La banca europea se resiste a las fusiones transfronterizas
Las dificultades de integración de gigantes bancarios, la falta de un fondo de garantía común y una gran parte del sistema financiero fuera del mercado bursátil frenan las fusiones en Europa
Los bancos europeos son el patito feo de las finanzas mundiales. Su pérdida de rentabilidad y de beneficios han llevado al índice Stoxx Banks Europe hasta los 71,10 puntos actuales frente a los 481,80 que marcaba antes de la crisis Lehman Brothers allá por 2007. Muy distinta ha sido la marcha del estadounidense Dow Jones Financials, que cotiza en los 619 puntos, igual que hace trece años. Una de las soluciones a esta difícil situación ha llegado desde el propio Banco Central Europeo (BCE), animando a las entidades europeas a fusionarse, incluso con el incentivo de no exigir más capital en estos procesos de consolidación.
Pero contra el deseo del BCE, las fusiones transfronterizas no parecen factibles y se están realizando en clave nacional. Esta misma semana el presidente del Consejo de Supervisión del Banco Central Europeo (BCE), Andrea Enria, veía difícil las operaciones de compra de bancos entre países hasta que la Unión Bancaria no se concrete con un Fondo de Garantía de Depósitos a nivel europeo, que podría tarda años aún.
Exceptuando España –con las operaciones anunciadas de Caixabank y Bankia, y las negociaciones que mantienen Unicaja y Liberbank y BBVA y Sabadell– este año solo se ha concretado la compra en Italia por parte de Intesa Sanpaolo de su rival más pequeño UBI Banca. Las demás posibles operaciones no han pasado de meras especulaciones. Conversaciones entre UniCredit con la estatal Banca Monte dei Paschi di Siena, la recurrente fusión entre Deutsche Bank y Commerbank que se frustró el pasado año o las noticias de prensa que apuntaban este mes de septiembre a acuerdos entre los suizos UBS y Credit Suisse o entre los franceses de BNP y Société Générale.
Desde S&P Global Ratings explican en un informe muy reciente que “el año que viene puede ser aún más difícil para la banca europea. 2021 podría convertirse en la prueba más dura para los bancos desde las secuelas de la crisis financiera global. Los apoyos que han estabilizado a los bancos y han ayudado a los prestatarios a sobrevivir no pueden durar siempre”. Pero, de momento, salvo los españoles, los bancos europeos no se inmutan.
En Italia solo se ha concretado la compra de UBI Banca por parte de Intesa Sanpaolo
Según las estimaciones de Credit Suisse numerosos bancos europeos van a terminar este año con rentabilidad negativa de acuerdo con el ratio ROTE (Return on Tangible Equity), lo que les hace especialmente sensibles a entablar procesos de fusiones. Son los casos del holandés ABN (-1,5%), de los franceses Natixis (-1%) o Société Générale (-2,9%), de Detusche Bank (-2,8%) y Commerzbank (-0,9%) o del italiano Monte dei Paschi di Siena (-10,1%). Banco Sabadell terminaría el año con un ROTE del -0,2%.
En la pérdida de rentabilidad, el Covid- 19 ha dado la puntilla al sector. En el primer semestre de este año, según datos del BCE, el retorno sobre el capital (ROE) ha bajado al 0,01% desde el 6,01% del segundo trimestre de 2019 para el conjunto de entidades. En Francia, los bancos presentan un ROE del 3,67% y en Alemania, del 0,86%. El porcentaje está en el 0,14% en Italia, mientras que Portugal registra tasas negativas (-1,94%), unos datos que dan pistas sobre los países con bancos más necesitados de ganar rentabilidad y, tal vez, de fusionarse para lograrla.
Francisco Uría, socio responsable del sector financiero de KPMG en Europa, Oriente Medio y Asia explica como otro factor importante para impulsar los acuerdos el porcentaje de entidades cotizadas y no cotizadas. “En aquellos países (como España) en que el porcentaje de bancos cotizados es mayor, son más fáciles las fusiones”. Un buen ejemplo de lo contrario son las Sparkassen (cajas de ahorros) alemanas con una cuota del mercado del 35% en Alemania. Y el 70% de las entidades supervisadas por el MUS (el supervisor único europeo) no cotizan en mercado bursátil alguno.
Desde el banco estadounidense Goldman Sachs también consideran muy complicadas y arriesgadas las fusiones entre líderes de un mismo país. En teoría, este tipo de combinación como sería la fusión de los suizos UBS y Credit Suisse o de los franceses Société Générale con BNP produciría todos los beneficios de una fusión doméstica. Sin embargo, “existen tres riesgos claros: aumentaría los requisitos de capital de la entidad resultante; reduciría los ingresos al tratarse de competidores directos y, por último, los campeones nacionales son grandes y complejos, y fusionarlos aumentaría aún más esa complejidad”, explican.
Aunque ser más grande no haga a un banco necesariamente mejor, el BCE insistirá en esta estrategia como apunta Kevin Thozet, miembro del comité de inversión de Carmignac: “El BCE debería buscar una limpieza bancaria y aislar notablemente los préstamos en mora en caso de que estos últimos aumenten significativamente en 2021 debido a la Covid-19. La participación del BCE en el diseño de AMCO (un banco malo que elimina los préstamos en mora de los bancos italianos) puede verse como un paso probable para limpiarlos antes de posibles fusiones”, explica.
Años de sequía
La crisis financiera iniciada en 2007 supuso un vuelco en el proceso de concentración de la industria bancaria. Según datos de Goldman Sachs, las fusiones y adquisiciones en el panorama bancario europeo han sido escasas durante la última década, y caen desde un máximo de 145.000 millones de euros en 2007 a menos de 20.000 millones anuales desde 2011, tocando un mínimo histórico de 5.000 millones en 2019. Por el camino quedan grandes excepciones locales, como el intenso proceso de concentración que ya vivió la banca española tras el pinchazo inmobiliario y el rescate bancario solicitado a Europa en 2012.