Redefiniendo nuestra relación con el trabajo
Los estudios demuestran que las empresas que velan por sus empleados reportan más satisfacción a los clientes y son más rentables e innovadoras
Nuestra forma de trabajar ha evolucionado a lo largo de los años, pero, de la noche a la mañana, gran parte de ella se ha visto afectada. Cuando el Covid-19 obligó a países de todo el mundo a confinarse, las compañías tuvieron que cambiar las reglas del juego. Los directivos de las multinacionales comenzaron a dirigirse a sus trabajadores desde el salón de su casa, los negocios físicos tuvieron que conectarse vía online para sobrevivir y, para muchos de nosotros, nuestras pantallas se convirtieron en la puerta de entrada a la oficina.
Este periodo puso a prueba los modelos operativos y los métodos de trabajo de casi todas las empresas. ¿Estaban preparadas para el futuro? Y si era así, ¿tenían un negocio a prueba de pandemias? ¿Podrían llegar a sus clientes y empleados y entablar una comunicación bidireccional? ¿Y podrían mantener a esas personas a salvo?
Al mismo tiempo, los empleados tuvieron que confiar en que sus empresas hacían lo correcto, tanto si estaban en primera línea en hospitales o supermercados, como si eran empleados de oficina trabajando desde casa. Para las empresas que pudieron hacer frente al desafío, surgió una verdadera oportunidad para construir una lealtad a largo plazo. Porque en una pandemia mundial no basta con trabajar para una empresa, necesitas trabajar para una comunidad que te garantice el poder estar conectado, seguro y motivado.
A medida que distintos países salen del confinamiento, muchos de nosotros nos preguntamos cuándo el mundo volverá a la normalidad. Sin embargo, en el plano laboral, los estudios muestran que no todas las personas están ansiosas por volver a las viejas costumbres. Para muchas, este período ha abierto nuevas posibilidades en términos de cómo, cuándo y dónde trabajamos, catapultándonos hacia un futuro que pensábamos que no veríamos hasta finales de esta década.
Lo que se nos ha ofrecido es la posibilidad de vislumbrar un futuro laboral más flexible. Uno donde los mejores talentos puedan ser reclutados para el trabajo, sin importar la ciudad –o incluso el país– en el que viven. Uno en el que vamos a la oficina porque está ocurriendo algo especial o porque queremos estar en contacto con nuestros compañeros, no porque estemos obligados a hacerlo. Y uno donde podemos construir nuestro trabajo alrededor de nuestra vida, y no al revés.
Pero esto no acaba aquí. No es sólo nuestro lugar físico de trabajo lo que ha cambiado, es la forma en que trabajamos y nuestra relación con la compañía. En los últimos meses hemos visto compañías que ponen a sus empleados en el centro de la toma de decisiones, así como un aumento en el número de empleados que se sienten valorados y comprometidos con sus empresas.
Para muchas empresas –como es nuestro caso–, mejorar la experiencia de los empleados era algo que ya estaba en el radar antes de la pandemia. De hecho en 2019 ocupaba el top tres de prioridades para los líderes de Recursos Humanos. Sin embargo, el Covid-19 aceleró todo y ha hecho que la experiencia de los empleados suba al primer puesto en la agenda de prioridades.
Durante este tiempo, hemos visto a las empresas hacer un esfuerzo extra para mantener a sus empleados seguros e informados, innovando y creando nuevas funcionalidades con el objetivo de priorizar su motivación y su bienestar.
Como es el caso de Telefónica, que, tras un exitoso programa piloto en Reino Unido, decidió implementar workplace en toda su organización, conectando a más de 120.000 empleados en todo el mundo. Lo que a su vez le ha permitido crear una comunidad conectada, motivada y con un propósito claro: prestar el mejor servicio a sus clientes, a pesar de las dificultades surgidas a raíz del Covid-19.
La experiencia de los empleados debe seguir siendo una prioridad después de la pandemia, lo que también obligará a las empresas a cambiar su forma de pensar y a involucrar cada vez más a la plantilla en la toma de decisiones para crear un sentido de pertenencia que impulse su rendimiento. Es un compromiso a largo plazo que obligará a las empresas a hacerse preguntas como ¿qué está funcionando y que no?, ¿quién está comprometido?, ¿qué voces tienen más peso y se trasladan a la toma de decisiones?
Así como la pandemia requirió un nuevo tipo de liderazgo auténtico, también requiere un compromiso a largo plazo con la experiencia de los empleados. No basta con decirlo con la boca pequeña. Los directores generales deben dar ejemplo, encarnando los valores, aspiraciones y capacidades de una empresa enfocada en sus empleados.
Si bien el liderazgo juega un papel esencial, la clave para mejorar la experiencia de los trabajadores está en alejarse de esas comunicaciones que van de arriba abajo (empleador-empleado) y que han dominado las relaciones laborales hasta hace poco. Se trata de dar un paso hacia una comunicación más conectada y dinámica, impulsada por el empleado. Significa dar voz a todo el mundo –y no sólo a los que se sientan (o solían sentarse) en los despachos. La experiencia tiene que extenderse a todos en la empresa, desde los empleados hasta el personal de recepción, pasando por los directivos.
Y conectar a todas esas personas no debería requerir una tecnología costosa que exija una formación y una implementación intensivas. Son necesarias herramientas fáciles de democratizar en toda la compañía, que las personas puedan elegir y utilizar donde quiera que estén, como por ejemplo nuestra herramienta de colaboración empresarial workplace.
Hay verdaderos beneficios para los negocios que hagan esto bien. Los estudios demuestran que las empresas que velan por la experiencia de los empleados reportan una mayor satisfacción de los clientes y son más rentables e innovadoras. Pero más allá de esto, la experiencia de tu plantilla es una inversión en tu gente. Y si la pandemia nos ha enseñado algo, es que cuidar de tu gente vale la pena.
Irene Cano es Directora General de Facebook para España y Portugal