Qué hacer cuando los bancos centrales cambian el paso a la economía
A partir de ahora serán los fundamentales de cada proyecto empresarial los que determinen su valor
La cada vez más explícita visibilidad que los bancos centrales imprimen a sus políticas monetarias (herramienta denominada forward guidance) se ha convertido en uno de los instrumentos más valiosos para aplicar formulaciones sin actos ejecutivos, así como el cuadro de mando más fiable de los mercados financieros para anticipar y tomar las decisiones. Se evitan así indeseados vaivenes de las variables financieras y se facilita una adaptación a las mismas por parte de los agentes económicos, y quienes no lo hagan no podrán excusarse en que no estaban al tanto de los acontecimientos. Esta semana la Reserva Federal norteamericana ha confirmado que retirará lentamente los estímulos monetarios practicados durante la pandemia (fundamentalmente la compra de activos de gobiernos y empresas) para proceder posteriormente a levísimas subidas de tipos de interés para frenar unas tasas de inflación por ahora coyunturales, pero cuya naturaleza puede trocarse en estructural si nada se hace para evitarlo. Un escenario a un año largo visto que precisa ajustes en las decisiones de los líderes de la inversión en los mercados, porque la financiación de la economía, la madre del crecimiento, se va a encarecer, si no a reducir.
Esta circunstancia, que viajará a Europa más pronto que tarde pese al empeño de Christine Lagarde de mantener la expansión cuantitativa por una larga temporada, obligará a un inevitable ajuste de precios de los activos teniendo en cuenta consideraciones de todo tipo. Y en ese ejercicio se han embarcado ya las casas de inversión para mantener o mejorar la posición de sus clientes. Si hasta ahora la anestesia expansiva de los bancos centrales sostenía, muchas veces de manera artificiosa, las valoraciones de las compañías y de los bonos soberanos, a partir de ahora serán los fundamentales de cada proyecto empresarial los que determinen su valor. Como gráficamente ha recordado muchas veces Warren Buffett, cuando baje la marea veremos quién se bañaba con las vergüenzas decentemente cubiertas, y quién lo hacía desnudo.
Desde ahora se valorará la solidez financiera de las empresas, y se censurará el endeudamiento excesivo; primará el liderazgo en cada actividad y se castigará a quienes hagan gestión seguidista; se apreciará la recurrencia del beneficio y su reparto, y se saboteará a quien arroje dudas sobre sus cuentas. En todo caso, el crecimiento de las ventas y el trabajo en los sectores tecnológicos, los ligados a la lucha contra el cambio climático, los empeñados en la búsqueda de alternativas energéticas y los centrados en la salud y el envejecimiento, dispondrán de opciones de crecimiento inalterables, y serán los objetivos primeros de los inversores ante las dudas de la inflación.