Las oportunidades de una nueva burbuja de rodio
Nos encontramos en medio de una valoración especulativa similar a la que tuvo lugar en 1973 o en 1989
La reciente subida del precio del paladio y del platino, que se han incrementado el 25% y el 15% respectivamente en el último medio año, han puesto al rodio en el punto de mira, ya que también se encontraba en un nivel inusualmente bajo desde que terminase la última burbuja especulativa de esta materia prima en verano de 2008.
El rodio es el metal más efectivo para reducir las emisiones de óxidos de nitrógeno (NOx) y se incluye, junto con el platino o el paladio, en los catalizadores de vehículos. La creciente preocupación por la contaminación y sus efectos sobre el medioambiente y la salud humana hace que la regulación sea cada vez más estricta sobre las emisiones de NOx, que se producen principalmente en los vehículos de gasolina. Como cada vez más países ponen trabas a los motores diésel, la demanda de turismos que usan gasolina está aumentando, y con ello la demanda de catalizadores que necesitan rodio.
La minería de rodio no suele darse en yacimientos en los que este metal predomine, sino que se obtiene como subproducto en minas que se centran en otras materias primas. En el caso del rodio las minas que lo obtienen se dedican al paladio o al platino. El paladio, que se usa en los catalizadores de motores de gasolina, tiene actualmente un precio muy elevado, ya que su extracción no aumenta al mismo ritmo que el precio al ser un mercado con muy pocos productores en el que países como Rusia tienen una gran influencia. El platino, que se utiliza más para catalizadores de motores diésel, tiene un precio relativamente bajo a pesar del reciente aumento, y su extracción tampoco está repuntando. Por estos motivos, la cantidad de rodio que llega al mercado no está creciendo al mismo nivel que su demanda, y el precio está comenzando a subir de manera muy notable.
Una de las primeras burbujas especulativas del rodio tuvo lugar en los años setenta. La onza se intercambiaba por 200 dólares y a lo largo de 1973 alcanzó los 400 para al año siguiente continuar hasta los 700. Este crecimiento tan rápido no duró y pocos meses tras el máximo retornó a su precio inicial.
A finales de 1989 de nuevo el interés de los especuladores se centró en el rodio, que pasó de 1.250 a 2.100 dólares por onza en algo menos de tres meses. Del mismo modo que en la anterior burbuja, tras un tiempo con un precio estable comenzó a repuntar otra vez y alcanzó los 5.100 por onza durante el verano de 1990. Como sucede tras una burbuja especulativa, la realidad del mercado termina por imponerse y la cotización volvió a caer, llegando a poco más de 100 dólares por onza a mediados de la década de los noventa.
Estamos ante un metal con poca liquidez, y cuyo precio varía de forma muy brusca, pero no de forma imprevisible, ya que una vez que comienza a aumentar rápidamente, lo suele seguir haciendo durante varias semanas, y tras permanecer estable, retoma de nuevo el crecimiento extremado durante varias semanas más, antes de comenzar una caída casi tan fuerte como la subida que la precedió.
En otoño de 2005 el precio por onza volvió a crecer de forma muy pronunciada, pasando de cerca de 2.000 a alrededor de 3.000 dólares. Como sucedió en ocasiones anteriores, tras un tiempo en el que consolidó ese nivel, alcanzó 6.000 en primavera de 2006. Poco después comenzó a disminuir su precio, al igual que había pasado otras veces, pero en esta ocasión, en medio de un crecimiento global muy elevado justo antes de la crisis financiera de 2008, la burbuja del rodio, una más entre las que se dieron hace poco más de diez años, continuó unos meses más con un tercer impulso motivado únicamente por la especulación, que llevó al metal a máximos históricos, pagándose 10.000 dólares por una onza de este mineral escaso y necesario en la industria del automóvil.
En la actualidad el precio ha pasado de 2.800 dólares por onza en junio de 2019 a alrededor de 6.000. A pesar de que la demanda aumente y la oferta disminuya, es difícil encontrar motivos que expliquen que la cotización se duplique en tan poco tiempo.
De nuevo nos encontramos en medio de una burbuja especulativa del rodio, como la que tuvo lugar en 1973, que también duplicó el precio de esta materia prima en su primera parte, o la de 1989, que subió en un primer momento cerca del 70%, o la de 2005, donde aumentó el 50%. En los tres casos anteriores estos movimientos hicieron avanzar la cotización en el mercado por encima de su valor razonable, pero esto no impidió que más especuladores, atraídos por las recientes subidas, hicieran que el precio continuase creciendo de manera muy rápida. Así, en las anteriores tres burbujas de esta materia prima continuó aumentando hasta volver a duplicarse.
Los inversores menos arriesgados tras leer sobre los grandes vaivenes que experimenta el precio del rodio preferirán mantenerse al margen, pero aquellos con mayor apetito por el riesgo podrían valorar subirse al carro de la nueva burbuja, que parece que todavía se encuentra a mitad de camino. Al contrario que otros metales más conocidos, como el oro, la plata o incluso el platino, no parece aconsejable optar por rodio físico por su escasa liquidez. En caso de optar por derivados como futuros o ETFs, acertar con el producto más adecuado es complicado, y si la apuesta sale mal quien se atreva a especular con esta materia prima podría perder incluso toda su inversión. Sin embargo, quien acierte con la duración y la intensidad de esta nueva burbuja, obtendría una gran rentabilidad.
Juan Luis Santos es profesor en la Universidad CEU San Pablo