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Dejemos de empezar la casa por el tejado: ¿y si trazamos un plan?

Aprovechar el nuevo año para hacernos propósitos financieros es el primer paso para cumplir nuestros objetivos

Si hay algo que nunca cambia con cada inicio de año es la lista de propósitos que muchos de nosotros solemos hacer en los últimos días del año. Del clásico me apunto al gimnasio, al dejo de fumar, o al voy a aprender definitivamente inglés. La lista suele ser muy variada y extensa según las ganas que tengamos cada fin de año de cambiar para el próximo.

Dicen que cada nuevo año es una nueva oportunidad para, por fin, hacer todo aquello que siempre hemos querido, pero la realidad es que muy pocos de nosotros llegamos a cumplir con nuestros propósitos. De hecho, un estudio de la Universidad de Scranton, en Pensilvania, sostiene que 9 de cada 10 personas que se hace una lista de propósitos para el Año Nuevo fracasan porque plantean esos propósitos de una forma vaga, sin definir un tiempo para lograrlo, ni pensar en la forma de hacerlo.

Esto nos pasa porque muchas veces empezamos la casa por el tejado y nos dejamos llevar por el día a día. Cuando pensamos en nuestros propósitos nos olvidamos de si son realistas y de si realmente los vamos a poder cumplir. ¿Nos hemos parado a pensar en si son objetivos que podemos asumir?

¿Cómo podemos cumplir todos los propósitos de nuestra lista?

Para poder tener éxito y cumplir los propósitos que nos habíamos marcado muchas veces la clave está en salir de nuestra zona de confort. Si siempre nos ponemos planes e ideas a corto plazo, es decir, para ese nuevo año que acaba de comenzar, ¿por qué no empezamos a pensar más allá, en planes para dentro de unos años?

El largo plazo nos ayudará a tomar perspectiva y a resolver el siguiente problema: ¿hemos pensados si realmente podemos cumplir ese objetivo? Y es que a veces no podemos cumplir nuestros propósitos porque no nos hemos preparado financieramente para ellos. Hemos pensado únicamente en el deseo, nos hemos visualizado, pero hemos fallado a la hora de pasar a la acción, porque todo objetivo requiere de un proceso de reflexión, análisis y planificación financiera.

¿Y si este año nuestros propósitos son financieros?

Podemos empezar con un simple plan de ahorro y programarnos una transferencia periódica a otra cuenta. Esto nos va a ayudar a comprometernos con nuestro futuro y a interiorizar el ahorro porque comenzaremos a verlo como una factura más.

El siguiente propósito que nos podemos plantear tiene que ver con esa lista de cosas que querremos hacer dentro de unos años y tiene un gran componente emocional y financiero: ¿Y si me propongo comprar una casa? ¿O emprender un nuevo negocio? ¿Y si empiezo a proponerme que quiero asegurarme mi jubilación?

Definir estos objetivos de largo plazo “nos va a obligar” a actuar desde el momento en el que los escribamos porque si queremos cumplirlos necesitaremos de un plan personal y financiero.

Louis Vollebregt, del Kinder Institute of Life Planning, destaca la importancia de hacer un ejercicio de reflexión previa para ver qué es realmente lo que queremos, y aboga por hacer ese plan personal y financiero, lo que denomina Life Planning, para conectar nuestros objetivos vitales con nuestra realidad financiera y que nuestras metas y objetivos se hagan realidad.

Y es que un objetivo sin un plan es solo un sueño. Por eso este año podemos comenzar a pensar en nuestro futuro y en nuestro presente. Con la ayuda de un asesor financiero podremos trazar la estrategia de inversión que se adapte a nuestras circunstancias y que nos acerque a esos propósitos que acabamos de escribir. ¿Y si nuestro primer propósito es tener un plan? ¡Feliz Año!

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