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Díaz acepta ser vicepresidenta tercera para mantener la cartera de Trabajo

Sánchez había marcado como línea roja que no fuera vicepresidenta segunda, por encima de Calviño, si pretendía conservar la cartera laboral

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha trasladado este martes al todavía vicepresidente segundo y ministro de Derechos Sociales y Agenda 2030, Pablo Iglesias.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha trasladado este martes al todavía vicepresidente segundo y ministro de Derechos Sociales y Agenda 2030, Pablo Iglesias.Efe
Juande Portillo

La salida de Pablo Iglesias del Gobierno para ser candidato a la presidencia de la Comunidad de Madrid le va a costar a Unidas Podemos perder un escalón de poder en el Ejecutivo de coalición que forma con el PSOE. A fin de conservar la cartera de Trabajo, Yolanda Díaz aceptó este martes reemplazarle en una vicepresidencia tercera, cediendo la segunda, que ocupaba Iglesias, a la titular de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, según fuentes conocedoras de la negociación mantenida al máximo nivel en el Ejecutivo.

Este acercamiento de posturas entre los socios de Gobierno se produjo horas después de que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, trasladara al todavía vicepresidente segundo y ministro de Derechos Sociales, Pablo Iglesias, sus líneas rojas para el rediseño del Gobierno que está obligado a acometer tras el sorpresivo anuncio del líder de Unidas Podemos, el lunes, de que abandonará sus cargos a mediados de abril para concurrir a los comicios madrileños del 4 de mayo.

Al hacer pública su marcha, Iglesias propuso a la secretaria de Estado de Agenda 2030, Ione Belarra, como nueva ministra de Derechos Sociales y a Díaz, titular de Trabajo y Economía Social, y a la que ve como próxima cabeza de cartel electoral del partido, como nueva vicepresidenta segunda. En La Moncloa no cayó bien que Iglesias planteara unos cambios que son potestad expresa del presidente del Gobierno, pero Díaz ya aceptó, vía Twitter, el “reto” de sumar la vicepresidencia segunda a la cartera laboral.

Sin embargo, en el primer encuentro cara a cara entre los dos líderes de la coalición tras el anuncio, pues Sánchez se encontraba el lunes en Francia en una cumbre francoespañola cuando recibió la llamada de Iglesias comunicándole su decisión, el presidente del Gobierno defendió que Díaz debía elegir entre la vicepresidencia segunda social y la cartera de Trabajo. No permitirá, dijo, que ambas se mezclasen en una figura que, además y por primera vez en la Historia española, quedaría orgánicamente por encima de Economía.

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El mango del poder económico del Gobierno habría seguido recayendo, en todo caso, en Calviño, pues esta seguirá al frente de la Comisión Delegada del Gobierno para Asuntos Económicos, donde se dirime la política económica del Ejecutivo. Es más, en caso de ausencia de Calviño, la dirige la vicepresidenta del órgano, la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, y Díaz es solo una más de los otros 14 cargos del Ejecutivo presentes en la Comisión. Sin embargo, una vicepresidencia económica de rango superior habría dado mayor capacidad a Díaz para plantear pulsos a Calviño (ver despiece).

Tras el encuentro de Sánchez e Iglesias, al término del Consejo de Ministros de este martes, el Gobierno se había limitado a aseverar que “ambos consideran que hay acuerdo en los cambios que deben acometerse”, matizando únicamente que las modificaciones estaban listas y “solamente falta rematar algunos detalles en base al acuerdo de coalición”. Este implica que en caso de crisis de Gobierno, ambos partidos conservarán sus cargos y cuotas de poder, pero se abre a que se negocie si la revisión es más profunda. Desde La Moncloa defienden que cambiar a un miembro de Podemos por otro no habría alterado el acuerdo, pero que crear una vicepresidencia de Trabajo suponía una diferencia que exigía revisar el organigrama.

Así, el rediseño del reparto del poder económico entre los dos socios del Gobierno dió paso a un ágil juego de cábalas y contrapropuestas en busca del equilibrio. Una opción era que Díaz renunciase a Trabajo, asumiera la vicepresidencia segunda y el Ministerio social y dejase la cartera laboral en manos de Alberto Garzón, que traspasaría Consumo a Belarra.

Podemos, sin embargo, prefiere reforzar a Díaz en la cartera que la ha hecho famosa, la de Trabajo, donde ha protagonizado importantes pactos sociales con patronal y sindicatos y se ha erigido como dique de la hemorragia laboral que deja la crisis del Covid-19.

Por eso, Díaz manifestó a Iglesias que no plantaría batalla por una vicepresidencia u otra, facilitando un pacto que consolida a Calviño como principal timonel económico del Gobierno. Como principal defensora de la ortodoxia, su importancia ha sido capital para mandar un mensaje de tranquilidad a los sectores empresariales, a los mercados y a los socios europeos.

La duda que corre ahora en los pasillos de La Moncloa es si Sánchez irá más allá de la sustitución de Iglesias a la hora de remodelar el Gobierno, pues podría aprovechar la coyuntura para impulsar un rediseño de mayor calado a fin de afrontar una nueva etapa en la legislatura.

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