El oro gana peso en las carteras como alternativa a la deuda con tipos cero
Los expertos ven potencial limitado a corto plazo pero no a medio y largo
El oro no funcionó como activo refugio en 2018, pero después de despuntar con una subida del 18,3% en un año tan alcista como 2019, promete consolidarse como activo seguro en 2020, con un creciente atractivo como alternativa a la deuda. La tensión geopolítica entre EE UU e Irán con la que se ha iniciado el año ha servido para impulsar al oro con fuerza, hasta los 1.600 dólares por onza. En diciembre ya había logrado una apreciación de 100 dólares, a pesar de que el apetito por el riesgo creció de forma generalizada con el principio de pacto comercial entre Washington y Pekín.
El precio del metal precioso se ha relajado en los últimos días gracias a que la tensión entre Irán y EE UU no ha ido a más. Los expertos no prevén una fuerte subida para el precio del oro en el corto plazo, una vez digerido el efecto alcista que habitualmente provocan en el metal los episodios de tensión bélica. Para el medio plazo, sin embargo, las previsiones apuntan a una mayor subida del oro. Más allá de los acontecimientos geopolíticos que pueden impulsar su valor –impredecibles y con un efecto en la mayoría de las ocasiones pasajero– hay varios factores a favor de mayores subidas a futuro, como la cercanía del final del ciclo económico, la mayor debilidad del dólar, el interés por comprar oro de los bancos centrales de países emergentes o la ausencia de rentabilidad en la deuda, que refuerza el papel del oro como activo seguro con el que diversificar y proteger la cartera.
"Partiendo de que el crecimiento global comienza a animarse de cara a los próximos meses, el potencial del oro a corto plazo parece bastante limitado. A medio y largo plazo, el declive en el crecimiento global y un dólar más débil impulsarán la búsqueda de refugio y provocarán un alza de precios", apunta Julius Baer, que establece un precio objetivo a 12 meses para el oro de 1.600 dólares la onza. Citi es claramente alcista para el oro en el medio plazo, al que sitúa en los 2.000 dólares por onza entre 2021 y 2022. Su previsión se fundamenta en las bajas rentabilidades de la deuda, las compras del metal precioso por parte de bancos centrales de países emergentes y en un dólar más débil. Así, ante un horizonte en el que no se esperan alzas de tipos en EE UU a corto plazo que sirvan para apreciar el dólar, los incentivos para proteger la inversión con compras de oro son mucho mayores.
"El oro es ya el instrumento con riesgo cero que eligen los bancos centrales, las grandes fortunas y los soberanos asiáticos", señalan desde la gestora británica Merian, donde añaden que "el alza del precio del oro es más un reflejo de la posibilidad de tipos reales aún más negativos que de un creciente riesgo militar".
Desde Goldman Sachs insisten en que el precio del oro va a verse impulsado por la inquietud de los inversores ante el fin del ciclo económico y la incertidumbre política, lo que hace que "el argumento de la diversificación de la cartera de bonos con oro sea más fuerte que nunca".
En definitiva, según señala el banco estadounidense, el bajo nivel de los tipos de interés limita la capacidad de los bonos de apreciarse en un entorno de aumento del riesgo. Así, Goldman Sachs prevé una apreciación anual para el oro en los próximos años del 4,6%, superior a la estimación del 2,3% para los bonos de EE UU ligados a la inflación o del 1,79% para los treasuries. Es más, la entidad cree que en la próxima recesión el oro puede ofrecer una mayor capacidad para diversificar que los bonos, en especial en Europa, donde los tipos están particularmente bajos. "Durante la próxima recesión, cuando el miedo alcance máximos, el oro puede descorrelacionarse con los tipos y superarles en rentabilidad", afirma.