Bruselas recuerda a España que ya no se puede fiar todo al crecimiento
Frente a un horizonte de creciente enfriamiento y la aparición de nuevos factores de riesgo todavía sin cuantificar, como la epidemia del coronavirus
Bruselas ha vuelto a llamar la atención a España por su mediocre desempeño en la tarea de reducir desequilibrios financieros –deuda pública y privada y déficit público– y de corregir otras persistentes vulnerabilidades de la economía. Como ya ha hecho en varias ocasiones, la CE centra sus reproches en el elevado nivel de endeudamiento público, todavía equivalente al 96% del PIB, en el lento desapalancamiento del sector privado y en la necesidad de reducir el déficit público, así como en las disfunciones del mercado laboral y los pobres avances en cuanto a las reformas de las pensiones y fiscal que Bruselas recomendó el pasado mes de mayo. Las críticas comunitarias resaltan las fuertes vulnerabilidades que presenta el mercado laboral español, que incluyen no solo una tasa de paro aún insostenible, sino también la fuerte dependencia del empleo temporal, la existencia de mucho empleo a tiempo parcial “involuntario” o los falsos autónomos. La Comisión alude también a una reforma fiscal –especialmente en materia de IVA e impuestos verdes– que lleva mucho tiempo pidiendo bajo el argumento de que la economía española tiene margen, en términos de presión fiscal, para una subida impositiva.
Bruselas ha advertido a España más de una vez del riesgo de fiar el saneamiento de las finanzas públicas a un crecimiento que ya ha comenzado a entrar en fase de desaceleración y que tira cada vez con menos fuerza, en lugar de aprovechar la parte expansiva del ciclo para hacer los deberes pendientes, entre ellas una reforma que garantice la sostenibilidad de las pensiones. Como ha recodado la CE, las desviaciones de la reforma de pensiones de 2013 tendrán una factura a largo plazo cada vez más abultada mientras a día de hoy ni se ha progresado en el fortalecimiento del marco fiscal ni se han puesto las bases para solucionar el futuro de la caja de previsión social.
Con un horizonte de creciente enfriamiento económico y la aparición de nuevos factores de riesgo todavía sin cuantificar, principalmente la epidemia del coronavirus, el Gobierno tiene que ser consciente de que el margen para las alegrías económicas, la posibilidad de confiar en el crecimiento como fórmula para equilibrar las finanzas y los excesos en el gasto público serán cada vez menores. Medidas como la derogación de los pilares esenciales de una reforma laboral que tiene defectos, pero también aspectos eficades, deberían ser meditados seriamente, así como cualquier propuesta que incida al alza en el gasto público, introduzca rigideces en el mercado o desincentive la inversión. La economía española ha crecido a buen ritmo en los últimos años, pero el horizonte que afrontamos no permite ya fiarlo todo a esa carta.