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Elon Musk contra Jeff Bezos: la rivalidad de una nueva era espacial

Estados Unidos se queda solo en este cambio de paradigma

Radiografía de la industria del satélite en 2021
Alejandro Meraviglia
Fernando Belinchón

Algo está cambiando en el espacio. En el pasado, solo los Estados más poderosos tuvieron la capacidad de adentrarse en la última gran frontera que se le resiste a la humanidad. En aquel entonces la carrera espacial se convirtió en una cuestión trascendental. Un enfrentamiento de gigantes entre Estados Unidos y la Unión Soviética que convirtió el exterior de nuestro mundo en un escenario más en el que medir el poder de sus dos antagónicos modelos de entender la vida. El espacio ya no es un territorio reservado únicamente para los Gobiernos. Las empresas intentan reclamar su propio trozo de cielo, e incluso, tienen sus propias carreras espaciales con una auténtica competición entre milmillonarios.

En esta nueva lucha de poderes dos nombres destacan por encima de todos. De un lado, Elon Musk con SpaceX, la empresa más poderosa fuera de nuestro planeta que ha sido capaz de diseñar y producir innovadores lanzadores propios. Además, SpaceX ofrece una megaconstelación de telecomunicaciones conocida como Starlink que es capaz de proveer servicios de internet al gran consumidor. En frente de Musk, Jeff Bezos. El fundador de Amazon tiene a Blue Origin, la compañía de transporte aeroespacial que llevará al magnate al espacio el próximo 20 de julio. Para competir con Starlink, Bezos posee Kuiper.

Aunque quizás haya nuevos protagonistas hay cosas que se mantienen. En la carrera por el espacio, Estados Unidos sigue siendo el gran vencedor. No solo es el país con más satélites del planeta, según los datos recopilados por la Union of Concerned Scientists (ver gráfico), sino que además es el líder indiscutible de un modelo de entender el espacio que parece llamado a revolucionarlo por completo.

José Salgado, fundador de Unite Space, empresa que se especializa en la comercialización sostenible del espacio, resume lo que está sucediendo. “Ahora existe un concepto al que se le llama la nueva economía espacial. La diferencia entre esta economía y la anterior es que ahora las empresas privadas tienen acceso al espacio. Las empresas privadas se convierten en los proveedores de acceso y uso del espacio a diferencia de lo que ocurría con anterioridad con, por ejemplo, la NASA”, sintetiza.

Esto es el punto clave. Es un cambio de paradigma y de momento, solo Estados Unidos lo ha conseguido. China, país con notables logros y segunda potencia espacial por número de satélites, tiene un modelo a la vieja usanza basado en el poder del Estado. Europa se mantiene en tierra de nadie con un modelo a caballo entre los dos.

Cifras del espacio

Salgado pone cifras a la importancia que tiene el espacio hoy en día en términos económicos. De un lado, el experto detalla que se estima que este sector mueve alrededor de 500.000 millones de euros cada año, algo según él insignificante en comparación con otros sectores y sobre todo, con el potencial que tiene esta industria en el futuro. De ellos, la mayor parte se generan en la actividad de telecomunicaciones espaciales, que genera unos ingresos de 300.000 millones.

Contemplando cómo se reparten los ingresos espaciales, es fácil entender por qué SpaceX ha dado el salto a las telecomunicaciones. En la industria de defensa pasó algo parecido. Al principio, las innovaciones militares se producían en el ámbito de los Gobiernos, ahora, incluso la nación más poderosa del mundo recurre a empresas como Microsoft en busca de innovación. La clave de esta capacidad que tienen las megatecnológicas para innovar: el flujo de ingresos que les da la gran masa de consumidores. “Efectivamente, cuando uno es capaz de llegar a los grandes mercados, el caso de negocio empieza a cambiar. Se empiezan a realizar inversiones privadas que antes eran impensables”, describe el vicepresidente de Espacio de TEDAE, Jorge Potti.

