‘Fake news’, la otra pandemia que arrasa el planeta
Se propagan a una velocidad mayor que las noticias verdaderas, y aún desmentidas perviven en las redes sociales
Es la otra pandemia que asola el mundo, a una gran velocidad, al igual que lo hace el coronavirus. Se propagan 10 veces más que las noticias verdaderas, y aún desmentidas perviven en las redes sociales, ya que se siguen compartiendo sin ningún control. Por responsabilidad individual, paremos las fake news, clama el profesor titular de Periodismo de la Universidad CEU San Pablo, Ignacio Blanco, quien señala que en épocas excepcionales como la que atraviesa el mundo, contagiado por el Covid-19, es cuando se pone a prueba la madurez de una sociedad, y advierte de que la proliferación de estos bulos está “atacando a nuestras democracias con una virulencia alarmante”.
Afirma además que “muchos conciudadanos, a veces por falta de pensamiento crítico, cuando no por una actitud infantil e ingenua, son colaboradores necesarios en la propagación de mensajes malintencionados que provocan odio, miedo, confusión e insolidaridad”, señala. En este sentido, apunta que los ciudadanos, y más en estos momentos, tienen que ejercer como adultos responsables y, como una obligación ética, “exigir noticias comprobadas y auténticas, pues solo la información veraz garantiza la libertad de las personas”.
Sobre el peligro de la proliferación de los bulos también repara el profesor de Ciberperiodismo en la facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid, Jesús Miguel Flores, “ya que la finalidad es la desestabilización informativa ante la opinión pública, y erradicarlo es difícil, es una cuestión de concienciación individual, y de no contribuir a su expansión compartiéndolo en las redes sociales”.
Y recuerda cómo uno de esos bulos, que tuvo que desmentir la comunidad sanitaria internacional, y que corrió como la pólvora fue el falso remedio que aconsejaba hacer gárgaras con agua caliente para combatir el coronavirus. O el de que el virus se lanzó desde Estados Unidos, ya que alguien propagó que dos semanas antes de su estallido había estado el ejército de este país en Wuhan. “Esto lo único que busca es tensar a la sociedad, es una corriente desestabilizadora”. Para ello, este experto apunta que lo importante para detectar una noticia falsa es verificar la URL, que debe finalizar en un dominio común y no en uno que no exista.
También alerta sobre los créditos del medio que lo difunde, en ocasiones en manos de ciudadanos anónimos e independientes, que suele pedir al lector que se registre y proporcione su correo electrónico. También recomienda investigar en páginas de referencia que ayudan a saber si la información es veraz o no: por ejemplo, FactCheck.org, PolitiFact.com, en EE UU, o Maldita.es y Newtral.es, en España. “El ciudadano debe llegar a un punto de concienciación y pensar que si no está seguro de que la información sea real, mejor no compartirla”, afirma el docente de la Complutense.
Es más, señala el profesor del CEU, “si la noticia produce indignación, alarma o estupefacción, lo más probable es que sea falsa, ya que este tipo de informaciones suelen contener una carga emocional que provoca una reacción espontánea en el lector”. Por eso, añade Blanco, quiénes expanden bulos buscan lectores ideologizados, usuarios dispuestos a difundir una mentira aunque no se la crean, siempre que perjudique al bando contrario.
Otro elemento a tener en cuenta, señala el citado experto, es que “si los medios de comunicación de referencia no están hablando de esa noticia, lo más probable es que sea falsa”. Otra señal de alerta son las faltas de ortografía, expresiones inadecuadas o rasgos impropios de la redacción periodística. También muchas exclusivas suelen emanar de los ámbitos de poder, “lo que nos debería llevar a ser prudentes respecto a las noticias bomba procedentes de fuentes irrelevantes que llegan a nuestras pantallas a través de las redes sociales”. Además, conviene tener como referencia aplicaciones oficiales, a la vez que crear listas en las redes sociales, sobre todo en Twitter, para mantener cierta higiene informativa.
Porque “del mismo modo que al Covid-19 lo vamos a vencer entre todos quedándonos en casa, la pandemia de las noticias falsas la podemos contener si individualmente nos negamos a propagarlas y evitamos infectar el espacio público con el virus de la mentira”, concluye el profesor del CEU.