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Carlos Díez De La Lastra: “El turismo va a acelerar la pérdida del miedo”

Dirige unos de los centros de gestión hotelera más reconocidos del mundo

Ha dedicado toda su trayectoria profesional a la educación superior: en la Universidad Europea de Madrid, en el grupo Laureate y, desde hace seis años, como director ejecutivo de la universidad de gestión hotelera Les Roches Marbella. Carlos Díez de La Lastra (Madrid, 1970) también ha formado parte del comité de expertos que han diseñado la estrategia de Turismo Costa del Sol ante el coronavirus, y es optimista con la temporada que está a punto de comenzar.

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R. Les Roches es la segunda universidad del sector con mayor empleabilidad, ¿cómo lo han conseguido?
R. Nuestros alumnos tienen, de media, entre tres y cinco ofertas de trabajo al semestre. El turismo se ha ido profesionalizando en paralelo a la educación. Antiguamente el director del hotel era el que había empezado de botones, pero nuestros alumnos empiezan directamente en posiciones medias. Lo que nosotros hacemos es ahorrarles, tanto al alumno como a la empresa que lo contrata, 10 años de experiencia profesional que tendrían que adquirir si no estuvieran aprendiendo aquí durante tres años con la intensidad que lo hacemos.
R. ¿Cómo ha afectado el confinamiento a la escuela?
R. Hemos cumplido con todas las obligaciones del Gobierno español, se han parado las clases presenciales y estamos dando apoyo online. Lo que ocurre es que nuestra formación tiene mucha base práctica y de contacto real. También es muy importante el networking entre compañeros porque les ayuda muchísimo a encontrar oportunidades cuando salen de aquí. Las plataformas ayudan mucho a mantener un poco el nivel y a que el alumno no pierda el tiempo, pero no son sustitutivas de las presenciales. Es prácticamente imposible transformar a un estudiante para que trate al cliente de lujo con los máximos niveles de la exigencia de esta industria sin fallar online. Para nosotros sería incomprensible que con el esfuerzo económico que hacen por venir aquí diéramos ahora por terminado el curso. Eso no es para lo que han venido, así que lo que vamos a hacer es recuperar la formación perdida durante los meses de agosto y septiembre.
R. ¿Cómo se prepara a los alumnos cuando se desconoce qué pasará tras la pandemia?
R. Es un reto. Nosotros tenemos dos responsabilidades ahora mismo: ofrecer la mejor formación posible en las circunstancias en las que estamos y reflexionar sobre si tenemos que entrenar de manera distinta a raíz de cosas que hemos visto durante la crisis. Hemos incorporado a las clases presenciales un módulo especial complementario que va a tratar sobre la gestión y el liderazgo en crisis. Vamos a traer a varios expertos a nivel mundial para que hagan una recapitulación de qué es lo que ha pasado, qué decisiones se han tomado y qué impacto han tenido.
R. ¿Cómo prevé que afecte la pandemia al mundo del lujo?
R. El sector del lujo tiene un gran desafío. Estos clientes se verán menos afectados económicamente, pero son muy exigentes. La clave está en conseguir que confíen en ti para moverse. Ese va a ser el gran secreto. También depende mucho del tipo de cliente porque los jóvenes tienen menos sensación de miedo. Pero, en cualquier caso, el primer enemigo es el miedo, más que lo económico, lo importante es que la gente recobre la confianza. Habrá medidas que van desde cámaras para medir las temperaturas a sellos de calidad que certifiquen que las habitaciones han sido correctamente desinfectadas. Habrá un periodo en el que todo esto será necesario si se quiere recuperar pronto la actividad.
R. ¿Lo que ocurrió en 2008 se repetirá ahora?
R. Se produjo un cambio en el cliente del lujo. Antes, parte de su forma de exponer su poder económico era mostrando cierta indiferencia hacia el dinero, no cuestionar los precios. A partir de entonces notamos que eran más conscientes, aunque tuvieran mucho dinero, de lo que se estaban gastando y cómo. Siguieron con un nivel de consumo alto, pero siendo más cuidadosos a la hora de evaluar el coste beneficio. El ser humano tiende a olvidar las cosas, pero siempre que hay una crisis es como una pequeña vacuna que vuelve a inocular ese virus de atención al dinero. Pero si hay un sector que esté acostumbrado a manejar bien una crisis es el turismo. Es un sector que puede dar valor a la sociedad, va a acelerar la pérdida del miedo y que se recupere la confianza.
R. Hubo mucha polémica con la cuarentena de 15 días al turismo.
R. No tenía ninguna lógica hacer el discurso de la cuarentena cuando ni siquiera se podía viajar. Se levanta el 1 de julio, que es también cuando comenzarán a operar las aerolíneas. El sector se quejó sobre todo por el efecto psicológico de la medida. Si un turista potencial ve que los demás países están animando a la vuelta sin ninguna restricción, mientras que España manda el mensaje de que va a tener cuarentena... No tenía sentido porque al final la cuarentena no se iba a aplicar en esa fechas porque no había permiso para que vinieran turistas. Es un mensaje que ha generado un daño sin aportar ningún beneficio.
R. ¿Hay aún tiempo para salvar la temporada?
R. En las últimas semanas se ha notado un repunte importante en el número de reservas; se han realizado más, incluso, que en el mismo periodo del año pasado. Ahora, mucha gente estaba a la espera; antes, en estas fechas había un volumen determinado de reservas, pero la gente lo repartía más a lo largo del tiempo. Solo el efecto que ha generado la sensación de que se puede abrir ha generado un repunte. Aunque probablemente sea algo temporal y no se mantenga. Lo bueno es que ha cambiado la percepción de los hoteleros y hay optimismo y valentía.

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