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Laschet o Scholz: la habilidad para pactar decidirá la cancillería

El SPD parte con ventaja, pero los Liberales y Verdes son determinantes La CDU ofrece crecimiento y los socialistas mejorar empleo y pensiones

Olaf Scholz, ministro de Finanzas de Alemania y líder del SPD (izquierda), junto con Annalena Baerbock, líder de Los Verdes, y Armin Laschet, candidato de la CDU, en el último debate electoral previo a las elecciones del 26 de septiembre.
Olaf Scholz, ministro de Finanzas de Alemania y líder del SPD (izquierda), junto con Annalena Baerbock, líder de Los Verdes, y Armin Laschet, candidato de la CDU, en el último debate electoral previo a las elecciones del 26 de septiembre.Efe

Thriller hasta el próximo domingo 26. Son tres, pero solo dos optan realmente por la cancillería, esa “zona mortal de la política alemana“ como la calificaba Joschka Fischer, el carismático político verde que fue ministro de Exteriores entre 1998 y 2005. Son Annalena Baerbock (la candidata de Los Verdes), Armin Laschet (el presidente de Renania del Norte-Westfalia que se presenta por la Unión de los dos partidos democristianos CDU con el bávaro CSU) y el candidato con más popularidad a un par de días de las elecciones, el socialdemócrata Olaf Scholz, el vicepresidente y ministro de Finanzas en el Gobierno actual de coalición entre SPD y CDU/CSU de Angela Merkel. El thriller del que habla el diario alemán Bild no se resolverá hasta el próximo día 26. Seguro es que aunque el socialdemócrata sea la estrella del momento, canciller pueden ser cualquiera de lo dos, Laschet y Scholz, porque la decisión final la tomarán los dos partidos posicionados en tercer y cuarto lugar, Los Verdes y los liberales del FDP, que decidirán con quién gobernarán, con el SPD o con la Unión. Habrá pues coalición, rojiverde si alcanzan los resultados del SPD o jamaicana (como se llama en Alemania por los colores de la bandera de Jamaica, negro, amarillo y verde, los mismos que representan a los partidos del bloque conservador democristiano y liberal con Los Verdes). Por ahora Scholz es el favorito. En contra de Laschet está la circunstancia de que su partido CDU haya estado en el poder 16 años con Angela Merkel, una política extraordinariamente popular. Laschet destaca por su lealtad a la canciller pero carece de un perfil claro. Además, ¿estará a su altura en tiempos de crisis? El paro ha caído a la mitad desde principios de siglo, pero la desigualdad social sigue siendo enorme y crecerá con la pandemia. La clave está ahora en la política fiscal del futuro Gobierno.

Tradicionalmente Alemania suele posicionarse en dos bloques, el conservador formado por la CDU de Merkel, la CSU bávara y los liberales del FDP y el progresista constituido por los socialdemócratas del SPD y Los Verdes. Pero últimamente aumenta la disposición a cambiar de bando en las elecciones. Es el caso de los cristianodemócratas que se han pasado a los ecologistas. Para la Fundación Konrad-Adenauer-Stiftung, esta tendencia significaría que los partidos deberían mostrar mayor flexibilidad a la hora de formar coaliciones. ¿Qué quieren los alemanes? Capacidad política para resolver problemas, posiciones políticas convincentes y una visión social. Siendo esta última lo prioritario. El 91% dice que quiere un Gobierno social. El electorado de la izquierda es el que está todavía más convencido de ello, un 98%. Incluso los votantes del Partido Liberal (FDP) dicen que quieren en un 77% un gabinete social. Por varias razones el perfil conservador está perdiendo popularidad. Seguro es que habrá un gabinete de coalición en el que entren Los Verdes y o el FDP. Desde 1961 ningún partido ha conseguido la mayoría absoluta en las generales en Alemania. Actualmente se baraja una gran coalición rojiverde apoyada por los liberales, con Scholz como canciller, o una liderada por Laschet. Los ecologistas, en torno ahora del 17%, podrían gobernar en coalición con el bloque conservador o con los socialdemócratas. En ambos casos, necesitarían el apoyo de un tercer partido, probablemente los liberales del FDP, que están en un 11% en el último sondeo de Politbarometer. Su jefe, Christian Lindner, defensor del libre mercado, acaba de declarar que va por ello, por gobernar, y que quiere el puesto de Finanzas. Su condición: ninguna subida de impuestos y nada de aflojar la llamada Schuldenbremse, el freno a la deuda. La ley establece que el déficit fiscal no puede exceder el 0,35% del PIB, excepto en años difíciles como los actuales. El mismo Scholz quiere que Alemania vuelva a estar sujeta a ello a partir de 2023. Si gobierna con el candidato liberal habrá menos reparto del bienestar y más apuesta por el crecimiento económico, pues como advierte Lindner, solo una economía fuerte puede alcanzar altos objetivos sociales y ecológicos. La extrema derecha de AfD se mantiene en torno al 11% pero sigue excluida por el resto de partidos.

