Bitcoin y su llegada a El Salvador
Hace apenas dos semanas que la criptomoneda pasó a ser moneda de curso legal en el país junto con el dólar, y los riesgos financieros e incertidumbre iniciales empiezan a materializarse
El 7 de septiembre entró en vigor la ley que obligaba a todos los comercios y empresas de El Salvador a aceptar bitcoins como medio de pago, convirtiéndose así en el primer país en introducir de forma oficial una criptomoneda en su economía. El cambio no es obligatorio, ya que el dólar estadounidense sigue vigente, pero ahora la población puede elegir la divisa en la que realizar los pagos y en la que mantener sus ahorros.
Esto ha supuesto todo un hito en el objetivo de Bitcoin de convertirse en un medio de pago global, sin embargo, es importante ponderar las implicaciones financieras que trae este cambio, algunas de las cuales ya se produjeron con la dolarización de 2001 y ahora se han acentuado:
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Renuncia a la política monetaria propia. Ya desde la llegada del dólar, El Salvador puso fin a su soberanía monetaria en favor de la política de la Reserva Federal estadounidense (FED). Con la adopción de Bitcoin, ya no solo está expuesto a la evolución de la economía americana, sino también a la turbulencia de los mercados financieros, que es especialmente acusada en el sector de las criptomonedas. Esto dificultará aún más la hoja de ruta del gobierno local a la hora de elaborar su política fiscal y los presupuestos generales, y podría tener un efecto similar en empresas y familias.
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Falta de transparencia con la población. La iniciativa se ha mostrado más dirigida a potenciales inversores que a la población salvadoreña. Esto no ha sentado bien, y de hecho se han producido varias manifestaciones. Existen, en realidad, muchas dudas sobre el impacto que puede tener a medio plazo una medida de este calado, lo que no hace sino dificultar su adopción.
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Incertidumbre sobre los potenciales beneficios. La llegada de Bitcoin se ha anunciado como una forma de mejorar el acceso a sistemas de pago del sector más pobre de la población, sin embargo, la elevada volatilidad de la divisa hace que sea extremadamente arriesgada para aquellas personas que no cuentan con un colchón financiero que les respalde. Adicionalmente, se pretenden captar las comisiones de remesas llegadas desde otros países (para El Salvador estas comisiones ascienden a más 500 millones de dólares anuales), pero, en realidad, ya era posible realizar dichas remesas en bitcoins antes, por lo que no está claro el verdadero beneficio.
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Riesgos propios de Bitcoin. La criptomoneda incorpora riesgos que hasta ahora no existían con el dólar, y que ahora deberán ser tenidos en cuenta por la población a la hora de tomar sus decisiones de consumo, ahorro e inversión. Entre estos riesgos se encuentran la extrema volatilidad de la moneda, la falta de infraestructuras apropiadas para su uso (ya ha habido problemas con "Chivo", el wallet desarrollado por el gobierno) y el desconocimiento financiero de la población.
Por todo lo anterior, no está nada claro que la adopción de Bitcoin como medio de pago oficial sea la solución a los problemas financieros de una economía como la de El Salvador. De hecho, la primera consecuencia de la medida es que, en realidad, la llegada de Bitcoin no hace sino aumentar la dependencia financiera, no ya de la política económica de una gran potencia con una divisa estable (como ocurrió con la dolarización), sino de una criptomoneda con unos riesgos intrínsecos tanto técnicos como legales y financieros, y sobre la que no hay ningún caso similar sobre el que compararse.
Por ello, y teniendo en cuenta además la falta de apoyo internacional que se ha recibido, parece que de momento la medida va a tener más impacto mediático que real, y que no será hasta dentro de un tiempo cuando se pueda analizar si realmente ha sido un éxito, o si, por el contrario, los riesgos han acabado con las posibles oportunidades de la primera prueba de fuego de Bitcoin.