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La tribuna de los fondos
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Nuevos inversores se unen a la fiesta de la renta variable

La clave para un novato es buscar un negocio con un extraordinario provenir, comprar sus acciones pronto y tener paciencia

Durante el año 2020, el número de ciudadanos alemanes propietarios de acciones, fondos o ETFs creció casi un 28% respecto a 2019. Si hablamos de menores de 30 años, la variación fue de 70%. El dato es abrumador. Actualmente, una de cada seis personas en Alemania invierte en Bolsa de forma activa o pasiva, un dato que no se veía desde hace 20 años. Hablo de Alemania porque, además de disponer del dato, llama especialmente la atención por tratarse de un país con fuerte influencia del protestantismo, en el que tradicionalmente no ha existido demasiado fervor por los mercados de capitales, y en el que la misma palabra –schuld– se usa indistintamente para hablar de deuda de culpa. Sin embargo, este fenómeno no es un caso aislado de Alemania, sino que se da en cualquier país del mundo desarrollado.

Cada siete u ocho años, la cantidad de inversores particulares en el mercado llega a variar un 50%. Existe un claro patrón de comportamiento altamente procíclico en el conjunto de la sociedad, que relaciona el nivel de tolerancia al riesgo (y el afán de especulación) con el punto del ciclo económico en el que nos encontremos. El frenesí suele coincidir con los momentos en los que existe exceso de liquidez, fruto de encadenar varios años de políticas monetarias y fiscales expansivas. También suele coincidir con los momentos en los que ya se han producido las subidas más fuertes de mercado. Cuantas más noticias se publiquen acerca de los vertiginosos ascensos de acciones, ETFs u otro tipo de activos, más inversores novatos entran al mercado. Cuantas más historias se escuchan de gente que se ha forrado gracias a fórmulas mágicas, inevitablemente se incrementa la predisposición a arriesgar para probar suerte. En palabras del legendario gestor Jeremy Grantham: “no existe nada más supremamente irritante que ver desde la barrera cómo tu vecino se vuelve rico”.

Son en estos contextos cuando aparecen en mercado, si me permiten la simplificación, dos tipos de inversores novatos. Por un lado, están aquellos a los que se les despierta una nueva curiosidad y quieren aprender. Si toman decisiones, intentarán estar bien informados, comprender bien el activo donde planean invertir e incluso buscarán el consejo de algún experto. Estos inversores suelen informarse a través de libros, de una infinidad de cuentas de Twitter que hablan de inversión, y de blogs cuyos autores dedican un sesudo cuidado. Por otro lado, están otro tipo de inversores principiantes que únicamente buscan dar un pelotazo. Típicamente se aventuran de una manera un tanto imprudente, apostando por activos que no entienden o no han estudiado. Muchos de ellos basan sus decisiones en fuertes sesgos psicológicos del tipo FOMO (Fear of Missing Out) o miedo a perdérselo. A estos inversores les basta un tweet de E. Musk o Chamath P., o una entrada en Reddit que indique cuál es el próximo pelotazo al estilo GameStop.

Para quien se dedica de manera profesional a la gestión de activos, raro es que en un contexto como el actual, familiares, amigos o conocidos no hayan aprovechado algún momento para sacarle el tema de una manera más o menos sutil: “Tengo un dinero ahorrado y me gustaría empezar a invertir”; “He observado que Tesla no para de subir”; “Conozco gente que está ganando mucho dinero con Bitcoin“… La lista es bien larga. Pero de entre todas esas preguntas mi favorita es la siguiente: “¿en qué acciones invertirías a día de hoy para aprovechar las subidas?” A los inversores novatos que buscan dar con un chicharro, la respuesta a dicha pregunta generalmente les resulta algo decepcionante. Sin embargo, los del primer grupo suelen agradecerla. ¿Le gustaría conocerla? A continuación, intentaré resumirla en 4 grandes ideas. Empecemos:

1) El comportamiento a corto plazo de los precios de las acciones es algo impredecible. El ruido de mercado, los flujos de dinero y de noticias, los sesgos psicológicos de los participantes, la especulación de unos cuantos y un eterno etcétera, hacen que acertar sistemáticamente en un corto periodo de tiempo sea una tarea imposible. Invertir a cortos plazos no es invertir, sino apostar.

2) A largo plazo, el 90% de la evolución de las acciones vendrá explicada por la evolución del valor del negocio cuya propiedad representan. De la composición de los índices, terminan saliendo las compañías que fracasan. Eso hace que, en su conjunto, la renta variable sea una inversión con esperanza matemática positiva. Históricamente, las acciones han rentabilizado de media anual entre un 6% y un 7%, algo que intuitivamente parece lógico si pensamos en el ritmo de crecimiento medio de los beneficios reales de los negocios que componen un índice, y le añadimos la inflación.

3) Para obtener rendimientos extraordinarios, se necesita seleccionar negocios ganadores y tener paciencia. Si invertimos en compañías que consigan mantener en el tiempo buenas tasas de crecimiento, buenos niveles de rentabilidad, buenos flujos de caja y atractivas tasas de retorno sobre el capital que inviertan, el tiempo jugará a nuestro favor. Para que dichas cualidades sean sostenibles es importante contar con ventajas competitivas bien protegidas, pero más aun es que el negocio sea dirigido por un equipo directivo cuya única obsesión sea la creación de valor.

4) Pero, ¿cómo encontrar empresas que sean fuentes inagotables de creación de valor? Para conseguir descubrir esos preciados tesoros será necesario dedicar tiempo y recursos en entender los negocios, haciéndose las preguntas correctas: ¿Cómo necesarios o de deseados son los productos o servicios que ofrece la empresa? ¿Cómo de únicos son? ¿Durante cuánto tiempo seguirán siéndolo? ¿Qué necesitaría un competidor para representar una amenaza creíble? La lista no es exhaustiva, y variará según la naturaleza de cada negocio y las dinámicas del sector en el que opera.

En resumen, encontrar un negocio con un extraordinario porvenir, comprar sus acciones pronto y tener paciencia. Los atajos no suelen funcionar de manera consistente. Esas son las verdaderas claves que determinarán la capacidad de que nuestra inversión se multiplique con el paso de los años, y que muy en especial me gustaría que tuvieran en cuenta los nuevos inversores que en el último año se han sumado a este mundo tan apasionante.

Lucas Maruri es Gestor de Renta Variable Europea de Gesconsult

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