Un motor para impulsar la economía verde
El proyecto Motor Verde de la Fundación Repsol prevé reforestar 70.000 hectáreas en España
El potencial de los árboles para absorber CO2 y reducir la degradación del terreno es inmenso. Los árboles, a través de la fotosíntesis, absorben CO2 y lo fijan en sus tejidos, por lo que las reforestaciones representan una solución climática natural para la captura de CO2 de la atmósfera, ayudando a reducir el cambio climático. Con la reforestación como punto de partida, la Fundación Repsol, en colaboración con Sylvestris, ha puesto en marcha el proyecto Motor Verde, que se basa en un modelo de colaboración público-privada para impulsar la recuperación económica y el desarrollo rural tras el impacto del Covid-19.
El objetivo global es reforestar hasta 70.000 hectáreas en España, una superficie similar a la que ocupa la ciudad de Madrid, para impulsar la compensación de 16 millones de toneladas de CO2. Con ello se pretende además posicionar a España como un sumidero de carbono de calidad, competitivo y pionero en Europa. Asimismo, se quiere actuar en otras 70.000 hectáreas para mejorar la gestión forestal.
Se trata de un proyecto diferencial que persigue generar un triple impacto positivo: medioambiental, restaurando espacios naturales y contribuyendo a la acción contra el cambio climático; social, creando empleo local e inclusivo, y económico, apostando por una inversión verde de futuro, dinamizando el tejido empresarial en el ámbito rural. Se estima que el proyecto creará más de 15.000 oportunidades de empleo local e inclusivo en el entorno rural y se convierte en una ambiciosa apuesta por una economía social, verde y sostenible, en el marco de la transición energética.
Extremadura es la primera comunidad que se suma al proyecto de Repsol
“Es un proyecto que impulsamos desde Fundación Repsol con Sylvestris, pero que se abre a la colaboración de cualquier empresa que quiera compensar su huella de carbono y que le interese la reforestación por motivos de sostenibilidad o políticas medioambientales”, puntualiza Luis Casado, director de Repsol Impacto Social, el vehículo de inversión de impacto de la Fundación Repsol.
Para dar escala al proyecto primero se están dirigiendo a grandes empresas. En esto “nos ayuda la alianza que hemos firmado con KPMG. Ellos tienen un programa de cálculo de huella de carbono y de definición para reducirla, Carbon Turnaround, y nosotros tenemos un programa para compensar esa huella que ya no se puede reducir, con lo cual tenemos programas diferentes, pero muy complementarios. Y ellos nos están ayudando bastante en esa conexión con el mundo empresarial”, reconoce Casado.
Administración pública
El director de Repsol Impacto Social destaca que “otro eje relevante son las Administraciones públicas, porque tienen que convertirse en socios del proyecto. Ellos son los que facilitan el acceso a la tierra”. “Y otra parte que intentamos conseguir es que desde la Administración pública aporten fondos al objetivo, fondos europeos para la recuperación que puedan dirigirse a actuaciones forestales”.
La Comunidad Autónoma de Extremadura ha sido la primera en sumarse a la iniciativa. Fundación Repsol, la Junta de Extremadura y el grupo Sylvestris, junto a Banco Santander, Fundación Tierra Pura, Enagás e Ilunion, han puesto en marcha Motor Verde en esta comunidad. Está previsto que el proyecto se extienda próximamente a otras tres comunidades autónomas
La iniciativa persigue un triple impacto: medioambiental, social y económico
En Extremadura se van a reforestar 5.000 hectáreas de terrenos baldíos o afectados por incendios en diferentes municipios en los próximos tres años. La selección de tierras ha estado liderada por la Junta de Extremadura, en colaboración con los diferentes ayuntamientos y expertos forestales. Estos nuevos bosques absorberán de la atmósfera 1,3 millones de toneladas de CO2, permitiendo a las empresas e instituciones que se unan a Motor Verde compensar sus emisiones de gases de efecto invernadero.
Los trabajos comenzarán este otoño en la sierra norte de Cáceres, con la plantación de cerca de un millón de árboles de especies autóctonas, conservando y mejorando la biodiversidad y garantizando su resiliencia a largo plazo. Para las plantaciones se contratará a más de 1.000 trabajadores del entorno, un 70% pertenecientes a colectivos vulnerables, contribuyendo a fijar población en la región.
Los nuevos bosques se diseñarán de acuerdo con los estándares de la Oficina Española de Cambio Climático, el organismo oficial de certificación para proyectos de compensación en España, dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico.
Además, en el marco del proyecto se pondrán en marcha programas de formación y fomento de la innovación y el desarrollo tecnológico en el sector forestal. Asimismo, a través de la actividad de reforestación se apoyará al tejido empresarial local en las zonas donde se lleven a cabo las plantaciones, dinamizando la economía rural extremeña y las actividades relacionadas con el turismo o el sector servicios.
Se estima que el mercado voluntario de emisiones de carbono podría multiplicarse por 15 en 2030 y por 100 en 2050, con lo que su valor podría alcanzar entre 5.000 y 30.000 millones de dólares, en función de los diferentes escenarios, según The Taskforce on Scaling Voluntary Carbon Markets.
Empleo inclusivo para el desarrollo rural
A corto plazo Motor Verde tendrá un impacto social: “La contratación intenta ser inclusiva. Sylvestris en sus acuerdos con los ayuntamientos identifican a las personas del municipio que en paro y les ofrecen un trabajo y formación básica para este tipo de trabajo”, señala Luis Casado. Hay una primera fase de plantación, con plantones, durante el primer año y luego labores de mantenimiento durante dos años más. “Al tercer año tienes un bosque sano con la certeza de que va a crecer”.
A medio y largo plazo, “visualizamos un potencial impacto económico. Se podrán recuperar actividades turísticas o de contacto con la naturaleza, como senderismo”. Y dependiendo de las especies forestales, puede plantearse cierta producción de productos de tipo forestal, como la trufa, corcho, piñones, resina… “Y cuando el bosque va creciendo y vinculado a la propia gestión forestal, también hay una producción de biomasa que puede conectar con la producción energética”.
“Vemos también una parte tecnológica, el dar a estas plantaciones un enfoque digital que permita seguir el avance del crecimiento, ir confirmando la captación de CO2 del bosque que se ha plantado. Desde vuelos de drones hasta gestión de la propia plantación, con análisis previos de los terrenos para optimizar la producción”, explica Casado.