El cambio de paradigma de Biden frente al resurgimiento económico de Trump
El presidente representa unos EE UU temidos por sus aranceles y sanciones, mientras que el aspirante reivindica el multilateralismo y la transición verde
El presidente Donald Trump y el exvicepresidente Joe Biden proponen no solamente programas económicos completamente distintos. Ofrecen a los estadounidenses modelos de sociedad contrapuestos. El Covid-19 se ha cobrado la vida de más de 225.000 personas e infectado a más de 8,2 millones en EE UU. Algunos estudios proyectan que podrían perecer otros 400.000 hasta febrero porque la segunda ola coincidirá con la temporada de gripe. Las medidas económicas que los políticos prometen en campaña habitualmente se presentan como un medio para conseguir avances laborales, educativos, sanitarios y medioambientales. Los enormes estragos humanos y socioeconómicos provocados por el Covid significan que las visiones antagónicas de Trump y Biden sin embargo sí tienen como denominador común prometer la superación de la pandemia y la reapertura del país.
Pero Biden acentúa la necesidad de subordinar la política económica al objetivo de contener el actual repunte de infecciones y hospitalizaciones. Tomará medidas de normalización en función de las recomendaciones de los máximos expertos médicos y científicos del Gobierno federal. Trump describe la actual crisis como algo pasajero, cuyo origen es China y cuya superación es inminente. Anuncia que pronto se estará en condiciones de empezar a producir y distribuir gratuitamente a gran escala las vacunas y tratamientos con anticuerpos que Pfizer, Moderna, Johnson & Johnson, AstraZeneca y Gilead están obligadas a vender al Gobierno debido a la financiación de 10.000 millones de dólares que reciben del programa Operation Warp Speed.
El lema de campaña de Trump es Make America Great Again: lograr nuevamente la grandeza de EE UU. Sintetiza su enfoque de reabrir cuánto antes más sectores económicos y la actividad docente y social a la espera de la distribución mediante la logística de las fuerzas armadas y la empresa McKesson de parte de las prometidas 300 millones de dosis de vacunas y tratamientos. Biden ha convertido la campaña en un referéndum sobre la gestión del Covid por parte de Trump. Por ello, el presidente reivindica el sobresaliente cuadro macroeconómico previo a la pandemia, con el nivel de desempleo más reducido en medio siglo (3,5%), una expansión del PIB de más del 2% anual, crecimiento de los salarios y cotizaciones récord de los índices bursátiles.
El presidente acusa a Biden de querer cerrar por completo la actividad económica. Trump alardea de un descenso del desempleo del 14,7% en abril al 7,9% en septiembre, los 11 millones de empleos recuperados del total de 20 millones destruidos por la pandemia y cotizaciones de los índices bursátiles muy cercanos (y superior en el caso del Nasdaq) a los récords históricos de febrero. Trump atemoriza a los estadounidenses con un escenario de un Biden preso del sector socialista del Partido Demócrata que aumentará de forma masiva los impuestos para financiar el maximalista Green New Deal de 16 billones propugnado por Bernie Sanders.
Biden lo ha recortado, pero promete 2 billones de fondos federales para los sectores de energías y tecnologías, que crearían 1 millón de empleos y conseguirían que en 2035 se hayan eliminado los hidrocarburos en la generación de electricidad. Asimismo, reincorporaría a EE UU al acuerdo de París. Para conseguir la nominación de su partido, Biden se escoró a la izquierda con el compromiso de prohibir el fracking, que ha permitido a EE UU convertirse en el primer productor mundial de petróleo y gas natural y alcanzar la independencia energética.
Trump no formula grandes objetivos porque supondría reconocer errores. Denuncia que los estados cuyos gobernadores demócratas han restringido más la actividad (especialmente los decisivos Pensilvania, Michigan y Carolina del Norte) están en una situación epidemiológica peor que los liderados por gobernadores republicanos.
En política monetaria no hay distinción alguna entre Trump y Biden porque el presidente de la Fed es partidario de mantener los tipos cerca del 0% hasta 2023. En materia comercial, Biden no derogará el acuerdo USMCA (o T-MEC) aprobado por el Congreso (y ratificado por la mayoría demócrata en la Cámara de Representantes), pero rechaza las tácticas agresivas para resolución de disputas comerciales que ha empleado Trump contra China, México, Canadá y la UE.
En el ámbito fiscal, laboral y regulatorio los estados tienen competencias muy amplias. Pero Biden promete incrementar el salario mínimo federal a 15 dólares por hora; deducciones fiscales y ayudas para las personas y familias más afectadas por la crisis; y un aumento del impuesto de sociedades del 20% al 21%.
El contraste entre Trump y Biden ya se está escenificando en el fracaso de las negociaciones entre la mayoría republicana del Senado y Trump, por una parte, y la mayoría demócrata de la Cámara de Representantes, por la otra, para aprobar un segundo gran paquete de estímulo después de los 2 billones de la ley Cares. Los demócratas piden 2,2 billones adicionales para asegurar la financiación de estados y municipios y la continuación del préstamo por desempleo federal que se suma al concedido por los estados. La mayoría republicana únicamente está dispuesta a proporcionar 500.000 millones para rescatar a los sectores más afectados el Covid y proteger legalmente a las empresas que reemprenden su actividad. Trump es partidario de un paquete de 1,8 billones que incluye las partidas demócratas. El gran escollo es la financiación a los estados. Trump y los republicanos denuncian que es un intento encubierto de los demócratas de rescatar de una mala gestión crónica a los estados que gobiernan.
Más allá de las propuestas concretas, Trump representa unos EE UU temidos por su poderío militar y cuyo liderazgo se sustenta en su capacidad unilateral de imposición de aranceles y sanciones, frente a un Biden que reivindica la recuperación de un multilateralismo en el cual EE UU compita por la transición a una economía verde.
Alexandre Muns Rubiol es profesor de EAE Business School