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Foro Futuro

Europa pierde protagonismo en la disputa por la hegemonía tecnológica mundial

Los expertos aseguran que la UE debe aprovechar su ventaja en sostenibilidad, vacunación y tecnología 5G Solo un 10% de los unicornios globales son europeos, frente a un 70% chino y estadounidense

Desde la izquierda, de arriba abajo, Santiago Carbó, director de estudios financieros de Funcas; Águeda Parra, analista del entorno geopolítico y tecnológico de China; José Antonio Vega, director de CincoDías; Fernando Fernández, profesor de Economía del iE Business School, y Francisco Pérez, director de investigación del Ivie.
Desde la izquierda, de arriba abajo, Santiago Carbó, director de estudios financieros de Funcas; Águeda Parra, analista del entorno geopolítico y tecnológico de China; José Antonio Vega, director de CincoDías; Fernando Fernández, profesor de Economía del iE Business School, y Francisco Pérez, director de investigación del Ivie.
Gabriela López Escalante

A las puertas de la cuarta revolución industrial, Europa se enfrenta a una necesidad de cambiar su estrategia para garantizar su puesto protagónico en la nueva era digital. China y Estados Unidos han sido durante los últimos años las potencias que han marcado el compás de los avances tecnológicos a escala internacional y su rivalidad ha generado un campo de batalla en el que han emergido como nuevas estrellas las empresas unicornio, aquellas valoradas en más de 1.000 millones de dólares. Pero de estas, Europa solo ha logrado impulsar un 10% de las que existen mundialmente, frente al 70% representado por el gigante asiático y el estadounidense.

Sobre el papel de Europa frente a la hegemonía tecnológica de Estados Unidos y China se ha centrado el debate de este miércoles en la mesa digital de Foro Futuro, el observatorio de tendencias económicas organizado por Cinco Días con el respaldo de Banco Santander. Y aunque los panelistas coinciden en que Europa ha llegado con retraso al partido de la revolución tecnológica, también aseguran que todavía quedan muchas herramientas para ganar el segundo tiempo, sobre todo en materia de sostenibilidad donde la Unión Europea tiene una actitud más determinante con respecto a sus contrincantes EE UU y China.

El marco del debate ha sido fijado por Águeda Parra, analista del entorno geopolítico y tecnológico de China, quien ha señalado que la deuda tecnológica del viejo continente es aún mayor: no hay ninguna empresa europea entre las 20 plataformas digitales más importantes del mundo. Por ello, Parra ha destacado que Europa debe definir sus estrategias en la hoja de ruta de la cuarta revolución industrial en la que China aparece como nuevo invitado, aportando 1.000 millones de usuarios digitales, muchos de ellos siendo ya nativos digitales.

“Vivimos en un entorno dominado cada vez más por una geopolítica de la tecnología, que está priorizando las decisiones de política exterior de todos los países”, ha apuntado Parra, quien resalta que China se ha aventajado en la carrera digital gracias a que durante las últimas dos décadas ha invertido un 13% de gasto anual en innovación, muy por encima del 2% que dedica la Unión Europea a este campo; una cifra que podría situar al país asiático como potencia pionera en innovación puntera para el año 2030.

Regular lo desconocido

China ha situado la innovación como motor económico de su modelo productivo y se ha convertido en un país de unicornios, de acuerdo con Águeda Parra. Pero, mientras la potencia asiática apuesta más por empresas de comercio electrónico o fintechs, Estados Unidos se ha decantado más por la innovación en cloud computing o big data.

Frente a la innovación, la Unión Europea ha asumido más un papel de hermano mayor regulador con una visión que busca proteger al consumidor y sus datos, una postura que podría explicar la desventaja de Europa con respecto al avance tecnológico de China y EE UU, según Santiago Carbó, catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Granada y director de Estudios Financieros de Funcas. “Un terreno mucho más libre en ese ámbito suele fomentar la innovación y ha permitido crecer a muchas de las grandes tecnológicas chinas y estadounidenses”, ha comentado.