Por qué Europa no tiene un SpaceX

El experto de la organización que representa a la industria espacial española cuenta por qué Europa no es Estados Unidos en este ámbito. Como causa principal Potti apunta a que la inversión pública es mucho menor en comparación con la que se produce año a año en Estados Unidos. Pero no es la única. “No solo la inversión gubernamental es menor en Europa, sino que por otra parte está fragmentada. Además, no tenemos ni megamillonarios ni grandes tecnológicas como sí hay allí”.

La forma en la que Europa aborda el espacio es peculiar y muy diferente a la china o a la estadounidense. Se encuentra la Agencia Espacial Europea (ESA), el organismo más potente de todo el Viejo Continente. A este organismo hay que sumarle el programa espacial de la propia Unión Europea y los diferentes programas espaciales individuales de varios países como Alemania, Italia o Francia. La Agencia Espacial Europea tiene en 2021 un presupuesto de 6.490 millones de euros, la NASA, contará con más de 19.600 millones de euros.

Como problema añadido, Potti se queja de la regla de georetorno de las inversiones espaciales. "El dinero que cada país aporta a la ESA se tiene que invertir de vuelta en su industria. Eso complica muchísimo las cosas, produce un tejido industrial distinto y dificulta enormemente los casos tan espectaculares como el de SpaceX", comenta antes de asegurar que esta regla perjudica a la industria espacial española.

Javier Ventura-Traveset, Director de la oficina científica de navegación por satélite de la Agencia Espacial Europea, portavoz de la ESA y Miembro de la Real Academia de Ingeniería de España, da cuenta de la magnitud total de las inversiones públicas europeas en el espacio. "Europa es una potencia espacial de primer orden, con un presupuesto institucional global del orden de 10.000 millones de euros al año, si contamos las contribuciones de la ESA, de la unión europea y de las agencias espaciales nacionales".

No obstante, pese a que en conjunto la cifra de dinero aumenta, Salgado tiene claro que si todo sigue igual, Europa no tendrá su propio SpaceX. "Si hablamos de la comercialización del espacio, Estados Unidos y sus empresas son los únicos que han podido hacer esa transición". El experto incide en que la NASA lleva décadas intentando que empresas privadas entraran en el sector a gran escala, financiándolas de forma conjunta con el ejército de Estados Unidos. Ahora, la Agencia Europea se ha propuesto en su hoja de ruta para 2025 la comercialización del espacio entre otros objetivos.

A los problemas presupuestarios, se le suma uno habitual en Europa: burocracia. “Cuando una empresa se postula para un contrato que saca la ESA, lo primero es enfrentarse a unos tremendos trámites y papeleos. Lo segundo, es que necesita el apoyo de las autoridades nacionales. Ese apoyo en ocasiones lo decide una sola persona. Llevo siete años en Italia, conozco a muchos actores públicos y privados y todavía no conozco a esta persona. Es más fácil conseguir una audiencia en San Pedro”, lamenta.

Luces de Europa

Con todo, Europa tiene una base sobre la que impulsarse en la era espacial. Ventura-Traveset repasa los principales logros de la ESA, logros con nombres de genios: el sistema de geolocalización Galileo y la red de observación terráquea Copérnico. "Nuestro sistema Galileo ofrece hoy las mejores prestaciones de navegación por satélite en el mundo, por encima de GPS. Actualmente se calcula además que ya hay más de 2000 millones de usuarios que incorporan Galileo en sus móviles a nivel mundial", comenta Ventura-Travaset. El objetivo principal del programa espacial más caro de toda la historia de Europa se ha logrado. Un sistema independiente al estadounidense. La ESA ya está trabajando en impulsar una segunda generación del Galileo.

Al margen de Galileo, la estrella de Europa, Copérnico es descrito por el portavoz como el programa de monitorización de la tierra por satélite más ambicioso del mundo. Juega un papel de monitorización en la lucha contra el cambio climático y permite su explotación comercial y oportunidades de negocio. "Como por ejemplo la localización y estudio de la rentabilidad de parques eólicos; la optimización de rutas marítimas; monitorizar el cultivo, la irrigación y el uso de fertilizantes; optimizar la construcción de infraestructuras, etc".

