Todo a 1 euro: ¿constituir empresas con ese capital?
El capital social mínimo es una garantía para clientes y proveedores, y no el principal obstáculo para emprender
El Gobierno ha aprobado el anteproyecto de ley Crea y Crece, con el que se pretende dinamizar y reforzar el tejido empresarial mediante una serie de medidas dirigidas a reducir la burocracia y ampliar los mecanismos de financiación de las empresas. Dentro de las medidas clave se encuentra la posibilidad de constituir una empresa con un capital de 1 euro en vez de los 3.006 euros que exige una S.L. tradicional y, además, como gran medida, reducir los plazos de dicha constitución a un máximo de 10 días.
Y es que todo el mundo sabe que en España no hay incentivos a crear empresas porque la aportación de capital social es muy elevada y porque se tarda mucho en tener la compañía legal y fiscalmente operativa; nada que ver con la mala situación de la economía, ni las elevadas cotizaciones ni las obligaciones fiscales de cada trimestre ni la necesidad de contratar los servicios de una asesoría especializada ante la complejidad de las reglas del juego, ni por los elevados impuestos, ni por el retiro de determinados beneficios fiscales, ni por la inminente subida, una vez más, del SMI, ni por la necesidad de tener una licencia de actividad que tarda meses y años en ser concedida, ni por la persecución fiscal que sufren algunas pequeñas empresas.
Además, otra de las medidas estrella, con la que probablemente los emprendedores acabarán estrellados, es la vigilancia sobre la morosidad, es decir, que los pagos de las empresas a proveedores se realicen en menos de 60 días si el pagador no quiere verse penalizado frente a subvenciones y otros menesteres de la empresa. Si alguien piensa que un autónomo o una empresa va a denunciar que su cliente no le paga en plazo y forma como consecuencia de esta ley, es que no ha trabajado nunca por cuenta propia. Salvo casos excepcionales, nadie se la va a jugar sabiendo que, si denuncias a tu cliente por retraso en el cobro, es posible que te pague, pero es igualmente muy probable que ya no vuelva a contratar con tu empresa, empezando por algunas AA.PP. y corporaciones locales que también incumplen la norma.
Hay un concepto de primero de Economía que nos dice que el capital social mínimo de una empresa es una señal de garantía para clientes y proveedores ante problemas financieros y si pretendemos firmar contratos entre una sociedad con un patrimonio neto de 1 euro y un proveedor, es muy posible que pidan el pago de los productos o servicios por adelantado, perjudicando aún más al emprendedor.
A pesar de las legiones de asesores que tienen, parece que quienes nos gobiernan no tienen ni idea de la realidad que entra dentro del ámbito del Ministerio, o dicho de una forma menos elegante, no han visto una empresa en su vida. Si a estas alturas, alguien piensa que, por reducir el capital social mínimo a 1 euro, millones de desempleados se van a animar a hacerse autónomos societarios, pagar una cuota a la Seguridad Social superior a la media y montar una empresa en un mercado donde todo son incertidumbres, es que no quieren ver la realidad. Hasta ahora, pensaba que era un tema de estrategia política, negar la evidencia, pero cada vez tengo más claro que simplemente están dando palos de ciego como quien dispara en una tómbola a ver si le toca el muñeco grande.
El verdadero problema al que se enfrenta el emprendedor español, que por cultura tiende a ser averso al riesgo, es que emprender es parecido a entrar en la Pirámide del Terror, la típica atracción de algunos parques temáticos donde solo unos pocos entran a sabiendas de que van a pasar miedo, pero la mayoría, que no quiere sufrir esa experiencia, no entrará ni con la entrada a 1 euro ni a 3.000 euros, porque no quiere arriesgarse.
Hubiera sido mucho más eficaz si la ley eliminase los palos en las ruedas que encuentra todo emprendedor y favoreciese un clima para crear un ecosistema de emprendimiento similar al de Silicon Valley y estimular las habilidades emprendedoras de los jóvenes a través del sistema educativo, fomentando la tolerancia al riesgo y al fracaso a unos jóvenes que en muchos casos están viendo como sus padres cierran negocios o pierden el empleo y algunos se quedan endeudados de por vida: así pocos se atreverán a emprender. Y, además, reducir impuestos, cotizaciones, diferencias regulatorias entre CC.AA. y conseguir un clima de estabilidad y seguridad jurídica que es clave para la inversión, “y dos huevos fritos”.
Juan Carlos Higueras es analista económico y profesor de EAE Business School