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Breakingviews
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Las empresas de la UE emularán la juerga de fusiones foráneas de las de Japón

Ante la ralentización de los mercados locales y la disposición de los bancos, irán de compras al extranjero

Monedas de euro.
Monedas de euro.REUTERS

Las empresas europeas se están preparando para una juerga de adquisiciones de empresas extranjeras al estilo japonés. La contracción del mercado interno y los bajísimos costes de endeudamiento incitaron a las empresas de la segunda economía más grande de Asia a perseguir objetivos cada vez más grandes en el extranjero. Ahora sus homólogas de la Unión Europea, que se enfrentan a retos similares en sus países, están dispuestas a seguir su ejemplo. Es de esperar que, ahora que empieza 2020, compañías como la alemana Siemens, la energética italiana Eni y bancos como BNP Paribas e ING se introduzcan más en mercados de crecimiento más rápido.

Para los ejecutivos japoneses, los incentivos para comprar en el extranjero son claros. A pesar de los esfuerzos del primer ministro, Shinzo Abe, por reactivar la economía, el crecimiento sigue siendo lento. La disminución de la población tiene parte de la culpa. El Instituto Nacional de Investigación sobre Población y Seguridad Social espera que los habitantes de Japón se reduzcan de 127 millones en 2015 a menos de 100 millones en torno a 2050. Mientras tanto, los tipos de interés negativos provocan que los bancos japoneses están ansiosos por financiar aventuras en empresas extranjeras.

En los últimos cinco años, los titanes corporativos de Japón han gastado un promedio de más de 100.000 millones de dólares al año en fusiones y adquisiciones en el extranjero, según los datos de Refinitiv, en comparación con los 59.000 millones de dólares anuales de la primera mitad de la década.

Entre los compradores activos se encuentra la cervecera Asahi, que en julio gastó 11.000 millones de dólares en la filial australiana de Anheuser-Busch InBev y en el fabricante de medicamentos Takeda Pharmaceutical, que el año pasado completó la mayor operación exterior del país: la adquisición de su rival británica Shire por 77.000 millones de dólares, incluida la deuda.

SoftBank Group, de Masayoshi Son, también ha mantenido ocupados a los banqueros de inversión con las adquisiciones del operador de telecomunicaciones estadounidense Sprint y del fabricante de chips británico Arm, por no mencionar las inversiones en start­ups que funden efectivo.

Las condiciones en la Unión Europea son igualmente poco atractivas. La Comisión Europea espera que la economía del bloque se expanda solo un 1,4% este año. Y aunque su población de 513 millones de habitantes (a fecha de 2018, incluyendo el Reino Unido) sigue creciendo, Eurostat calcula que alcanzará su máximo en 2045. Gracias al Banco Central Europeo, el crédito es igualmente barato.

Las empresas de la UE ya están aumentando sus compras en el extranjero. En los últimos cinco años han gastado 273.000 millones de dólares anuales en objetivos fuera del bloque, frente a una media de 176.000 millones en la primera mitad de la década, según cálculos de Refinitiv.

Transacciones como la adquisición de la joyera estadounidense Tiffany por el gigante del lujo LVMH, por valor de 16.000 millones de dólares, ponen de relieve el afán de aprovechar el crecimiento de Estados Unidos y Asia. Incluso operaciones aparentemente regionales suelen tener una perspectiva internacional: la fusión prevista de Peugeot con Fiat Chrysler Automobiles está motivada en parte por el éxito de esta última con Jeep en Estados Unidos.

Sin embargo, algunas empresas europeas siguen siendo relativamente caseras. El gigante industrial Siemens obtuvo más de la mitad de sus 87.000 millones de euros de ventas hasta septiembre de 2019 en Europa, la antigua Unión Soviética, África y Oriente Próximo. En 2018, alrededor de dos tercios de los ingresos de Eni se originaron en Europa, lo que convierte al grupo italiano en un ente atípico entre sus pares del sector energético mundial. Ambos parecen estar preparados para buscar la diversificación geográfica.

Los principales bancos europeos también están en disposición para dirigir su atención más allá de la zona euro, donde los tipos de interés negativos están exprimiendo los rendimientos. BNP Paribas podría reforzar sus operaciones en Estados Unidos, mientras que Société Générale podría seguir avanzando en África. El banco holandés ING, mientras tanto, utilizará sus plataformas online para desafiar a las entidades crediticias establecidas fuera del área de la moneda única.

Fabricantes de medicamentos como la suiza Roche y gigantes del consumo como Diageo, que ya tienen presencia mundial, utilizarán las fusiones para llegar más lejos en regiones de más rápido crecimiento.

Las grandes empresas de la UE ya son más multinacionales que sus homólogas japonesas. Aproximadamente la mitad de las integrantes del índice Euro Stoxx generan una “proporción sustancial” de sus ingresos fuera del área de la moneda única. Esto debería garantizar que las fusiones produzcan más ahorros de costes, lo cual complacerá a los accionistas y potencialmente mantendrá a raya a los activistas.

Aun así, las aventuras en el extranjero pueden ser peligrosas. El boom de las adquisiciones de Japón ha producido su cuota de desastres, como la chapucera adquisición de la cervecera brasileña Schincariol por parte de Kirin, que vendió con grandes pérdidas después de solo seis años.

Los europeos también pueden cometer grandes errores. La megaadquisición por parte de Bayer de su rival Monsanto en 2016 ha dejado al grupo químico alemán en la cuerda floja por las demandas legales que afirman que el herbicida de la compañía estadounidense causa cáncer.

Con la Bolsa de valores de EE UU cerca de sus máximos históricos, también existe el riesgo de pagar en exceso. Afortunadamente, los accionistas de las empresas europeas tienden a ser menos dóciles que sus homólogos japoneses. Los arrogantes inversores que se hacen notar en los consejos de administración franceses y alemanes deberían forzar a los consejeros delegados a atenerse a la lógica financiera.

Aun así, los accionistas también están ansiosos por recompensar a las empresas que puedan demostrar su crecimiento. Ante la ralentización de las economías domésticas y la disposición de los bancos, los consejeros delegados europeos seguirán el ejemplo de Japón.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

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