Para Carbó, la sociedad tenderá a ser más exigente en materia de protección de datos y esto podría suponer una oportunidad para Europa, que ya ha asumido esa postura más proteccionista. Sin embargo, el enfoque podría estar errado, de acuerdo con Francisco Pérez, profesor emérito de Análisis Económico de la Universitat de València y director de Investigación del IVIE. “¿Se puede aspirar a regular bien si no se ocupa una posición destacada en innovación? ¿Se puede decidir cómo se deben hacer las cosas si no las estamos ensayando nosotros?”, ha interpelado Pérez, quien asegura que Europa debe solucionar cómo hacer compatible los valores de protección con la meta de no ausentarse en la lucha por la supremacía tecnológica.

Estas interrogantes han sido secundadas por Fernando Ferández, profesor de Economía del IE Business School. “Europa pretende estar a la vanguardia de la protección del dato, pero está castigando a la innovación”, ha asegurado Fernández, quien insiste en que la Unión Europea no puede ser un regulador eficaz sin estar a la vanguardia tecnológica y digital. “Si se pretende regular un mundo que no se conoce, se va a regular mal”.

Fernández hace otro inciso para explicar el letargo europeo en la revolución tecnológica: “La innovación se produce para resolver problemas. Y ese es el dilema de Europa, como hay cosas que funcionan bien, no se introduce innovación”. 

Vacunas, energía y 5G

No todo está perdido y la crisis del Covid-19 ha abierto nuevas oportunidades para la UE. La pandemia ha acelerado la hoja de ruta digital y, con la vacunación, Europa ha recuperado un papel protagónico, junto a Estados Unidos, en la carrera biotecnológica gracias a su participación en el desarrollo de las vacunas que dominan el mercado mundial actualmente.

El reto de la transición energética también abre expectativas para Europa. De acuerdo con Parra, la expertise en el desarrollo de energías renovables otorgará a los países una mayor influencia geopolítica y un mejor posicionamiento mundial. Y aunque China lidera el mercado de materiales necesarios para tecnologías como los paneles solares, la Unión Europea ya tiene un avance en la implementación de nuevos modelos energéticos como el solar y el eólico.

También hay buenas nuevas en el campo del 5G, la tecnología que será prioritaria en los próximos años y en la que Europa se sitúa como el competidor principal de China, líder actual en patentes de 5G, acaparando un 87% de las conexiones mundiales. “Aquellos países que antes incorporen el despliegue de la tecnología 5G, antes comenzarán a monetizar el impulso económico asociados a las nuevas tecnologías y nuevos procesos productivos”, ha asegurado Águeda Parra.

Sin embargo, la analista ha afirmado que la incorporación de la capacidad del 5G en la Unión Europea llega con cierta caducidad. “Estamos dos años por detrás de potencias que tienen esta tecnología avanzada ya desplegada, como Corea”, ha señalado Parra, destacando que el perjuicio de retrasar los despliegues del 5G se cifran en 62.000 millones de dólares. “Todo aquello que no empieces a mover, es dinero que dejas de monetizar”, ha insistido, recordando que hasta que no se integre esta tecnología, la Unión Europea no alcanzará el potencial de los hitos como los coches autónomos, el internet de las cosas, la inteligencia artificial o la realidad aumentada.

En medio de este panorama, los panelistas coinciden: no está perdido el partido, pero Europa tiene muy difícil la remontada en la disputa por la hegemonía tecnológica mundial.

Cambio de perspectiva

Fiscalidad. Para Fernando Fernández, la recuperación del liderazgo europeo en la carrera tecnológica tiene que pasar imprescindiblemente por un cambio en el modelo fiscal. “El sistema fiscal europeo penaliza a los innovadores”, aseguró Fernando Fernández, quien detalló que si Europa quiere desarrollar una industria tecnológica y competitiva mundialmente, tiene que repensar un modelo que favorezca la inversión y que permita financiar la innovación.

Intolerancia a la riqueza. Otro cambio necesario según Fernández parte de la educación. “Sigue estando presente, no solo en España, la intolerancia al rico, a la ganancia. Toda revolución tecnológica produce incrementos fundamentales de la desigualdad salarial y esto es un incentivo para atraer inversión y talento. Por eso gran parte de los innovadores europeos terminan en Silicon Valley”, detalló.

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