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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Por qué el turismo (pese a todo) tiene un gran futuro por delante

Debemos valorar nuestra fuerza como potencia turística más competitiva del mundo y apalancar esa posición ante los nuevos yacimientos del mercado

Sí, créanme, el turismo tiene un gran futuro por delante. Lo afirmo convencido y al mismo tiempo plenamente consciente de lo denostada que se encuentra la industria turística en estos momentos tan difíciles marcados por la pandemia del Covid-19. Porque, aunque los efectos de la pandemia son evidentes en todas partes, muy especialmente lo están siendo para el turismo, que ha visto paralizada su actividad de forma drástica en todo el mundo.

Ante esta situación han empezado a llover las advertencias de analistas, e incluso de altos cargos de la Administración, señalando el negro panorama que se cierne sobre nuestro país si continuamos apostando por un modelo productivo centrado en el turismo. Proseguir por esta senda, afirman, es garantía de fracaso y estaríamos condenando el futuro de generaciones de españoles. Quienes así piensan tienden a equiparar con frecuencia el turismo con actividades de escaso valor añadido, sujetas a la estacionalidad, empleadoras de mano de obra poco cualificada e, incluso, lesivas para el medioambiente. La alternativa al turismo debería pasar, según ellos, por tratar de recuperar lo antes posible los niveles de actividad industrial que España tenía hace décadas que, todo sea dicho, nunca debía haber abandonado en favor de unas actividades, las turísticas, que han situado a España como farolillo rojo de la recuperación europea pos-Covid.

Rebatir estos razonamientos, aparentemente bien construidos, no es algo sencillo cuando los números parecen demostrar que el turismo se recupera a una velocidad muy inferior a la del resto de la economía. Solo en el mes de septiembre ya había destruido cerca de 300.000 puestos de trabajo, una caída de más del 15% interanual, y casi el 20% de los trabajadores españoles que continúan hoy día en procesos de ERTE trabajan en alojamientos turísticos. Esta aparente pérdida de credibilidad del turismo como motor infalible del crecimiento económico español ha venido a moderar el argumentario tradicional empleado por los representantes de la industria turística, a menudo centrados en destacar la importancia del turismo en términos de PIB y empleo, para justificar la apuesta ciega que España debía realizar por el sector.

Sin embargo, resulta llamativa la escasa rigurosidad, por no decir falta de consistencia, con que los profetas de la reindustrialización urgente de España se han lanzado a defender su eslogan. ¿A qué industrias se refieren cuando hablan de reindustrialización? ¿Quizá están pensando en una vuelta a la industria pesada, o en la fabricación de bienes de consumo, o por qué no, en la producción de componentes electrónicos? Nadie parece atreverse a responder estas preguntas con un mínimo de claridad y determinación. Y no es para menos, porque hablar de reindustrialización es algo tremendamente complejo y que tendría un enorme impacto económico y social a corto y medio plazo. Dejar de producir turismo para empezar a producir algo que aún hoy ni siquiera está claro llevaría asociado un enorme coste de oportunidad para la sociedad española. El golpe recaería nuevamente sobre la exhausta clase media trabajadora, que vería disminuido drásticamente su nivel adquisitivo y de bienestar. Sería algo así como aplicarnos un harakiri colectivo. Y todo ello suponiendo que acertáramos a la primera en nuestra apuesta industrial, pues de lo contrario las consecuencias serían totalmente imprevisibles y el país podría terminar a la deriva.

Por consiguiente, proclamar que existen oportunidades claras en sectores industriales que pueden alterar el esquema de ventajas competitivas en nuestro favor y en poco tiempo es una falacia que, tomada a la ligera, puede tener gran predicamento político, pero que resulta poco realista e ignora la brecha que nos separa de las regiones industriales más competitivas del mundo. La transformación productiva de España es algo muy serio que exige, en todo caso, un análisis mucho más preciso que tome en consideración nuestras capacidades actuales.

¿Qué solución nos queda entonces? ¿Deberemos conformarnos con seguir dependiendo del turismo como hasta ahora? En mi opinión debemos afrontar esta cuestión celebrando en primer lugar la envidiable posición que nos brinda ser el país más competitivo del mundo en materia turística, para a continuación apalancar la posición de España ante los nuevos yacimientos competitivos que están surgiendo.

El sector turístico es un fecundo generador de avances en materia tecnológica e innovación y un ejemplo a seguir para multitud de ramas industriales y de servicios a los que transfiere conocimiento continuamente. La enorme experiencia que atesora el turismo y su papel como incontestable incubadora de muchas de las nuevas ideas que están guiando los procesos de transformación digital en las empresas, el uso de los datos para mejorar la experiencia del cliente o el papel de la inteligencia artificial en nuestras vidas son solo algunos ejemplos destacados del enorme potencial que el turismo tiene por delante y que nuestra industria turística aún no está explotando suficientemente.

Lejos de esa imagen denostada de país de camareros y sombrillas, existe un turismo que es precursor de los cambios que están revolucionando la manera en que las sociedades avanzadas dan respuesta a la imparable smartización de nuestros modos de vida. La inmejorable posición de España como país líder mundial en turismo nos abre una oportunidad única para encabezar este turismo de altos vuelos. No desaprovechemos el momento histórico. Para ello es imprescindible abandonar el estéril debate sobre si debemos seguir apoyando o no al turismo y centrarnos con la mayor urgencia posible en impulsar la competitividad de nuestra economía, entendiendo el turismo como una auténtica palanca de cambio y de futuro.

Francisco Javier Navarro Meneses es Profesor del departamento de Turismo de la Universidad Nebrija

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