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Un proyecto de Repsol

CCUS: Las tecnologías que atrapan el CO₂ para luchar contra el cambio climático

Según la Agencia Internacional de la Energía, estas tecnologías serán claves para cumplir con el objetivo de que la temperatura global no suba más de 1,5 grados este siglo

Manu Granda

Han pasado ya seis años desde que los líderes mundiales pactaran, en el Acuerdo de París, reducir sus emisiones de carbono para limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 grados este siglo. Hoy, la pregunta es si será posible transformar a tiempo una economía que en 2021 ha vuelto a situar sus emisiones de CO2 en los niveles pre-Covid y convertirla en una más sostenible.

Para ello, se sabe que serán claves las energías renovables, el hidrógeno y los combustibles de baja huella de carbono, pero solo con eso no será suficiente. Según distintos organismos como la Agencia Internacional de la Energía (IEA) o la Unece (la Comisión Económica de las Naciones Unidas Para Europa), también será necesario atrapar el CO₂ producido por la actividad humana.

Esto es posible gracias a un grupo de tecnologías, conocidas como CCUS (captura, uso y almacenamiento de carbono, por sus siglas en inglés), cuyo mayor potencial se encuentra en su capacidad para reducir las emisiones de sectores como el energético o el industrial. De esta forma, explica Luis Díaz, presidente de la Plataforma Tecnológica Española del CO₂, “sectores como las cementeras, las químicas o las acereras”, cuya electrificación es difícil, “pueden reducir sus emisiones”.

Esta opinión es compartida también por otros expertos del sector, como Antonio López, gerente sénior de Transición Energética y Cambio Climático de Repsol, para el que “el despliegue de proyectos CCUS en la UE puede ser una contribución importante para descarbonizar el sector industrial europeo sin dañar la competitividad de nuestra industria, que está sometida a unas exigencias medioambientales mucho mayores que en otras regiones del mundo”.

Para la IEA, las CCUS, que llevan desarrollándose desde principios de siglo, deberán capturar entre cinco y seis gigatoneladas de CO₂ al año en 2050, lo que supone aproximadamente el 15% del total de emisiones de dióxido de carbono que se estima que se deberán reducir para ese año. Esto, en la práctica, supone multiplicar por 100 la capacidad actual de captura de carbono.

Una vez capturado, el CO2 puede tener multitud de usos, como su reutilización para fabricar polímeros o combustibles sintéticos de cero emisiones netas

“Hasta el 2050 [momento en el cual la Unión Europea prevé ser neutra en emisiones de CO₂], las tecnologías de captura van a tener que aportar a la reducción de emisiones, sin duda. Toda la electrificación que hay que hacer y la instalación de renovables que se necesitarán ya no van a llegar a tiempo, es imposible. Aquí es donde entran las CCUS. La mayoría de ellas están listas para su utilización y se montan en un periodo relativamente corto de tiempo”, indica Díaz.

Posibles usos del CO₂ capturado

La importancia de estas tecnologías no radica solo en su capacidad para capturar el CO2. Una vez atrapado y tratado, el CO₂ puede tener además multitud de usos, como su reutilización para fabricar polímeros o combustibles sintéticos de cero emisiones netas. Eso último es lo que pretende hacer Repsol con la construcción de una de las mayores plantas del mundo de fabricación de combustibles sintéticos a partir dióxido de carbono capturado, que se levantará en Bilbao. Allí, Repsol prevé usar 8.000 toneladas de CO₂ al año para producir 2.000 toneladas de efuels anuales, que además del dióxido de carbono capturado en la cercana refinería de Petronor, usarán de materia prima hidrógeno obtenido a partir de energía eléctrica renovable a través de electrólisis.

Imagen de la refinería de Petronor en Bilbao, donde Repsol tiene previsto capturar CO2 y usarlo para fabricar combustibles sintéticos con cero emisiones netas.
Imagen de la refinería de Petronor en Bilbao, donde Repsol tiene previsto capturar CO2 y usarlo para fabricar combustibles sintéticos con cero emisiones netas.

Pero este no es el único proyecto de este tipo en España. La cementera LafargeHolcim, por ejemplo, comenzó el año pasado la instalación de la primera planta de captura de CO₂ en una cementera en nuestro país, en el municipio de Carboneras, Almería, que se prevé que comience a funcionar en 2022. En un principio, la instalación capturará el 10% de las 700.000 toneladas de CO₂ emitidas por esta fábrica de cemento, que luego será vendido para su reutilización en los invernaderos de la región.

Por otra parte, además de ser utilizado como materia prima, el dióxido de carbono capturado también puede ser inyectado en el subsuelo, en pozos a más de 850 metros de profundidad. “[La reutilización del dióxido de carbono] es interesante como práctica de economía circular, aunque, de momento, no se puede usar todo el CO₂ que es necesario para luchar contra el cambio climático. Por eso no podemos focalizarnos solo en el uso. El almacenamiento va a ser necesario”, explica Antonio López.

Proyectos CCUS en Europa y resto del mundo

Actualmente, hay 27 instalaciones en funcionamiento en el mundo que atrapan 36,6 megatoneladas de CO₂  al año, según cifras del Global CCS Institute, un think tank que busca promover estas tecnologías. Además, hay otros 106 proyectos en desarrollo o en construcción, de los cuales 71 se han puesto en marcha este año.

Parte de los mencionados proyectos son impulsados por la Oil & Gas Climate Initiative (OGCI), una organización que agrupa a 12 grandes compañías del sector, que cuenta con un fondo de inversión de 1.000 millones de dólares de los cuales destina casi la mitad al desarrollo de tecnologías CCUS. Entre sus inversiones se encuentra la iniciativa de la empresa canadiense Svante, que ha desarrollado unos filtros fabricados con nanomateriales diseñados a medida con los que estima poder reducir los costes de captura de CO2 a la mitad. A día de hoy, en Europa, OGCI promueve proyectos de captura y almacenamiento en Reino Unido, Países Bajos y Noruega. 

Sobre la firma

Manu Granda
En la actualidad cubre la industria del automóvil en la sección de Empresas. Previamente pasó por el área de Economía, donde escribió de laboral. Como 'freelance', cubrió la temporada de incendios del verano 2019-2020 en Australia para EL PAÍS. Es graduado en periodismo por la Universidad Rey Juan Carlos y cursó el Máster de periodismo de EL PAÍS.

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