Hacia una oleada de fusiones en el contexto del Covid-19
Además de concentraciones en la banca, podemos asistir a integraciones también en otros sectores, especialmente en los más dañados por la crisis
El pasado viernes 4 de septiembre la Bolsa de Madrid experimentó una fuerte subida debido al anuncio de la fusión entre Bankia y CaixaBank. Esta subida la lideraban diversas entidades bancarias, como BBVA, Sabadell o Santander y por supuesto las dos entidades protagonistas: Bankia (con un aumento del 32,88%) y CaixaBank (con un aumento del 12,37%).
En la coyuntura actual estamos asistiendo a una nueva fase de concentraciones en el sector bancario. Son diversos los factores que inciden en ello: 1) el anuncio la pasada semana por diversas autoridades financieras –como el Banco Central Europeo (BCE) a través de su vicepresidente y la Asociación Española de Banca (AEB) a través de su presidente– relativo a una nueva oleada de fusiones en el sector bancario español; 2) el objetivo de mejora de la rentabilidad del sector financiero, que este año 2020 se espera que se sitúe alrededor del 2%-3%, según estimaciones del Banco Central Europeo; 3) la reestructuración del mercado y de la competencia en el sector; 4) el impacto del Covid-19, cuyas consecuencias económicas suponen previsiblemente la existencia a finales de 2020 de créditos de dudoso cobro por valor de 220.000 millones de euros y una tasa de morosidad estimada del 15% –según previsiones del Banco de España–; 5) la creciente digitalización del sector que ya se había constatado con la reducción de oficinas físicas y el movimiento de las operaciones hacia el mundo digital y finalmente, 6) la reducción de costes y búsqueda de sinergias.
Son diversas las etapas que este proceso debe seguir hasta que la fusión se complete. En un primer momento, asistimos a la llamada 1) fase preparatoria, que se centra en el proceso negociador de la fusión. Incluye la due diligence o auditoría en profundidad, que analiza el estado de las dos entidades desde todo punto de vista: legal, fiscal, financiero-contable, operativo, sistemas y tecnología, recursos humanos, estrategia… todas ellas importantes, si bien la parte más conocida y que más peso suele implicar es la jurídico-financiera. En esta etapa preparatoria también se requiere la elaboración de un proyecto de fusión detallado, que incorpora los resultados de la due diligence, proyecto que a su vez se presenta para su aprobación al Consejo de Administración. En el caso concreto de Bankia y CaixaBank, se han convocado sus respectivos Consejos para el próximo 13 de septiembre. La segunda etapa es la 2) fase decisoria, que incluye la resolución sobre si se va a proceder o no a la fusión de manera definitiva. Requiere la aprobación por la Junta General de Accionistas de las respectivas entidades y la aprobación por el órgano competente. En el caso de operaciones transfronterizas esta entidad suele ser el Banco Central Europeo (BCE), en el caso que nos ocupa, al ser entidades fundamentalmente basadas en España, la competencia corresponde a la Comisión Nacional de los Mercados y de la Competencia (CNMC). Por ello, el BCE emitirá un informe consultivo en el que muestre su punto de vista sobre la operación y que remitirá a España. En la 3) fase de ejecución, una vez aprobada la operación, esta se eleva a escritura pública –con detalle de la operación de canje de acciones– que se inscribe en el Registro Mercantil. A partir de este momento comienza a desarrollarse de manera efectiva la integración de ambas entidades, proceso que lleva bastante tiempo, hasta que la cultura corporativa, los equipos, procesos, sistemas, estrategias y planes estén plenamente integrados. En este caso, podríamos hablar de una última 4) fase de integración en el largo plazo, donde reside verdaderamente el éxito de la operación y el mayor esfuerzo de vencer posibles resistencias al cambio y potenciar las sinergias, tanto de los actores internos del negocio como externos del mercado.
La entidad resultante de la fusión Bankia-CaixaBank, según un estudio elaborado por Barclays, supondrá unos activos totales de 664.027 millones de euros, 51.536 empleados y 6.600 sucursales, convirtiéndose en el primer banco del país y según se prevé, el décimo en Europa. Los ajustes de la fusión podrían llevar al cierre estimado de unas 1.411 sucursales, y a la reducción de unos 5.750 puestos de trabajo, implicando unos costes de reestructuración valorados en unos 1.000 millones de euros. Una vez alcanzada en la fase de integración –según el estudio de Barclays–, se estima que la entidad resultante obtendría unos beneficios del 18% en el año 2022. En esta nueva entidad, el principal accionista de Bankia que es el FROB –con un 61,8% del capital social actual en Bankia–, pasaría a contar con el 14%-17% de las acciones en la nueva entidad y el principal accionista de CaixaBank, que es CriteriaCaixa –con un 40% del capital social actual en CaixaBank–, pasaría a contar con el 29%-31% de las acciones de la nueva entidad. El Estado, tras haber invertido 24.069 millones de euros en 2012 a través del FROB para el rescate de Bankia –de los cuales tiene pendiente de recuperar un 85% aproximadamente–, podría optar por hacer líquida su participación en el momento de la fusión, o bien mantenerla hasta que la fusión se encuentre en fase de integración y esperar un momento adecuado para obtener la mayor rentabilidad posible. Según las últimas informaciones, esta segunda opción parece la más probable.
Este proceso de fusión en curso es por lo tanto una operación esperada en el mercado en el momento en que nos encontramos. El proyecto presenta numerosos aspectos positivos, como la experiencia del equipo directivo, los asesores que están participando en la operación, los mecanismos de supervisión nacional y europeos, las sinergias y ahorro de costes previstos, el aumento del beneficio estimado en la nueva entidad en 2022, que podría alcanzar el 18%, según Barclays, las oportunidades de crecimiento en el medio y largo plazo, la posible creación de empleo futuro, la internacionalización, así como las ventajas para la mayor parte de los grupos de interés de ambas entidades . Destaca la excepción de la reducción de puestos de trabajo en el corto plazo, lo que constituye un aspecto delicado que se debe abordar con antelación. Existen diversos mecanismos que pueden emplearse, no sólo los clásicos que nuestro sistema ofrece, sino otros más novedosos relativos a la formación, reciclaje profesional o el acompañamiento en el despido.
El actual contexto de la pandemia nos inclina a pensar que se producirán nuevas fusiones en el sector bancario en esta nueva oleada, que podría afectar a otras entidades, como: Liberbank, Ibercaja, Abanca o Sabadell. Junto a ello, cabe mencionar que también podría implicar procesos de integración en otros sectores económicos más allá del sector bancario, en especial en los sectores más afectados por la crisis, con el fin de reducir pérdidas y ganar en eficiencia. El sector bancario es un importante garante de la estabilidad en un momento de incertidumbre como el que vivimos, por ello, cuanto más sólidos y solventes sean nuestros bancos, en mejores condiciones estaremos para afrontar la presente crisis.
Begoña Casas Sierra es Profesora del departamento de Economía y Empresa de la Universidad Europea