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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La constricción del mercado laboral augura una crisis más larga

Madrid y Cataluña aparecen como las dos comunidades donde el sector privado sigue generando empleo

CINCO DÍAS

El contenido de la última EPA, dada a conocer ayer, muestra unos parámetros que pueden resultar paradójicos a primera vista. Los números del INE señalan que, entre enero y marzo, España interrumpió la racha de dos trimestres consecutivos creando empleo y destruyó 137.500 puestos de trabajo. Pese a ello, el número de parados y la tasa de desempleo descendieron en ese período: marzo se cerró con 65.800 personas menos que buscan trabajo y no lo encuentran, lo que arroja un saldo de 3,65 millones de desempleados y una tasa de paro del 15,98%. La explicación de estas cifras aparentemente contradictorias tiene que ver con el escenario creado por la pandemia del Covid-19 y las medidas de restricción para combatirla. Así, la estadística no registra a aquellas personas en disposición de trabajar pero que no buscan empleo debido a la epidemia, cerca de 1,1 millones, ni tampoco a las más de 400.000 que continúan acogidas a los ERTE. Si ambos grupos se añadiesen a los resultados, la cifra final de desempleados superaría los 5 millones. Además, y como rasgo típico del mercado en tiempos de crisis, el grueso de los puestos de nueva creación se concentran en el sector público. Madrid y Cataluña aparecen como las dos comunidades donde el sector privado sigue generando empleo.

Más allá de esas circunstancias, la EPA revela algunas tendencias que permiten vislumbrar hacia donde camina la economía. Las cifras muestran un crecimiento notable del flujo de personas que dejan la ocupación y pasan a la inactividad, un total de 138.000 mayores de 60 años, lo que supone 30.000 más que las registradas un año antes. Este fenómeno evidencia un clima de fuerte desconfianza, fruto de la constatación por parte de este colectivo de las nulas posibilidades que tiene de volver a encontrar un empleo a corto plazo y que es consecuencia de una crisis que se perfila como más larga de lo que inicialmente se preveía.

La radiografía que arrojan los datos de la EPA dibuja un mercado laboral que ha visto reducido su tamaño y que se corresponde con una economía constreñida por el efecto destructivo de las medidas de contención de la pandemia, que fueron necesarias para doblegar la emergencia sanitaria, pero que han provocado la desaparición de miles de empresas y la destrucción de muchos puestos de trabajo. El comportamiento del empleo es una señal de advertencia sobre la duración de la crisis y debería ser un motivo poderoso para aprobar cuanto antes las reformas estructurales que España tiene pendientes y que son fundamentales para su futuro.

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