Alemania se vuelve cada vez más verde y más social. Las inundaciones del verano han puesto en evidencia el sufrimiento ecológico. Y lo social es la gran demanda de la población al nuevo Gobierno que salga tras las elecciones de septiembre. Bajando impuestos a los ricos no se solucionan los problemas del futuro, dicen los socialdemócratas y Los Verdes. ¿Cómo se financia el cambio ecológico y la economía digital con oportunidades formativas para todos sin frenar el crecimiento?, se preguntan los cristianodemócratas en un país donde la industria genera la cuarta parte de su riqueza. Mientras el mensaje de Laschet es la estabilidad, Scholz defiende más justicia social y Baerbock quiere renovación. Laschet defiende políticamente un rumbo como el de Angela Merkel; es decir continuidad y un enfoque centrado en la Unión Europea. Él mismo fue diputado del Parlamento Europeo de 1999 a 2005. Pero más allá de los mensajes políticos está el carisma, la credibilidad y la autenticidad de los candidatos como factores decisivos en estas elecciones. Es más el momento de las figuras políticas que de los partidos. Laschet no acaba de llegar a la gente y su partido tampoco es una ayuda, no solo porque no le respalda al 100%. El diario económico Handelsblatt apunta que Merkel dividió el partido a raíz de su política en la crisis finaciera de hace diez años y en la crisis de refugiados de 2015. „El último gran partido de masas alemán ha perdido su capacidad de aunar y unir.“ Y Scholz, actual vicecanciller y ministro de Finanzas, aventaja por varias razones a sus adversarios; pero sobre todo por su imagen de experiencia y saber hacer. El ex alcalde de Hamburgo, quien políticamente se sitúa en el ala conservadora del partido, ha sido un buen gestor de crisis en la pandemia. En cuanto a Annalena Baerbock, líder de Los Verdes desde 2018 junto con Robert Habeck, está considerada una representante del ala moderada pero su popularidad ha caído en picado por errores propios.

Todavía a principios de agosto la población apostaba igual por un gobierno de gran coalición entre socialdemócratas y conservadores como por una alianza entre conservadores y verdes. El primer partido seguía siendo la CDU de Merkel, pero se daba por supuesto que tras las elecciones habría prácticamente seguro un gabinete de coalición en el que lo verde y lo social tuvieran también peso. Que las predicciones hayan dado un vuelco tiene que ver con los nuevos tiempos en los que, según el mismo Scholz, no hay partidos que ganen elecciones generales como antes con un 35 o un 40%. El vicecanciller explica en el diario FAZ que la razón es „la inseguridad colectiva actual - algo que no se registraba en los años setenta u ochenta -, una inseguridad por el temor al futuro, pues en el mundo hay miles de millones de personas, sobre todo en Asia, que saben hacer lo que nosotros sabemos hacer“. Scholz propone una política que ofrezca buenas perspectivas para Alemania, para disponer de trabajo con futuro y bien pagado y una seguridad social estable. Y destaca: „También en el futuro necesitamos trabajar con EE. UU. en defensa. No obstante, el objetivo es una Europa fuerte y soberana, también en política de seguridad. Una mejor cooperación en la UE, especialmente en provisión y armamento, aumentaría nuestra capacidad militar.“

Conservadores y liberales quieren reducir impuestos a las empresas y a la población que más ingresos tiene. Socialdemócratas, Verdes y La Izquierda quiere bajarlos a los que menos ganan, proponiendo una reducción impositiva de 500 euros anuales para sueldos brutos de hasta 6.000 euros mensuales. Pero no solo el premio Nobel Paul Krugman critica el efecto trickle-down, según el cual solo hay que bajar los impuestos de los ricos para ayudar a los pobres. “Es una leyenda: el efecto es muy limitado.” El jefe del IG-Metall, Jörg Hofmann, también critica los planes fiscales de la CDU y del liberal FDP. Prefiere aliviar la carga fiscal a la clase media y a la población con menores ingresos. Demanda un Estado que invierta en infraestructuras, formación y protección social. Por otro lado, el FDP ya ha advertido que, con ellos en coalición, Alemania no girará políticamente hacia la izquierda.

Ante la demanda clara de mayor justicia social, Scholz ha precisado que subirá el sueldo mínimo a los 12 euros. Diez millones de trabajadores se beneficiarían de esta medida. Y es la condición que pone el socialdemócrata para quien quiera gobernar con él. Para laschet, la receta contra la desigualdad social es el crecimiento económico y la creación de puestos de trabajo. „Porque la pobreza surge cuando la gente se queda sin empleo.“ Los Verdes apoyan el incremento del sueldo mínimo y proponen más prestaciones para las familias. Ante el otro gran tema de la campaña actual, la crisis climática, Scholz exige que la industria alcance la neutralidad climática en los próximos 25 años, Laschet promete invertir en energías renovables, y Baerbock acusa a ambos de hablar mucho y hacer poco: “Habrá que triplicar la energía eólica, poner paneles solares en cada tejado, y abandonar el carbón mucho antes de lo previsto por Scholz y Laschet, quienes apuntan hasta 2038.” En cuanto al último gran reto político, la digitalización, todos los partidos son partidarios de lo mismo, digitalizar la escuela y la administración.

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