_
_
_
_
_
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Un pacto de Estado que marque el camino hacia el pleno empleo

España necesita aprender que el crecimiento basado en la ciencia y la innovación no es espontáneo ni se logra con tímidas medidas voluntaristas

El pasado 8 de septiembre de 2020, el Consejo de Ministros aprobó la Estrategia Española de Ciencia, Tecnología e Innovación 2021-2027. En la nota de prensa emitida por el Gobierno se resumen los objetivos de esta estrategia, planteada en dos fases: del 2021 al 2023, los esfuerzos “estarán enfocados a garantizar las fortalezas del sistema existente, reforzando la programación actual, las infraestructuras y los recursos humanos” dedicados a carreras investigadoras. Solo en la segunda fase, del 2024 al 2027, se plantea “situar la I+D+I entre los pilares fundamentales de nuestro Estado”.

Es un documento complejo en el que se repasan los principios, objetivos y ejes de actuación del sistema español de ciencia, tecnología e innovación. Mejora la edición anterior, la Estrategia española de Ciencia y Tecnología y de Innovación 2013-2020, pero sin evaluar si los objetivos de esta se han cumplido o no. En la estrategia 2021-2027 se priorizan seis líneas nacionales (salud, cultura, seguridad, industria, clima y alimentación), se insiste en la necesidad de estar alineados con los programas europeos (Horizonte Europa, FEDER, FSE y Next Generation EU) y se apunta a la necesidad de organizarse alrededor de misiones en ciencia e innovación, compuestas de proyectos tractores, entre otros.

Hay muchos aspectos (positivos y negativos) que sería interesante comentar sobre esta estrategia. Por brevedad, analizaremos solo dos temas prioritarios. En primer lugar, los objetivos están desconectados del crecimiento económico y del bienestar de los ciudadanos. Los objetivos son poco concretos, y donde hay concreción (por ejemplo, llegar en el 2027 a una inversión en I+D+I del 2,12% del PIB) son poco ambiciosos. Aunque entre los resultados esperados de esta estrategia se comenta de pasada la generación de empleo de calidad, la estrategia 2021-2027 no cuantifica su impacto en la economía española.

En segundo lugar, la propia estrategia 2021-2027 muestra la complejidad de su gobernanza. Su coordinación corresponde al Consejo de Política Científica, Tecnológica y de Innovación, del Ministerio de Ciencia e Innovación. Pero en el comité de seguimiento de la estrategia se mencionan hasta 26 representantes de distintos departamentos ministeriales e instituciones, y ningún representante de alto nivel del Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital.

La comparación con otros países que han diseñado y ejecutado con éxito estrategias de ciencia e innovación puede ayudar a entender principales las carencias de la estrategia 2021-2027. En Finlandia, por ejemplo, desde 2011, la estrategia en ciencia e innovación se debate en el Research and Innovation Council (RIC). Este organismo, presidido por el primer ministro finlandés, tiene como objetivos debatir los principales aspectos de las políticas de investigación e innovación en el país para mantener el bienestar de los ciudadanos, el crecimiento económico, y la competitividad de la economía. El RIC finlandés se apoya en un comité científico y en un comité tecnológico para debatir posibles políticas, que se consensuan con el Ministerio de Economía y Empleo, y con el Ministerio de Educación y Cultura. Finalmente, los programas científicos, tecnológicos o industriales tienen sus propias organizaciones, que actúan coordinadamente con el RIC.

En el caso de Corea del Sur, otro ejemplo de buenas prácticas en políticas de ciencia e innovación, el Ministerio de Información y Comunicaciones anunció en 2004 la Estrategia 839. De acuerdo con esta, Corea debía introducir y liderar ocho servicios, tres infraestructuras, y desarrollar nueve motores de crecimiento económico, todo ello basado en las tecnologías de la información. La estrategia tenía un alto contenido tecnológico. En ella se describía en detalle cómo se ejecutaría, cómo afectaría a la producción industrial del país, los puestos de trabajo que se generarían (270.000), y el incremento de exportaciones que se conseguiría. Pero para que fuese fácilmente comprensible por todo el mundo, el gobierno presentó la Estrategia 839 como “el camino hacia los 20.000 dólares de renta per cápita”. En 2019 Corea tiene una renta per cápita de 42.925 dólares (superior a la española). Su política de ciencia y tecnología está permanentemente siendo actualizada por el National Science and Technology Council (NSTC). Éste es un organismo co-liderado por el primer ministro y un empresario. Trece ministros, expertos en distintas áreas de conocimiento y representantes del mundo empresarial forman los distintos comités operativos.

El modelo finlandés está más basado en el consenso, mientras que el coreano es más jerarquizado. Pero tienen elementos comunes: el alto nivel en el que se debaten las políticas de ciencia e innovación (primer ministro) y el nexo explícito entre estas políticas y el crecimiento económico del país.

En vez de seguir dando vueltas y no afrontar de una vez la necesidad de cambiar el modelo productivo español hacia la economía del conocimiento ¿Por qué no podemos definir en España una estrategia de ciencia, tecnología e innovación como “el camino hacia al pleno empleo”? España necesita una política industrial basada en la ciencia y la innovación, que mejore la competitividad de la economía, que sea la base de exportaciones de alto valor añadido y que genere empleos estables y de calidad. Cualquier estrategia de ciencia, tecnología e innovación debe ser uno de los pilares del crecimiento económico del país. Debe cuantificar su impacto en la economía y el empleo, que al final determinan el bienestar de los ciudadanos.

Pero, sobre todo, España necesita aprender que el crecimiento económico basado en la ciencia, la tecnologia y la innovación no es algo que va a ocurrir espontáneamente después de tomar algunas tímidas medidas voluntaristas. Hoy los países compiten en capacidad de innovación. Y para competir adecuadamente, España necesita que desde la presidencia del Gobierno se impulse un acuerdo por el crecimiento económico basado en la ciencia y la innovación. Un acuerdo suscrito por la mayoría de los partidos políticos, patronales y sindicatos, que defina una estrategia clara para las próximas décadas y que permita que empecemos a avanzar por el camino hacia el pleno empleo.

Grupo de Reflexión de Ametic

Archivado En

_
_