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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

De vender ladrillo a comprar aire

De la anormalidad sufrida durante los meses de confinamiento ha surgido la demanda de adquirir inmuebles con más espacio

Una vez más, el sector del real estate nos vuelve a sorprender (como siempre ha hecho, y ya son muchas veces). Como en pasadas ocasiones, se vuelve a reinventar. Atrás han quedado los meses en los que el mercado inmobiliario ha visto ralentizado su latido, su ritmo. Pero este no se ha detenido nunca. Esa es su magia, en la que cíclicamente busca reinventarse y nuevos horizontes de actuación. Ahora toca volver con más fuerza. Ahora el real estate toma nuevamente su ritmo y la pregunta que nos hacemos es: ¿cuál será este nuevo ritmo?, o mejor dicho, ¿a qué ritmo marcharemos?

Tras los meses en los que el temor a la inversión inmobiliaria ha sido constante, han sido muchos los elementos que han hecho ser más cautos a los inversores, tanto nacionales como extranjeros, tanto a nivel particular (inversión domestica) como a nivel empresarial, ya sea a través de grandes fondos de inversión (SII), socimis o pequeñas entidades de capital. Pero ¿está sensación ha sido cierta? ¿O simplemente ha sido un espejismo nacido del miedo a la incertidumbre, el miedo a no cumplir con el business plan?

La realidad puede ser mixta. Es cierto que los mercados bursátiles se han visto afectados y, con estos, las inversiones se han visto afectadas a un nivel macroeconómico. En una microeconomía (doméstica), la realidad ha sido algo distinta, ya que el foco de la inversión individual ha permitido mantener el mercado inmobiliario durante estos meses. Con él, la inversión macroeconómica se ha visto obligada a cambiar su foco. Donde antes se invertía en residencial en las primeras metrópolis (casco urbano), el mercado se ha dirigido hacia la inversión residencial de segunda vivienda o, dicho de otra forma, a invertir en residencial fuera de las grandes metrópolis, donde las zonas ajardinas, verdes y abiertas es lo que el inversor estaba buscando ansiosamente.

De la anormalidad social vivida ante una limitación total o parcial de movilidad resurgió la necesidad de buscar aire, de tener espacio. De esta forma, el top en ventas inmobiliarias en los meses pasados han sido los bajos con jardín, los áticos, las viviendas con terraza. Al fin y al cabo, el espacio. Pasamos de vender ladrillo a comprar espacio. Como siempre, la necesidad es la que marca el mercado. El espacio y el aire han sido los que han permitido que todas esas viviendas que estaban a la espera de inversión se relanzaran. Pero no ha sido únicamente fruto de la necesidad, sino que la banca ha ayudado un poco. La necesidad de mover los capitales, el dinero, ha sido eje para que se unieran la necesidad de comprar con la necesidad de financiar, permitiendo hacer circular, en la medida de lo posible, el dinero y, con él, la inversión.

¿Cuáles han sido lo efectos de este movimiento hacia lo verde? ¿Que los grandes inversores nuevamente se dirijan allí donde esta el mercado, retomando solares fuera de las urbes, reinvirtiendo en promociones unifamiliares, adaptando su proyecto arquitectónico para dotar a su portfolio de las necesidades del mercado?

Este no solo ha sido el nuevo latido del mercado del real estate, ha habido otro que también ha empezado a tomar ritmo. Si a nivel particular o doméstico la inversión se ha centrado en buscar espacios abiertos, a nivel empresarial las necesidades se han centrado en la búsqueda de suelo logístico y, de igual manera, suelo terciario recreativo. Suelo logístico para cubrir las necesidades de las empresas: estar más cerca de sus consumidores. Suelo terciario recreativo: para poder dotar a la población de espacios comerciales amplios, con ambientes abiertos, verdes y con mayor oferta lúdica, para ajustarse a las necesidades y demandas del mercado.

Ante estos movimientos del mercado en la búsqueda de espacios abiertos, tanto a nivel de vivienda, a nivel ocio y a nivel empresarial, la inversión del sector inmobiliario se dirige a buscar este tipo de productos, que se ajustan a las necesidades actuales y que ante una posible vuelta a la limitación de movimiento serán su mayor valor.

Íñigo Sánchez del Campo es Socio especializado en derecho mercantil e inmobiliario de Thomas de Carranza Abogados

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