La banca prepara una avalancha de bonos sociales para luchar contra el Covid-19
BBVA es la primera entidad en emitir para combatir la pandemia
BBVA dio el pistoletazo de salida a finales de mayo con el primer bono social emitido por una entidad española en 2020. La preocupación de la banca por los criterios de inversión socialmente responsable (ESG, por sus siglas en inglés) no es nueva. Las entidades financieras ya se habían adentrado en el terreno de la deuda sostenible, pero hasta el momento eran los proyectos medioambientales los que centraban el ámbito de actuación.
En España, BBVA, Santander, CaixaBank y Bankinter habían realizado emisiones de bonos verdes, y es ahora cuando las entidades están empezando a mirar las oportunidades que presenta la deuda social. Es un momento en el que a las consecuencias económicas de la crisis sanitaria que sufre el planeta se suma el auge de los fondos ESG. Todo ello crea el caldo de cultivo perfecto para este tipo de operaciones.
BBVA ha sido el primer banco europeo en emitir un bono social destinado a combatir los efectos del Covid-19, pero no será el único. Los expertos creen que en los próximos meses el mercado asistirá a una avalancha de bonos sociales emitidos por las entidades financieras. De hecho, fuentes del mercado explican que los bancos ya los tenían en el punto de mira desde hace tiempo. Si no lo los habían lanzado ha sido por falta de proyectos. Antes de BBVA, las únicas entidades que habían emitido bonos de este tipo habían sido Kutxabank y Caja Rural de Navarra, para la financiación de vivienda social.
“El mercado de bonos sociales se presenta como un instrumento de financiación complementario para el sector financiero y como una palanca idónea para apoyar el crecimiento y la reconstrucción de los sectores más afectados por la crisis”, señala Ángel Tejada, responsable de bonos verdes y sostenibles de BBVA. Desde la entidad se muestran optimistas y esperan que otras firmas, tanto españolas como europeas, recurran a estos instrumentos a los largo del ejercicio, algo que ayudará a la promoción de los bonos sociales dentro del área de la financiación sostenible.
Condiciones
Fuentes de mercado explican que para que la emisión de bonos sociales adquiera velocidad de crucero (solo en 2020 el 50% de los bonos sostenibles en todo el mundo han sido sociales) es necesario que se den varias condiciones. La primera es que existan proyectos en los que invertir el dinero captado, algo que condiciona tanto el tamaño de la emisión como el vencimiento. En el caso del Covid-19, serán proyectos para luchar contra los efectos de la pandemia.
La segunda condición es el marco en el que operan estos emisores. Algunas entidades, como BBVA, ya disponen de esas instrucciones, pues han emitido bonos verdes. Con con ese marco, la transición de los bonos verdes a los sociales es mucho más sencilla.
La tercera condición es que exista interés. Ángel Tejada afirma que “los inversores institucionales jugarán un papel muy importante en el desarrollo del mercado de bonos sociales; vemos que en España están cada vez más interesados y creciendo su participación”.
Este interés por la inversión responsable se deja sentir en la demanda. Solo en el bono emitido por BBVA las órdenes alcanzaron los 5.000 millones, cinco veces el importe finalmente vendido.
Los bonos sociales, al igual que el resto de deuda sostenible, los pueden comprar los inversores clásicos o aquellos que solo invierten en deuda con criterios ESG. Es decir, existe una demanda adicional pero aún sigue sin ser suficiente para que esto se traduzca en una caída sustancial del precio.
Mayor trabajo
Como explica Andrés Calzado, responsable de mercados de capitales para instituciones financieras de Nomura, al encarecimiento de las condiciones del mercado –tras el estallido de la crisis el precio de emisión llegó a dispararse 100 puntos básicos– se suman los costes derivados del mayor trabajo interno que debe asumir el emisor. Este tiene que hacer un despliegue para ver en qué va invertir los recursos captados.
El estallido de la crisis económica del Covid-19 ha traído consigo un incremento de las rentabilidades en el mercado secundario de deuda, y en el primario se ha traducido en un aumento del coste de financiación, Todo ello aceleró la caída de la actividad, tendencia que ha empezado a invertirse con el anuncio del programa de compras antipandemia, recientemente reforzado hasta los 1,35 billones, del BCE.
Desde entonces, solo dos entidades españolas han apelado al mercado en búsqueda de financiación. Una de ellas ha sido BBVA con la ya mencionada emisión del 1.000 millones en un bono social de deuda sénior no preferente, el 27 de mayo. Aproximadamente un mes antes, el 29 de abril, Santander reabrió el mercado de deuda bancaria con la venta de 1.500 millones en bonos no preferentes. El banco que preside Ana Botín también colocó 2.500 millones de dólares en deuda no preferente el pasado 21 de mayo.
Fuentes del mercado esperan que en los próximos meses emitan bonos sociales otras entidades que, además de estar sensibilizadas, no quieren que se las vea esta vez como parte del problema sino como parte de la solución. Septiembre y octubre son vistos como meses clave, pues ya entonces se podrá contabilizar con mayor precisión el impacto del Gran Confinamiento.
La pandemia como catalizador del mercado
El renovado interés por los bonos sociales no se limita al sector financiero, sino que, como explica Agnès Gourc, codirectora de mercados financieros sostenibles de BNP Paribas, “la gran mayoría de los 46.600 millones de dólares de bonos sociales (unos 41.220 millones de euros) que cumplen con los requisitos de la Asociación Internacional de Mercados de Capitales (ICMA, por sus siglas en inglés) son transacciones relacionadas con el Covid-19 de organismos supranacionales y agencias de apoyo al empleo y al sector de la salud”. En España, hasta el momento, los que han liderado las emisiones sociales han sido organismos como el ICO o la Comunidad de Madrid. Desde BNP Paribas ven como un paso natural las nuevas transacciones relacionadas con la pandemia de bancos cuyos préstamos están apoyando esas mismas áreas. Los expertos señalan que, junto a bancos y gobiernos regionales como el de Madrid, País Vasco y Navarra, es de esperar que las compañías se sumen a la corriente de deuda social. Este año en España Adif, Iberdrola y Telefónica también se ha adentrado en esta corriente.
“La crisis ha causado una gran sacudida en los mercados financieros y ha actuado como un gran estímulo para los bonos sociales”, explica Agnès Gourc. La directiva del banco de origen francés espera que “los inversores busquen incorporar más ESG en sus carteras, cambiando el enfoque hacia el elemento social”.
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