Tanto Salgado como Potti, los expertos consultados para este artículo, coinciden en que se necesitarán varios elementos para que el Viejo Continente ocupe un lugar destacado en el futuro espacial. Una inversión pública considerable que de fuerzas al sector privado europeo sería el pilar fundamental e indispensable.

Salgado es escéptico. "Para hacer una idea de la abismal diferencia entre Estados Unidos y Europa. El competidor directo de SpaceX es OneWeb. OneWeb acaba de pasar por una quiebra, lo cual era un poco de esperarse, pero ahora es el Gobierno quién la rescata. Ahora tienes una inversión pública en una red que no está ni siquiera operando, se espera que lo haga en 2022, contra una megaconstelación que ya tiene 10.000 usuarios en este momento. Europa llega tarde en todo y eso es preocupante". El experto piensa que Europa debería dejar de vivir de los logros pasados y fomentar la innovación privada creando un entorno propicio para las empresas sin por supuesto, pasar por alto la sostenibilidad.

Por su parte, Potti opina que los fondos de recuperación pandémicos son una excelente oportunidad de reimpulsar al sector para toda Europa y en particular para España que no debería de dejarse escapar.  

Sin perder de vista que el reinado de Estados Unidos y sus empresas en el espacio parece que está indiscutido por el momento, Ventura-Traveset llama a no olvidar la importancia de que Europa no deje atrás este sector. "Las inversiones de Europa en el campo espacial son extraordinariamente rentables para nuestro continente, que con un gasto institucional mundial en espacio de solo el 16% captura el 30% del Mercado comercial de satélites", ilustra.

Claves del futuro del espacio

Sostenibilidad

Si cuidar el impacto de nuestra contaminación se ha hecho algo cada vez más acuciante dentro de nuestro planeta, fuera de él se convierte en algo básico, ya que incluso, está en juego la viabilidad del acceso al espacio. “En el pasado, la sostenibilidad no tenía un gran impacto porque hasta hace 70 años no había ningún objeto humano en el espacio. Ahora eso está cambiando porque nos dimos cuenta, quizás un poco tarde, de que cuánto más objetos mandáramos más fácilmente podrían colisionar y eso es un poco lo que está sucediendo ahora. Todos los fragmentos que encontramos ahora en el espacio, que hay aproximadamente 30.000 de más de cinco centímetros de ancho, son auténticos proyectiles”, afirma Salgado.

Ya han ocurrido sonados incidentes por culpa de la basura espacial. Desde el cohete chino que recientemente cayó sin control sobre la tierra pasando por el agujero que ocasionó en un brazo robótico de la Estación Espacial Internacional el impacto de uno de estos proyectiles. Salgado afirma que mínimo dos veces al año, los astronautas de la Estación Espacial Internacional acuden a la cápsula de evacuación Soyuz a modo de precaución debido a que la misma integridad del mayor complejo humano construido jamás más allá de nuestro planeta se ve amenazada... Por nuestra propia culpa. 

Especialización

El experto comenta qué es lo que debería de hacer un país con un presupuesto modesto si quiere tener presencia en el futuro del espacio. “Todos los países que cuenten con programas espaciales muy pequeños lo que deben de hacer para ser considerados en el ecosistema espacial es la especialización. En México por ejemplo la robótica es un tema suficientemente desarrollado. Por ahí es por donde deberían de ir. No hay que meterse a crear su propio lanzador, a crear sus propios satélites, porque eso ya existe. Pero para tener un papel, sobre todo hace falta tener visión y esto no veo que esté sucediendo”, concluye.

Sobre la firma

Fernando Belinchón
Madrid. 1994. Máster en periodismo económico por la Universidad Rey Juan Carlos. Redactor de la Mesa Web de CincoDías. En el periódico desde 2016.

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