_
_
_
_
_

El empuje a la clase media en China sirve para hacer más presentable el lujo

Quienes tengan medios más modestos seguirán queriendo barras de labios y bolsos con monogramas, aunque no les alcance para maletas

Las empresas de bienes de lujo tienen que agarrarse fuerte, y la culpa es de Xi Jinping. El presidente chino quiere atar cortos a los superricos y redistribuir la riqueza para impulsar la clase media. Empresas como Kering, propietaria de Gucci y LVMH perdieron hasta un 14% de su valor la semana pasada por el miedo a que su mejor cliente se apriete el cinturón. No deberían preocuparse tanto.

China supondrá este año alrededor del 40% de la demanda mundial de lujo, según Euromonitor. La nación más poblada del mundo también ofrece a las empresas de consumo la mejor oportunidad de crecimiento; la asesoría Bain calcula que China se convertirá en el mayor mercado para este sector en los próximos años. Por eso, los esfuerzos por afear el gasto de 40.000 dólares en un bolso Birkin o de 3.000 dólares en un esmoquin de Saint Laurent han sacudido los precios de las acciones.

Fijémonos en LVMH. El fabricante de maletas perdió un 11% de su valor la semana pasada. Incluso después de considerar que hubo una miniventa en el índice CAC 40 de Francia, supone un descenso del 8%. Esto implica un golpe de tamaño similar a que la línea principal de LVMH, o sus ventas en Asia, que suponen el 19% de sus ingresos, se reduzca a casi a la mitad. O es una reacción exagerada o el precio de las acciones era ya demasiado alto.

En primer lugar, es posible que la campaña de Xi no tenga éxito: no sería la primera vez que un jefe del partido comunista fracasa en su intento de redistribuir la riqueza. Y en segundo lugar, puede que difundir la riqueza no tenga consecuencias necesariamente negativas. Además de sus chucherías con precios desorbitados, LVMH deja muchas migajas para el pueblo llano. Las personas absurdamente ricas solo pueden comprar un número determinado de Ferraris o Bugattis. Por otro lado, quienes tengan medios más modestos seguirán queriendo barras de labios y bolsos con monogramas, por ejemplo, aun cuando no les alcance para comprarse maletas. Claro que también depende de que el lujo no se convierta en una palabrota, algo harto improbable dado su poder actual como símbolo de estatus.

Newsletters

Inscríbete para recibir la información económica exclusiva y las noticias financieras más relevantes para ti
¡Apúntate!

Archivado En

_
_