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Anton Janssens: “Si el reloj solo diera la hora, nadie lo llevaría”

La marca belga de gafas y relojes acaba de cumplir 10 años y factura 22 millones de euros

Komono significa pequeños accesorios en japonés, pero esa es la única referencia al país nipón en una marca muy influenciada por la ciudad que la vio nacer, Amberes. Su cofundador y director ejecutivo, Anton Janssens (Bruselas, Bélgica, 1974) celebra los diez años de una marca que, asegura, fue pionera en la democratización del lujo. Actualmente cuentan con dos tiendas en España (Madrid y Barcelona) y facturan alrededor de 22 millones de euros al año, siempre con un objetivo en mente: que sus clientes puedan tener más de un par de gafas para expresar su identidad.

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R. ¿Cómo nació Komono?
R. Yo coleccionaba gafas y relojes, pero veía que solo había marcas de lujo a un precio elevado y otras baratas, pero sin identidad de marca. Decidí combinar mi pasión por la moda con mi inquietud por emprender para lanzar una línea de productos de lujo accesible. Además, creo que las gafas y los relojes son accesorios que dan mucha identidad, llevarlos es una manera de demostrar quién eres. Eso es lo que más me gusta de la moda, que puedes crear una identidad y ver cómo evoluciona a lo largo del tiempo. Me fascina. Ahora puedo explorarlo yo con mi propia marca y esa es la esencia de todo esto.
R. ¿La gente sigue usando relojes?
R. Es un tema muy ligado a la identidad que comentaba. Si un reloj solo diera la hora, nadie llevaría relojes porque se puede hacer exactamente lo mismo en el móvil. Que los relojes den la hora es algo muy básico, lo importante es cómo construyen la realidad, por eso la gente sigue usándolos a pesar de que puedan utilizar otras herramientas. Esa es la razón por la que Komono es una marca de moda y no de relojes, porque creamos cultura.
R. ¿Cómo ha influido Amberes en la identidad de la marca?
R. Es una ciudad muy conocida por todo lo relativo al diseño. Cuando creces aquí, estás rodeado de mucha gente que piensa como tú, hay diseño contemporáneo por todas partes. Hay otras ciudades como, por ejemplo, Venecia, que destacan más por su historia, pero Amberes va de ir un paso más allá, tanto en arquitectura como en diseño, en fotografía,... Cuando creces aquí, vas a las fiestas, a los bares,... y siempre estás rodeado de gente que está muy inflluenciada por toda esta energía, por eso creo que la ciudad ha tenido un gran impacto en la marca. No son solo las tiendas, sino también las escuelas, tenemos una academia de moda que es una de las mejores del mundo. Por todo eso me alegro de poder devolverle un poco todo lo que nos ha dado.
R. ¿Es el diseño cada vez más democrático?
R. Creo que no tiene nada que ver con el diseño. Cuando diseñas es solo eso, pero el precio no influye en el diseño. Yo defiendo la diversidad en un mundo que parece elitista, que está siempre el mismo grupo de gente empujando. Una parte importante de esto es hacer el lujo accesible para que la gente se pueda expresar cómodamente, pero también hay que hacerlo a un precio que accesible para que sea posible llegar a un abanico amplio, si no, solo podríamos hablar con los más ricos.
R. Pero se consideran lujo.
R. Por supuesto, aunque la industria está en plena redefinición. Fuimos uno de los primeros en decir que, precisamente en accesorios, el lujo ya no es una cuestión de precio. Puede que antes sí, que lo caro era lo bueno, pero ahora, para mí, va mucho más sobre la moda, sobre el diseñador, sobre ser seguro,... Todo eso es lo que queremos representar. En general, creo que ahora mismo el lujo va mucho más sobre la calidad y mucho menos sobre el precio.
R. ¿Cómo ha evolucionado el sector en estos 10 años?
R. Hasta hace cinco años no sabíamos ni quiénes eran nuestros competidores, la puerta estaba abierta a nuevas oportunidades y retos. Algunas tiendas no nos entendían aún, pero cuando vimos que el negocio iba a ser un éxito, la gente empezó a copiar lo que hacíamos y tuvimos que aceptarlo. Somos una compañía disruptiva, rompemos los patrones existentes, hacemos las cosas de manera diferente. Se podría decir que es el trabajo sucio, pero alguien tiene que hacerlo, también nos da cierta ventaja. No siempre es fácil, a mucha gente no le gusta el cambio, pero nosotros pensamos que el mundo va precisamente de eso, por eso queremos ser siempre los primeros en introducir transformaciones en el mercado. Por supuesto que la competencia nos va a seguir, pero hemos asumido que es parte del trato.
R. Ahora da la sensación de que cada mes surge una nueva marca de gafas.
R. Sí, pero por eso creo que es mejor centrarte en lo que tú estás haciendo, fijarte constantemente en los demás es un gasto de energía absurdo. Por supuesto que la competencia complica las cosas, pero creo que si tienes una marca única, la gente lo aprecia y funcionas bien. El problema es que hemos abierto el mercado y luego la gente copia, pero lo harían de todas formas. Nos dirigimos a gente que tiene pasión, una identidad clara y una personalidad muy fuerte. Lo sabes cuando lo ves, el resto no nos importa.

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