El banco que paga los fármacos a quien no puede
Se calcula que 1,2 millones de españoles sufre de pobreza farmacéutica
En España se calcula que el 3% (1,2 millones) de la población ha dejado de tomarse la medicación por razones económicas, según el último Barómetro sanitario (2018), la encuesta que realiza anualmente el Ministerio de Sanidad conjuntamente con el CIS. Una dificultad que se agranda en función de la comunidad autónoma. Melilla encabeza la lista (6,3%), seguida de Canarias (4,8%), Cataluña (3,9%), Extremadura (3,7%), Comunidad Valenciana (3,5%), Andalucía (3,4%) y Aragón (3,3%). De hecho, en Madrid llega al 2,6%. Niños y personas mayores en situación de vulnerabilidad son los más afectados.
“Nos faltarían alrededor de 4,5 millones para poder paliar la pobreza farmacéutica en toda España”, contabiliza Àlex Brenchat, presidente del Banco Farmacéutico. Esta organización sin ánimo de lucro, creada en 2007, comenzó desde 2015 a atender a dicho colectivo gracias a la instauración de un fondo social de medicamentos.
Niños y personas mayores de 50 años en situación de vulnerabilidad son los más afectados
Un reclamo que venía –cuenta– desde los centros de salud, que a su vez informaban a los médicos y a los trabajadores sociales. “Con la crisis detectamos que había personas que, por cuestiones personales (habían perdido su puesto de trabajo de repente, además, con hipotecas y sin recursos suficientes), no podían costearse sus fármacos, a pesar de que solo les tocaba aportar el 40%”, relata.
Desde entonces, el Banco Farmacéutico, con unos ingresos de 400.000 euros, se enfoca en tratamientos crónicos; antes atendía casos agudos mediante la donación de medicamentos sin prescripción (por ejemplo, paracetamol) de manera puntual a través de entidades asistenciales como Cruz Roja, Proyecto Hombre y Cáritas.
La ONG ayuda a personas en exclusión en Cataluña, Aragón y Madrid
Esta asistencia acaba de aterrizar en Madrid, tras un convenio con el Servicio Madrileño de Salud (Sermas), cuyo fondo se implantará en siete centros de salud de Vallecas, aunque la intención es llegar a 15 en 2020 con la inclusión de otros barrios madrileños. Cerca de 200.000 personas sufren pobreza farmacéutica en esta comunidad, según la entidad, que cuenta con un equipo de 10-15 personas entre empleados, voluntarios y externos.
La plataforma está implantada en Barcelona, en siete municipios del área metropolitana y en Lleida; en Zaragoza, está en Calatayud y en los municipios de Utebo y María de Huerva. Confían en llegar a Málaga antes de que acabe 2019 y el siguiente año a Tarragona, Teruel, Huesca, Granada y Sevilla.
Funcionamiento
En el proyecto participan más de 170 centros de salud pública y casi 500 farmacias. Los servicios sociales son los encargados de evaluar el perfil, de hacer el análisis del individuo que solicita la ayuda, explica Brenchat. “Siempre trabajamos con las estructuras y protocolos existentes”. Una vez validada, se les da el alta como beneficiario en una plataforma online, y la persona puede recoger su medicamento en la botica afiliada más cercana, tras presentar su hoja de identificación. “A final de mes, nosotros le pagamos a la farmacia todo lo que ha anticipado a estos pacientes”, añade.
La subvención se otorga durante seis meses y abarca desde el tratamiento de enfermedades mentales, depresión, ansiedad y trastornos que afectan al comportamiento, hasta cáncer y diabetes. “Son niños de familias con pocos recursos y mayores de 50 años en exclusión social”, describe.
Queremos hacer visible una realidad silenciosa y desconocida
En 2018, este fondo, que se financia con recursos público-privados (Generalitat de Cataluña, Ayuntamiento de Barcelona –a través de la declaración de la renta– o gracias al laboratorio Angelini), atendió a 2.200 personas con un gasto de 180.000 euros, una media de 45,43 euros por individuo, indica Brenchat. En total, desde 2015 la ONG ha ayudado a 4.700 pacientes, lo que supone un importe de más de 650.000 euros.
“Nuestra labor es también de sensibilización, de hacer ver a las instituciones tanto públicas como privadas esta realidad silenciosa, que la pobreza farmacéutica existe y que es una gran desconocida. La sanidad tiene que ser universal; que la falta de recursos, aunque sea por una situación temporal, no suponga un impedimento para pagarse la medicación”, manifiesta. La ONG, que cuenta con un Observatorio de Pobreza Farmacéutica donde colaboran universidades de Madrid y Barcelona, publicará en marzo nuevos datos.
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