La década de acción, un desafío colectivo
Es el año de la reactivación, pero no una que nos devuelva al pasado que ya queríamos cambiar, sino a un futuro sostenible
Cada diez años surge el debate: ¿Cuándo comienza realmente una década? ¿Fue 2020 el inicio de una nueva década o el cierre de la anterior? La RAE lo resuelve fácilmente explicando que cada década comienza en un año acabado en 1 y termina en un año acabado en 0. Así, el 1 de enero de 2021 ha empezado la década que culminará en 2030. ¿No es simbólico? Estamos en el año 1 del camino que nos llevará a cumplimentar la Agenda 2030. Empecemos, pues, a transitar cuanto antes este recorrido por lo que Naciones Unidas bautizó como la década de acción, con un mensaje claro y directo sobre la necesidad de actuar sobre los retos que apuntan el cambio climático y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Si 2020 fue el año de la reacción a un fenómeno global inesperado como la Covid-19, que nos ha cambiado el paso y, en algunos aspectos, acelerado procesos de transformación que se venían gestando, 2021 será el año de la reactivación. Pero no de una reactivación que nos devuelva al pasado que ya queríamos cambiar, sino a un futuro sostenible, que ponga en equilibrio la economía, el planeta y las personas.
Tres crisis en una
El año 2020 nos ha marcado las prioridades y la agenda global para la década, poniéndonos enfrente tres emergencias que requieren de acción global, coordinada y urgente: la emergencia sanitaria, la emergencia climática y la emergencia socioeconómica consecuencia de las dos primeras. Lejos de perder sentido, el mensaje de la década de acción debe ser un grito colectivo que nos haga conscientes de la trascendencia de nuestras acciones en los próximos años y de su impacto en las generaciones futuras.
Sin duda estamos ante uno de esos momentos históricos en la evolución de la humanidad que va a marcar y definir la evolución del planeta –nuestra casa–, de nuestras sociedades, y de las vidas presentes y futuras. La reacción urgente y colectiva de lucha contra la pandemia apunta a que alcanzaremos algo parecido a un control sobre la misma a lo largo de 2021. Pero tenemos por delante la respuesta a las emergencias socioeconómica y medioambiental, para las que no hay vacuna posible y que requieren de una respuesta que debe ser urgente en el tiempo y concreta en acciones con resultados eficientes y contrastables.
Desde hace años, personas y organizaciones pioneras han impulsado el desarrollo sostenible y la economía de impacto desde el mundo de la investigación, el activismo, el emprendimiento, las finanzas, la política y la gestión pública, promoviendo una visión a largo plazo y experiencias concretas de éxito en diversos sectores y áreas de actividad. Desde el reconocimiento a estos pioneros, ahora es fundamental pasar a la acción y generar cambios reales que se traduzcan en métricas e indicadores que nos alumbren el camino.
El cambio empieza por lo micro
Cuando se trata de promover el cambio, debemos ser claros con el significado último de esta palabra. El propósito final de cualquier proceso de cambio es incidir en los comportamientos, instalar nuevos hábitos de conducta en las personas y los colectivos que integran, sean empresas, organizaciones, ciudades, instituciones, etc. Los comportamientos son el último reflejo y la métrica visible de la gestión del cambio.
El discurso de la sostenibilidad y la Agenda 2030 ha alcanzado a las grandes empresas, los grandes fondos de inversión y las administraciones públicas y sigue siendo necesario como motor de cambio. De la misma manera, la ciudadanía declara mayoritariamente su preocupación por el medio ambiente, la intención de consumir productos más respetuosos con el entorno y la voluntad de preservar el futuro de las siguientes generaciones. Por eso, es importante trabajar para acelerar estos cambios y conseguir que la visión de un futuro basado en los criterios del desarrollo sostenible se consolide en el conjunto de la sociedad.
‘Small is the new big’
Entre los grandes actores y la ciudadanía encontramos un modelo de organización que articula en gran medida en nuestro país la actividad económica: las pymes. Responsables de crear el 50% de los empleos mundiales, las pequeñas y medianas empresas son actores imprescindibles en la búsqueda de soluciones innovadoras sostenibles. Con cadenas de valor más sencillas y circulares, y ciclos de decisión más cortos, se posicionan como líderes en el impulso de una nueva economía verde, justa y centrada en las personas.
En nuestro país, el Gobierno ha impulsado el programa España Puede para la Recuperación, Transformación y Resiliencia, que hace alusión expresa al impulso, al emprendimiento y al trabajo con las pymes para la necesaria reactivación económica con foco en la sostenibilidad. Así como con la Estrategia España Nación Emprendedora, que señala a los segmentos emprendedor, startup y pyme como protagonistas para la recuperación económica.
Por otra parte, las grandes empresas en España están trabajando intensamente para sumarse a este plan con su importante capacidad de movilización de recursos y de impacto y pueden ser tractores de estas políticas de transformación, convirtiéndose en nodos de interacción e influencia con sus clientes y proveedores, que en gran medida son pymes, autónomos y emprendedores.
Ahora más que nunca es necesario que empresas, pymes, administraciones públicas, universidades, ecosistema de impacto y emprendedor y sociedad civil hagamos propio el compromiso y el sentimiento de responsabilidad colectiva que supone esta década de acción como llamada a la reactivación sostenible. Tenemos un desafío colectivo: los retos que nos planteaba el futuro ahora se hacen urgentes. Y por eso es el momento del cambio del modelo productivo y su alineamiento con las bases de la Agenda 2030.
Antonio González es CEO de Impact Hub Madrid