España debe adoptar una firme estrategia para defender el turismo
El Gobierno ha de impulsar una ofensiva diplomática que hasta el momento ha estado ausente de la gestión de esta pandemia
La cuarentena decretada por el Gobierno británico para todos los viajeros que regresen de España, junto con las dictadas por Países Bajos y Noruega, además de la recomendación francesa de no viajar a Aragón y Cataluña, amenazan con dejar sin oxígeno a la industria turística española, que afronta la que muy probablemente será recordada como la peor temporada de su historia. Pese a que la situación sanitaria de las islas británicas es objetivamente más grave que la que vive España, los rebrotes acaecidos en las últimas semanas y la mala gestión que se ha hecho de esas incidencias, especialmente de cara al mercado turístico internacional, han desencadenado un rosario de reacciones unilaterales que, en el caso de Reino Unido, amenazan gravemente al sector. De los casi 84 millones de turistas que viajaron a España el año pasado, un total de 18 millones eran británicos. La patronal Exceltur ha advertido de que están en juego 8.700 millones de euros solo entre agosto y septiembre si no se reconsideran unas medidas que pueden perjudicar a miles de establecimientos turísticos.
Pese a las peticiones de la industria y de las comunidades autónomas más afectadas para que Londres distinga entre territorios con mayor y menor incidencia de casos, Reino Unido ha adoptado una decisión sin matices que no solo perjudica a la industria española, sino a también a los turoperadores británicos que trabajan con España. Es el caso de TUI, que ha cancelado todos los vuelos con la península hasta el 9 de agosto, aunque de momento mantendrá los dirigidos a Canarias y Baleares. Desde el Gobierno se aseguraba ayer que las negociaciones con Londres tienen como prioridad la exclusión de ambos archipiélagos de las restricciones, dado que sus condiciones geográficas permiten un mayor control sanitario. También se plantea la posibilidad de establecer distintos corredores seguros entre algunas comunidades autónomas y Reino Unido.
España debe hacer uso con firmeza y con urgencia de todos los recursos disponibles para que Londres y el resto de los Gobiernos europeos que han adoptado restricciones similares reconsideren una decisión que puede hacer colapsar a un sector ya duramente golpeado por la pandemia. Ello exige por parte del Gobierno la adopción de una estrategia diplomática que hasta el momento ha estado ausente de la gestión de esta pandemia y que debe diseñarse de forma seria, coherente y efectiva. Esa ofensiva pasa por una firme apelación a Bruselas para que medie en una crisis de debe afrontarse de forma coordinada entre los países europeos con el fin de evitar daños económicos que vayan más allá de las razones sanitarias objetivas y cuyas consecuencias dificulten todavía más la recuperación.
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