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Breakingviews
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

El próximo problema del G7 es el desorden del mercado de divisas

A la zona euro o Japón no les importa que su moneda se debilite, pero los mercados revueltos no convienen a nadie.

Casa de cambio en Londres, el jueves 19.
Casa de cambio en Londres, el jueves 19.Alastair Grant (AP)

La subida del dólar está causando enormes fluctuaciones en las divisas, que pronto podrían requerir la atención de los Gobiernos del G7. El jueves, saltó a máximos de tres años tanto contra el euro como contra una cesta de divisas importantes debido a la demanda masiva de financiación en dólares que está surgiendo en los mercados.

La velocidad de los movimientos es una cosa. El problema mayor es que el mercado de derivados indica que pueden volverse más ingobernables. Por ejemplo, la volatilidad implícita a un mes euro/dólar saltó a su nivel más alto desde 2011. Y la volatilidad libra/dólar a un año ha superado los máximos pos-referéndum del Brexit, y cotiza en niveles de 2010.

Los países del G7, que suelen decir que los tipos de cambio desordenados son malos para el crecimiento, pueden hacer un par de cosas. Primero, la retórica. Steven Mnuchin, el secretario del Tesoro de EE UU, hizo caer su moneda en enero de 2018 al decir que un dólar más débil era bueno para su país: una sorprendente desviación del mantra habitual. Se le podría perdonar que lo repitiera ahora, dado que la subida del dólar es lo último que necesitan las exportaciones de una economía estadounidense dañada por el virus.

Si las palabras no funcionan, pueden hacer falta ventas oficiales de dólares, algo común a mediados de los noventa, pero entonces EE UU los compraba repetidamente, a menudo en coordinación con los bancos centrales japoneses y europeos, para apuntalar su propia moneda. Últimamente Washington se ha abstenido de intervenir, quitando un esfuerzo simbólico en 2011 tras el tsunami japonés.

Es cierto que a la zona euro o Japón no les importa que su moneda se debilite, de cara a sus exportadores. Pero los mercados revueltos no convienen a nadie. Y un dólar más fuerte hará que la deuda denominada en él sea una carga aún mayor para los emergentes, que ya están sufriendo salidas masivas. Dado que la Fed y el BCE se han esforzado por aliviar los mercados de bonos, es posible que las autoridades financieras tengan menos reparos en intervenir en los mercados de divisas.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

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