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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Estabilidad para vacunar, superar el Covid y gestionar los fondos europeos

Lo ocurrido en Murcia, Madrid y Castilla y León demuestra que lamentablemente el interés de partido, de todos los partidos, ha primado sobre el bien común

CINCO DÍAS

El terremoto que sacudió ayer la política española, desde Murcia a Madrid y Castilla y León, constituye un ejemplo de manual de lo que no debería ser jamás un modelo de gobernanza propio de una democracia seria inmersa en una crisis de dimensiones históricas. El golpe que el PSOE y Cs descargaron en Murcia, que expulsará de la presidencia de la región al PP, partido que gobernaba con la formación naranja, ha provocado un movimiento sísmico que ha llegado hasta Madrid, donde el temor a una ofensiva similar llevó ayer a la presidenta regional, Isabel Díaz Ayuso, a convocar elecciones anticipadas para el 4 de mayo. La decisión de Ayuso fue seguida de la presentación de dos mociones de censura por parte de los socialistas y Mas Madrid, que a priori no parece que puedan frustrar la convocatoria a las urnas de la presidenta regional, pero que podrían acabar judicializando el conflicto. Desde la alcaldía de la capital, José Luis Martínez-Almeida aseguraba poco después que la vicealcaldesa naranja, Begoña Villacís, garantiza que no habrá ruptura. En Castilla y León, los socialistas presentaron también una moción, aunque esta vez sin el respaldo de Cs, con el fin de desalojar al presidente regional, Alfonso Fernández Mañueco.

Pese a los intentos de sus líderes de convencer a la opinión pública de que el objetivo de las mociones no es hacerse con el poder por encima de cualquier consideración, la decisión del PSOE y Cs en Murcia, dirigida desde Madrid, abre una espiral de inestabilidad en el poder regional, cuyo primer efecto ha sido el movimiento defensivo en Madrid que abocará a la región a unas elecciones prematuras en medio de la crisis económica, sanitaria y social más intensa de su historia.

La decisión de la presidenta de Madrid no beneficia a la región, como tampoco la habría beneficiado la supuesta moción de censura de PSOE y Cs que ha querido prevenir. Lo mismo puede decirse del desalojo anticipado del Gobierno en Murcia y que puede reproducirse en Castilla y León, que pueden sumir a ambas comunidades en un clima de inestabilidad política gravemente perjudicial para los ciudadanos y en una coyuntura tan grave como la que vive actualmente España, pendiente de acelerar el plan de vacunación, superar la pandemia y diseñar y gestionar las inversiones financiadas por la UE para recuperar la economía y el empleo.

Mientras el país afronta con enormes dificultades la ingente tarea de controlar la pandemia y sentar las bases de la recuperación, lo ocurrido en Murcia, Madrid y Castilla y León demuestra que lamentablemente el interés de partido, de todos los partidos, ha primado sobre el bien común, y lo ha hecho en un momento en el que España necesita con urgencia estabilidad, altura política y sentido de Estado.

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