el propietario de Snap estaba actuando en su propio interés comercial. La plataforma de Trump podría usar esa defensa para argumentar que sus decisiones sobre quién puede decir qué y a quién son meros intentos de servir a sus clientes de forma rentable. La exención de la junta electoral desaparecería si Trump se presentara activamente a las elecciones mientras controla o es propietario de la empresa, pero hasta ahora no se ha declarado oficialmente candidato a ninguna elección.

El mayor atractivo para un donante convertido en inversor podría ser que la nueva empresa de Trump podría ofrecer una recompensa financiera a través de dividendos y ganancias en el precio de las acciones. Dado que ofrece acciones a los inversores por debajo del precio de mercado, algunos podrían embolsarse un beneficio rápido vendiendo tan pronto como puedan. Los vehículos de campaña tradicionales no ofrecen un retorno de la inversión, al menos no monetario.

Dirigir una empresa que cotiza en Bolsa conlleva otras obligaciones onerosas, como el cumplimiento de las leyes de valores de Estados Unidos. Los principales reguladores financieros de Wall Street ya están investigando el acuerdo entre Trump Media y Digital World, según reveló el día 6 la SPAC. Sin embargo, los requisitos de documentación y el trato con los organismos de control son principalmente una preocupación para la empresa y no para sus accionistas.

El resultado es que, para un inversor que comparte la visión del mundo de Trump y quiere ayudar a difundirla, no hay mucha diferencia entre Trump Media y un vehículo de campaña. Y su empresa aporta una serie de ventajas añadidas, desde el anonimato hasta un posible beneficio, además de, presumiblemente, la gratitud del expresidente. Queda por ver si Trump tiene el ingenio para crear una red social de éxito, pero sigue siendo un maestro en el uso de la ambigüedad financiera para su máximo beneficio.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

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