Una hoja de ruta para consolidar el mercado de bonos azules
La innovación financiera debe aportar soluciones imaginativas y eficientes para proteger los ecosistemas marinos
El mercado de bonos azules está aún en su fase emergente. Para su desarrollo es preciso adoptar una serie de medidas que consoliden este instrumento financiero y contribuyan al desarrollo de una economía azul más sostenible en las próximas décadas. Es posible identificar varios aspectos críticos:
1. La necesidad de un estándar internacional específico. El desarrollo del mercado de blue bonds requiere la fijación de un estándar internacional que determine los aspectos críticos: i) la definición de proyecto elegible; ii) la adopción de un sistema de certificación; iii) la validación externa del proceso de asignación de los recursos financieros a los proyectos; iv) el reporting externo, con sus correspondientes impactos en los objetivos de desarrollo sostenible a través del uso de diferentes métricas. La mayoría de las emisiones de blue bonds están alineadas con los estándares generalmente aceptados para los bonos verdes, los bonos sociales o los bonos sostenibles, en la medida en que comparten rasgos con estos (los Green Bond Principles (GBP), los Social Bond Principles (SBP) y los Sustainability Bond Guidelines (SBG) de ICMA, así como el EU Green Bond Standard.
Actualmente existe una corriente favorable entre los expertos acerca de la necesidad de crear un estándar específico para los blue bonds. Una primera referencia para la fijación de un estándar internacional es la aportada por los Sustainable Blue Economy Finance Principles, promovidos por la Unión Europea, el Banco Europeo de Inversiones y la Unidad de Sostenibilidad Internacional, así como por Blue Natural Capital Financial Facility, inspirada en los marcos de referencia existentes para los bonos verdes, sociales y sostenibles. En este sentido, United Nations Global Compact emitió recientemente un documento guía para acelerar el proceso de emisión de blue bonds. La adopción de un estándar global es esencial para evitar el riesgo de blue washing, es decir, que haya emisores que recurran a este mercado con una mera finalidad estética, de mejora de su imagen, sin que aporten proyectos que contribuyan de forma sustancial a los objetivos de desarrollo sostenible relacionados con los ecosistemas marinos.
2. La colaboración público-privada. El papel de los bancos multilaterales de desarrollo es clave para favorecer el crecimiento del mercado de bonos azules, no solo como emisores de referencia, sino como proveedores de servicios de alto valor añadido, tales como el diseño de nuevas soluciones financieras innovadoras, apoyo técnico, otorgamiento de garantías, con la finalidad de atraer el interés de los inversores institucionales ESG. Organismos tales como el Banco Mundial, el Banco Europeo de Inversiones o el Banco Asiático de Desarrollo pueden diseñar fórmulas de mejora crediticia que faciliten el acceso al mercado a un amplio espectro de emisores que desarrollan actividades sostenibles en el ámbito de la economía azul (cofinanciación de proyectos, suscripción de tramos subordinados, incorporación de garantías públicas parciales, debt-for-nature swaps, entre otros).
3. El diseño de incentivos fiscales. Dada la importancia de desarrollar una economía azul sostenible, los gobiernos pueden aprobar diversas medidas fiscales que incentiven la demanda de bonos azules, entre las que cabe mencionar alguna de las siguientes fórmulas:
1. Qualified tax credit bonds, bonos en los que el inversor no percibe un interés periódico, sino un crédito fiscal. Esta figura es utilizada habitualmente en EEUU para promover determinadas actividades económicas. Por ejemplo, como incentivo en las emisiones de renta fija de empresas de energías renovables (New Clean Renewable Energy Bonds).
2. Tax exempt bonds, de forma tal que a los intereses percibidos no se les aplican impuestos, lo que permite al emisor colocar los bonos a un tipo efectivo inferior.
3. Direct Subsidy Bonds. En este caso el emisor recibe una subvención para cubrir una parte de los pagos por intereses del bono. Otra modalidad sería otorgar a los emisores una cobertura parcial de los costes asociados al proceso de certificación del estándar y de reporting externo.
Entre otras medidas adicionales que deberían ser evaluadas para incentivar este nuevo instrumento financiero, podemos citar:
–(i) Creación de un marco legal favorable para la constitución de fondos de inversión en blue bonds para facilitar el acceso a este incipiente mercado al inversor minorista.
–(ii) Fomento del proceso de titulización de las carteras de préstamos y créditos otorgados por el sistema bancario a la economía azul sostenible. Esta propuesta permitiría crear un nuevo instrumento financiero: los bonos de titulización azules con distintos tramos, nivel de riesgo y grado de absorción de las pérdidas, adaptándose al perfil de un amplio espectro de inversores, lo que facilitaría su colocación entre inversores minoristas.
—(iii) Tratamiento diferenciado de este instrumento en materia de política monetaria, de forma tal que se apliquen menores descuentos cuando se utilizan como garantía por parte de las entidades de crédito en las operaciones de inyección de liquidez.
—(iv) Diseño de plataformas específicas de contratación, con objeto de mejorar la liquidez de las emisiones y aportar transparencia al proceso de formación de precios de estos instrumentos financieros.
—(v) Construcción de índices de blue bonds, con objeto de hacer un seguimiento continuo de la evolución del mercado y de diseñar fondos cotizados (Exchange Traded Funds o Blue ETF), de forma análoga a los índices verdes, sociales o sostenibles ya existentes.
En síntesis, la innovación financiera debe aportar soluciones imaginativas y eficientes para proteger los ecosistemas marinos y promover un uso racional y sostenible de la economía azul. Las finanzas al servicio del planeta.
Eduardo Menéndez Alonso es Profesor Titular Economía Financiera Universidad de Oviedo